Mallki: No existen dos caminos iguales. El camino interior de cada ser, es único. Sin
embargo, cuando los caminantes se encuentran y, “causalmente” un propósito los enlaza
desde el corazón, una certeza se reafirma: la complementariedad hace posible la
manifestación exponencial de la armonía. Así, lo profetizaron nuestros abuelos en los
Andes. Así, a lo largo de 13 plenilunios, hemos hecho “Luna Llena en los Andes”.
La llegada de noviembre marca pues, el cierre de un ciclo. A propósito, viene a mi
memoria un bello extracto del Canto Cósmico del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal,
que transcribo a continuación:
“El Universo tendría otra vez
100 millones de millones de
millones de millones de millones
de grados
pero tal vez la pelota del cosmos
siempre rebota
y empezará a expandirse de nuevo,
y su expansión llegará otra vez a
pegar contra la pared
y a volver para atrás de nuevo y así
a rebotar otra vez
y así por siempre.
¿Y nosotros qué?
Ciclos sin fin de expansión y
concentración repetido y repetido
en infinito pasado
que no tuvo comienzo.
Un infinito rebotar entre infinitos
Infinitos”.
En el caso de este ciclo, vale decir que, desde su intención, buscó expandir, cada 28 días,
un poco de luz solar/lunar (porque la luna brilla con la luz del sol) a los corazones de
quienes nos leen. En un tiempo tan convulso, atravesado por el horror y el dolor de las
guerras y por eclipses indicadores de grandes cambios sobre la tierra, nuestro humilde y
profundo reto, fue franquear la inmensa distancia que separa nuestras geografías, para
compartir y compartirnos en el territorio virtual desde las coincidencias y las diferencias;
desde los sueños y los ideales; desde los recordares, andares y sentipensares vinculados a
nuestra milenaria matriz identitaria.
Coqui: Así ha sido, pues. El año pasado nos propusimos con Mallki redactar un ciclo anual,
al que le pusimos de nombre Luna Llena en los Andes. Y aquí estamos ahora, ante la grata
misión cumplida. Parece oportuno ofrecer a los lectores acompañantes del recorrido, la
posibilidad de volver a leer –o quizás por vez primera–, el porqué de esta propuesta (1); así también la Luna primera compartida en noviembre 2023 (2). Porque casi siempre, al llegar al
cabo final de una cuerda, vale volver a ver de dónde viene…
Haces bien en señalar Mallki que fue un año muy convulso y “atravesado por el horror y el
dolor”. Varias veces uno se preguntó cómo escribir sin referirse lo que estaba a la vista: los
horrores de los genocidios y también de la indiferencia ante ellos. Pero optamos por no
agobiar sino más bien mostrar algunos retazos luminosos que, como humanitos, nos
engrandecen.
En este año recreamos distintos momentos del calendario andino y sus raymis; la práctica
de poner atención al Cosmos, la ritualidad como acto cotidiano, la conexión mentecorazón, el legado de un hombre que ha iluminado la vida campesina, sitios arqueológicos
donde pervive la memoria milenaria, la vida de los mercados tradicionales y populares, la
simbología sagrada de la Chakana y su celebración, la sinergia comunitaria, la magia de la
música, la perennidad de las piedras, la importancia de las semillas y el mero ayni andino.
Mallki: Así, iluminadas por la luna madura, las palabras fueron semillas circularmente
esparcidas; vehículo de memorias ancestrales, de vivencias personales, de evocación de
seres queridos, de referentes sabios y de espacios geográficos que son parte constitutiva
de nuestra subjetividad.
Créditos al autor
1
https://sites.google.com/view/luna-llena/archivo-de-lunas?authuser=0
2
buscar en el enlace anterior, la Luna Llena de noviembre 2023: Un altar de palabras
¡Hecho está! Gracias Coqui, por este placentero convite a escribir sobre el mundo andino
que atraviesa toda mi biografía personal y profesional. Gracias Ani, por acompañarnos
incondicionalmente con tu arte. Gracias a todas las personas presentes en nuestros
textos. Gracias a los lectores que dan sentido a la tarea de escribir para comunicar… para
inspirar… para despertar… para accionar… para sanar…
Coqui: Gracias por la gracia y por el fuego. Por tantos “fueguitos reunidos” alrededor de
nuestros textos alunados. ¡Por la luz de cada una de tus ilustraciones, Ani! Por su interés y
complicidad, apreciado lector, en particular por aquellas veces que compartiéndola hizo
llegar a playas más lejanas esta botella con mensaje lanzada al mar, que siempre ha sido
Luna Llena.
“Urpillay sonqollay” (expresión andina de gratitud) a todos.
Mallki: Un pequeño aviso a propósito de la sanación: cuando miren al cielo durante la
luna llena, recuerden que, ese momento en el que las aguas de los océanos se agitan y la
savia de las plantas danza internamente con movimientos ascendentes, es el propicio para
recolectar las partes aéreas de las especies medicinales destinadas a uso terapéutico.
Como suelo decir: “Conectar con el Padre Cosmos y volver a la Madre Naturaleza cada
día, todos los días”.
Y como en quechua no existe la palabra “Adiós”, les decimos: “Tupananchiskama” (Hasta
volver a encontrarnos).
Isabel M. Álvarez, desde la costa de la Patagonia argentina,
Jorge L. Ventocilla, desde la esquina del río Chagres con el Canal, Panamá, y
Ani Ventocilla King, desde las áreas revertidas del Canal de Panamá.
Luna Llena en los Andes: fin del ciclo, noviembre del 2024.
Last modified: 18/11/2024