Hamilton Condack sonríe y señala a un imponente árbol ipê arraigado en la parcela de terreno donde vive y produce alimentos. «Cuando adquirí este lugar hace 15 años, un tipo me ofreció 500 reales brasileños por él», dijo refiriéndose al ipê, con una de las maderas más valiosas del Amazonia y codiciada por los madereros.