Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA
Las primarias que celebrarán los partidos políticos panameños, para elegir sus candidatos para Presidente y otros cargos de elección popular, traen pocas novedades. En el caso del Partido Cambio Democrático (CD), el domingo pasado se cumplió con lo esperado. Igualmente, ocurrirá con las primarias del gobernante Partido Panameñista y el Partido Revolucionario Democrático (PRD). El Frente Amplio por la Democracia (FAD), único partido con un programa que rechaza las políticas neoliberales, también celebrará primarias en octubre. Es la única alternativa con novedades.
El Partido Panameñista ha gobernado cuatro años (desde 2014) sin un programa conocido, dando seguimiento a las políticas neoliberales de sus antecesores que llegaron al poder después de la invasión militar norteamericana en 1989. Los candidatos del panameñismo, que realizará primarias el próximo mes, aún no han presentado un plan de trabajo y es probable que no lo hagan. En 2014 el actual presidente Juan Carlos Varela llegó al Palacio de las Garzas con la consigna de “100 por ciento agua y cero letrinas”. Sólo fue una consigna, pero dio buenos resultados electorales.
El PRD, a su vez, trata de resolver sus problemas internos sin mucho éxito. Sus pretendientes a ser candidato a la Presidencia de la República son ‘viejos’ conocidos, entre ellos un ex mandatario. El PRD fue fundado por el general Omar Torrijos en 1978 con la intención de que se colocara en el centro del espectro político, entre la izquierda y la derecha. En la actualidad, se sitúa a la derecha y avala las políticas neoliberales tanto en política interna (privatizaciones, desregulación y flexibilización laboral) como en política exterior (siguiendo la línea trazada por el Departamento de Estado y sus agencias financieras).
El CD tuvo una experiencia traumática durante la Presidencia de Ricardo Martinelli (2009-2014) quien abusó del poder para realizar operaciones que han sido denunciadas como ilícitas. El mismo Martinelli enfrenta un juicio y se encuentra encarcelado. A pesar de estos antecedentes quien fuera ministro en su gabinete y candidato oficial del CD, Rómulo Roux, asegura que alcanzará la Presidencia en las elecciones de mayo de 2019. Roux no presenta un programa de gobierno que identifique los problemas del país y las posibles soluciones. Sólo repite las consignas demagógicas de todos los partidos neoliberales: Más escuelas, mejores caminos y agua para todas las comunidades.
La experiencia de los últimos 30 años ha sido un empobrecimiento sistemático de los sectores populares (75 por ciento de la población), un estancamiento de los ingresos de las capas medias (casi el 25 por ciento de la población) y un enriquecimiento impresionante de una pequeña elite de familias (menos del 1 por ciento) que monopolizan las rentas del país. Las políticas neoliberales han arruinado el sector agropecuario y han prácticamente desaparecido la industria.
El discurso de los candidatos de los tres partidos (y sus partidos apéndices) prometen aumentar las subvenciones tipo asistencialistas sin mencionar la necesidad de aumentar la producción nacional. Con los ingresos provenientes de la posición geográfica (Canal de Panamá, puertos y otras actividades relacionadas) satisfacen sus aspiraciones. No es para menos. La recuperación de la posición geográfica, como consecuencia de los Tratados del Canal Torrijos Carter (1977), que entraron en efecto en 1999, disparó los ingresos del país. Pero, los trabajadores (del campo y de la ciudad) han perdido sus empleos y los que manejan las finanzas han visto sus fortunas crecer casi sin límite.
El indicador tan popular entre los economistas, el producto interno bruto, pasó de menos de US$10 mil millones en 2000 a casi US$60 mil millones en 2017. Los partidos tienen la tarea de convencer a la población (especialmente a los trabajadores) que gracias a esos miles de millones de dólares que entran al país ellos están mejor que antes. La misión se hace cada vez más difícil ya que la ciudadanía no participa de la repartición de los millones y ya no cree en la democracia de los partidos. En otro artículo hay que analizar el papel de las candidaturas de libre postulación que pueden ser la solución a la pérdida de legitimidad de los partidos.
El FAD, que no forma parte de los partidos políticos neoliberales, plantea un cambio que consiste en la regulación de las tareas gubernamentales y su relación con el sector empresarial. Por un lado, acabaría con la corrupción rampante y, por el otro, levantaría los sectores productivos – agro e industria – del país.
16 de agosto de 2018.
Ilustración: Peña Morán
Last modified: 19/08/2018