“Sagitario” viste zapatillas negras con medias pequeñitas, de esas que airean las piernas los días cálidos, le combinan con su pantalón jean impecable y suéter blanco, tipo polo. Es alto y de pelo canoso, parte de esas canas son presionadas por sus anteojos de aros negros. La tez delata la afrodescendencia, en Sagitario hay tantas cosas que salen a flote con su relato que lee en calma.
Sagitario es uno de los autores del libro “Presos” Voces de hombres desde el encierro”, le conocí durante la segunda presentación del libro en la Universidad en Panamá. Esta jornada, puso en escena la hermosa la capacidad de resiliencia del hombre en la cárcel, y la deuda que las sociedades tienen para aportar a su integración post condena.
Observar a Sagitario es entrar en calma, quizás tiene más paz de la que alcanzamos algunas personas que no estamos privadas de libertad. Me recuerda a tantos panameños, tiene un rostro y un apodo plural. Este hombre a quien en su relato le nombran “Negro”, paga una condena de 80 meses de prisión, de los cuales ha cumplido 16, si la matemática no me falla, esta es una deuda de esas difíciles de salir.
Sagitario es instructor de un círculo de lectura que nació en la cárcel de La Chorrera. Un cinco de diciembre se inauguró esta iniciativa, que parece haber sido impactada con la noticia de la publicación del libro “En este lugar”, por parte de las privadas de libertad del Centro Femenino de Rehabilitación (CEFERE).
Durante la segunda presentación de este libro, en el acogedor salón de la Facultad de Humanidades, hay dos tiras de personalidades, al frente, en sus respectivas sillas, las personas responsables de la publicación, y justo en la primera fila, las autoridades del sistema penitenciario e invitados especiales. El resto del salón tenía buena concurrencia, en medio de la conversa los y las presentes que iban llegando tomaban un ejemplar del libro y se anotaban en una lista de esas que requieren los proyectos, una mano se encargaba de registrar el acto.
A primera vista podría pensarse que es una iniciativa academica, sin embargo, la realidad marca que este proyecto tuvo un origen anecdótico, que empieza cuando el día 29 de enero de 2018 recibieron una llamada en el Centro de Investigaciones de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá. Al otro lado, la persona se presenta como privado de libertad de la cárcel pública de La Chorrera, y pregunta si es ahí donde se publicó el libro “En este lugar”. Después de contestar afirmativamente, plantea el propósito de su llamada: “Nosotros también queremos contar nuestra historia”.
Eugenia Rodríguez, del Centro de Investigaciones de la Facultad de Humanidades (CIFHU), es una apasionada por la defensa de los derechos de las personas privadas de libertad. Esta vez habla sobre la importancia de dicho estudio y cómo surge el libro “Presos”. La experta cuenta que el interés primordial es que ellos tienen voz, la voz que les es negada. “Es una forma en que pueden proyectar cómo les trata la justicia, cómo fueron los sucesos que los llevaron a delinquir y cómo les trata el sistema penitenciario, todo desde su voz, la voz protagonista”, añade.
La investigadora, quien también fue parte de la experiencia desde donde surgió el libro “En este lugar”, el cual se convirtió en un hito del acercamiento que puede hacer la literatura más allá de las rejas, específicamente en el caso de mujeres, manifiesta que los autores han manifestado haber sentido una catarsis en su vida, ya que conciben que pueden prevenir el delito en la población más joven. “Fue satisfactorio e ilusionante ver a tanta gente joven en la sala el día de la presentación”.
Visto por Carlos Fong, el editor del libro, “Presos” es el reflejo de lo que la cultura y la lectura pueden hacer en comunidades muy vulnerables y en las prisiones, donde las personas están privadas de la libertad, pero tienen derecho a la cultura. Así, la cultura es reparadora, es un trabajo antropológico, no tanto se tenía el interés de que sean escritores sino de que reparen sus vidas por medio de este arte”.
Ese día fue de reparaciones y emociones. Polo esperaba por su relato en la página setenta y uno bajo el título “Mi último error”. Lo busqué de inmediato para seguir la lectura, pero rebasaba lo escrito justo en el momento en que mencionó “se tiene la percepción de que quien está en un centro de detención es lo peor de la sociedad, irónicamente esa misma sociedad es la que te cierra las puertas, en vez de hacer valer las palabras que rechinan: socialización e integración. Saben, aquí se está preso por muchos errores que nadie cree cometería.
Polo es un docente de la denominada “vieja hola”, además sindicalista, al final de la presentación sus camaradas docentes le esperaban con abrazos, era imposible no conmoverse con la escena. A sus 61 años de edad, Polo apenas lleva 14 meses cumplidos de una condena de 80 meses. En medio de todo el proceso que se le sigue por un asunto de drogas, como dirían en Panamá “de la manera más tonta”, quedó envuelto en un incidente que lo separa de las aulas, sin embargo, en la cárcel ha podido colaborar con el Programa “Yo si puedo”, de analfabetismo.
Cuando Polo dijo “el peor castigo que puede tener una persona es la cárcel”, justo estaba pensando lo mismo, y de seguro en la sala, otro par más lo pensaría. Los pensamientos se vieron interrumpidos por la entrada de otros tres privados de libertad que llegaban tarde por un asunto de permisos. La mudez nos consumió a medida que ellos se abrazaban en un reencuentro épico. Desde que fue cerrada la cárcel de La Chorrera, habían sido divididos en los centros penitenciarios La Nueva Joya y La Joyita, con ello el círculo de lectura se fragmentó, ahora cada cual intenta diseminar la semilla de la lectura y la escritura.
La sala también se fragmentó, la presencia de más custodios con la llegada de los otros autores pone tenso el ambiente. Están apostados en la salida de las puertas de vidrio del salón. El nerviosismo en algunas personas es evidente, al poco rato se retiran unas cuatro personas, y en medio de la quietud que a veces inquieta dan paso a un periodo de preguntas y comentarios, entonces Etéreo Armando Medina, Director del Sistema Penitenciario, informa a los y las presentes que “Presos” es la cuarta obra que surge de personas privadas de libertad, al tiempo que explica que el cierre de la cárcel de La Chorrera fue lamentable pero no podía seguir abierta porque no contaba con las condiciones para seguir albergando personas.
En la sala también estaba Irene, una de las autoras de “En este lugar”, elegantemente vestida, esta mujer afrodescendiente explica que es posible escribir en la cárcel “después de todo tenemos 24 horas para hacer muchas cosas. Piensen en 24 horas, es mucho”.
El tiempo que pasa una persona privada de libertad le expone a condiciones que fueron reflejadas en un informe de las Naciones Unidas elaborado por oficiales de derechos humanos y seguridad, que visitaron Panamá en agosto de 2017, donde se instó al Estado panameño a garantizar las normas internacionales sobre derechos humanos, y aunque destaca como positivo el reemplazo del sistema inquisitivo por el acusatorio, en contraste, la misión hizo observaciones sobre el degradante estado de la infraestructura y el hacinamiento, detallando la acumulación de basura, cableado eléctricos de alta peligrosidad, alta humedad y falta de ventilación, lo que vuelve a las cárceles panameñas sitios inhabitables.
Y es que, en condiciones de encierro, entran en escena las letras, a manera de catarsis para los días asfixiantes de algunos privados de libertad. Se podría decir que es un respiro, puesto que las condiciones a las que están sometidos los privados delibertad en Panamá, que según la Dirección General del Sistema Penitenciario ascienden a 16 mil, son infrahumanas.
Redacción y fotos de Sharon Pringle Félix
Last modified: 02/07/2019