Dicen las comunidades: “es la hora de los pueblos”, por la necesarísima sensación de saber que lo que haga falta los pueblos lo pueden hacer, si tan sólo los dejaran.
Hay por todas partes una renovada chispa de energía que hace que la gente se junte, converse y piense junta.
Las comunidades están hartas del despojo, la devastación, la deshabilitación, los engaños, el control, la represión, la violencia y el silencio; hartas de las políticas públicas que les reparten migajas por todo lo que les han arrebatado. De programas que las fragmentan, las seducen y las embarcan en proyectos irrealizables o les imponen la producción industrial de carnes y cultivos, mientras les implantan equívocos alimentarios para que nadie pueda ser libre de trabajar para sí misma y propiciar su propio sustento.
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Last modified: 12/05/2017