Por: Manuel Orestes Nieto
¿Donde desembocará finalmente la destructiva y perversa locura de este hombre que ahora regresa preso y apela a una salud desajustada para que siga el circo decadente y la ocultación asombrosa y enorme de lo que aquí ocurrió, en saqueo, robo, heridas muy dañinas a las instituciones, pérdida de la confianza del pueblo, extravío ético y el envilecimiento de sectores importantes de la sociedad, aprovechando sus miserias, su raquítica o nula educación para entender que usan sus necesidades y edificar, así, millones sobre el hambre colectiva y la pobreza congelada sin gobierno que haga nada.
Martinelli es, con toda seguridad, uno de los seres más funestos y de mente torcida que ha dado Panamá. El país compró una vulgaridad envuelta en aparente carácter y en realidad era una farsa. No cambió el país, lo ha desfigurado con aquel estilo bachiche que ostenta pero asquea. Puede que en el 2009 sus cantos de sirena tuvieron eco porque alegó que era un hombre de éxito que amaba Panamá y no necesitaba cogerse la plata del pueblo. Es, casi seguro, la peor encarnación de mentiras y máscaras, desprecio y soberbia de la cual tengamos noticias desde que la república nació. Estropeó vidas, reventó indígenas, ofendió periodistas y su razón de vida era amasar dinero sin considerar los métodos, leyes, ni si constituían delito. El país lo manejaba como su cadena de tiendas o su casa. Pretendió ser dueño de vidas como si fuésemos ganado. Se creyó dios y algunos alimentaron ese espejismo. Fue un alacrán que tejió una telaraña y terminó atrapado en sus propios actos despreciables. Hoy el país paga un precio descomunal por su sentada en el palacio presidencial, haciéndole los mandados a los gringos según su propia confesión escrita.
Robó pero hizo, es una dolorosa equivocación que se ha expandido para tratar de explicar una bonanza que se desinfla. Lo incapaz y pusilánime de Varela ha hecho que la comparación salte a la vista. Pero no es correcto, aunque esté en boca de humildes ciudadanos afirmar que se perdona robar si haces, salpicas, la plata circula. De un país que en caída libre ya como que estrellamos en el pavimento. Lo que hizo es engañoso no es una virtud. Robar porque mandas es torcer toda ética, aplastar la decencia, ser infame, injusto y, dicho sea de paso, delinquir. ¿Qué hizo? ¿Terminó con la pobreza? ¿Nos dejó un sistema educativo de calidad y de oportunidades para nuestra juventud? ¿Resolvió la arterioesclerosis de la CSS? ¿Mejoró la salud en Panamá o la usó para sus andanzas? ¿Que hizo para que no seamos un país con miedo y con inseguridad? En cinco años se partió en pedazos el agro, ¿Donde estaba el genio y casi arcángel presidente? Sociólogos y otros especialistas pueden darnos una explicación de por qué cabe en las mentes que robar y hacer es potable y admisible. Martinelli estaba en lo que estaba y no estuvo nunca en su mente enmarañada hacer nada por el bien común. Siente éxtasis por el atraco. Todos sabemos que hizo. Varela tampoco puso en su sitio el desbarajuste salvaje que dejó Martinelli. Más bien ha sido una forma de prolongación que ya lleva diez años. Ahora el hueco se ha hecho más grande. ¿Hay justicia? ¿Hay alguna institución confiable? ¿El país anda bien? ¿Cómo se sale de esta artera puñalada por la espalda que ha recibido Panamá?
Ilustración: Peña Morán
Last modified: 22/06/2018