La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera y los océanos es producto de un modelo productivo con responsables y víctimas. Es la premisa del libro Cambio climático S.A., editado por Nick Buxton y Ben Hayes, y traducido al castellano por Fuhem.
El cambio climático es uno de los mayores, si no el mayor, desafío colectivo al que se haya enfrentado jamás la humanidad. En este diagnóstico coinciden tanto ecologistas como científicos, políticos y empresarios. Sin embargo, el cambio climático no se produce de forma natural. La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera y los océanos es producto de un modelo productivo con responsables y víctimas. Y sin embargo, en la cobertura, tanto científica como periodística de un fenómeno de tales magnitudes, muy a menudo se ignora la causalidad, y se pone el foco solo en las víctimas y los efectos.
Esa es la premisa de Cambio Climático SA, libro editado por Nick Buxton y Ben Hayes, del think tank Instituto Transnacional y la organización proderechos civiles Statewatch y recién traducido al castellano por Fuhem. El pasado jueves, Buxton presentó la publicación en Madrid, en la que defendió su tesis de que el poder “está moldeando un mundo de privilegiados y desposeídos ante la crisis climática”.
Además de con Buxton, el acto contó con la intervención de Erika González, representante de Ecologistas en Acción y de OMAL (Observatorio de Multinacionales en América Latina) y fue presentado por el director de la Fundación FUHEM Ecosocial, Santiago Álvarez Cantalapiedra.
El evento giró alrededor de la idea principal de Buxton: las élites corporativas se están preparando para una adaptación climática que no revierta el sistema hegemónico actual. Esta preparación se está produciendo, sobre todo, en un plano militar y de seguridad.
Todo empezó en Copenhague
Buxton comenzó relatando el origen de su interés por la lucha climática y sus ramificaciones de descentralización. Todo comenzó para él en 2009, durante la Cumbre del Clima de Copenhague, donde se dispararon las expectativas de obtener un pacto vinculante internacional. Buxton había acudido para colaborar en funciones de comunicación con la delegación boliviana. “De cara al público, todos hacían discursos bonitos y comprometidos, pero luego, entre bambalinas, vi que no les interesaba llegar a ningún acuerdo, solo mantener su posición hegemónica”, explicó el editor.
A partir de ese momento, Buxton y su compañero de edición, Ben Hayes, se lanzaron a investigar los preparativos climáticos de las élites corporativas y militares. Y, según el ponente, no tardaron en encontrar lo que buscaban: empresas como Shell e instituciones militares como el Pentágono ya advertían, en sus modelos internos, de que el cambio provocaría una grave inestabilidad geopolítica. “Pero en lugar de minimizar el efecto, se preparaban militarmente para él. El mensaje es que vamos a entrar en un mundo muy peligroso, y el subtexto es que vamos a necesitar fuerzas armadas para controlar la situación”, explicó Buxton.
No se refiere el editor a conspiraciones. En el libro, como en su presentación, el protagonista es el discurso hegemónico, centrado en la seguridad, como concepto militar y social. “No es un discurso de justicia, sino de miedo, en el que se nos bombardea con mensajes sobre la seguridad. El argumento para que Trump no sacase a Estados Unidos del Acuerdo de París no era la justicia social ni climática, sino la seguridad del país”, explicó Buxton, añadiendo que este es un discurso peligroso: “Realmente todo esto va de su seguridad, la de sus ganancias y la del control de su territorio”.
Hegemonía corporativa transnacional
Erika González, a su vez, realizó una exposición de cómo estas tácticas de militarización refuerzan el poder corporativo de las transnacionales, objeto de estudio de OMAL. La ecologista criticó duramente las estrategias de responsabilidad social corporativa de las grandes compañías, que definió como “lavado de cara”. Además, González afirmó que conceptos como el “capitalismo verde” solo buscan crear nuevos nichos de negocio, sin plantear el abandono de combustibles fósiles y otras prácticas que permitan reducir al máximo los efectos del cambio climático. “No se va a plantear ningún cambio de sistema que no dé beneficios”, afirmó González.
La activista elogió el libro y afirmó que las estrategias de militarización ya se están viendo reflejadas en los asesinatos de ecologistas en América Latina. Para Erika González, estos crímenes no van a dejar de ocurrir, debido un incremento de la competitividad por los recursos naturales.
Fuente: http://omal.info
Last modified: 19/06/2017