En este mes de abril volví a Paris, una ciudad que me “acariñó” en mis años estudiantiles en las Europas. Siempre ha sido una alegría compartir con amigos y colegas alegres días, momentos sabrosos, en esta ciudad maravillosa. Paris: puente de referencias, una casa de abrigo, una calle de sorpresas. Corrían los años 80 y nosotros con nuestros veintitantos años a cuestas…
De estas cosas e historias le contaba a mi amigo Arysteides Turpana, ya en Panamá, cuando nos reencontrábamos ambos en los años 90. El poeta era otro enamorado de la ciudad de las luces y las palabras. Además, Turpana era un amante de la lengua francesa, que llegó a manejar. Él vivía con otras lenguas pero tenia una central, fundamental, su lengua de aguas y de raíz: el dule gaya.
Nunca nos dejamos de escribir por carta, antes de la llegada de las redes y el correo electrónico de los tiempos globales. Además de los rápidos encuentros en Panamá; y hasta unos lindos días que llegamos a compartir, entrado este siglo XXI aquí en Portugal.
Teníamos pensado vernos en Paris en un mes cualquiera del 2025, en algunos bares, calles, cafés, bibliotecas, librerías… donde celebraríamos los 100 años de la Matria, de la Comarca, del Archipiélago, junto a otros hermanos no dules que siempre apoyaron y amaron a la tribu. Fuimos guardando poemas en varias lenguas, junto con breves historias, cuentos y cantos, que serían algo así como el repertorio a realizar. Es que la Casa Grande, el Pueblo Dule celebra en el 2025, el centenario del hecho histórico que cambió políticas, formas jurídicas y geopolíticas, y el manejo soberano de la Matria querida: ¡Kuna Yala!
No será posible, la pandemia se lo llevó en octubre de 2020. Se nos fue a navegar por ríos más sagrados nuestro Poeta Mayor, Arysteides Turpana. Y hemos quedado sin sus nuevas palabras, sus carcajadas que iluminaban el día y los cafés, sus rabias contra los tragalunas, sus sueños…
Pero están con nosotros sus poemas, sus escritos, sus libros y sus indignaciones, gravadas en programas de la tv, en ficheros digitales, en muchas plataformas que serán utilizados por esta generación nueva de dulemar y de muchos que siempre lo admiraron. Sé bien que así será.
Y en este viaje, en este abril 2022 de aguas y amores mil, llegué a Paris para entre otras tareas leer poemas de Turpana, en cafés y otros lugares que él tanto amó. Confieso que no fue tarea fácil por las emociones y los momentos, las memorias y el recuerdo, pero conseguimos conversar con el río, con amigos… y contigo Arysteides.
Me despedí de Paris desde el Pont des Arts, leyendo este poema suyo que cargo siempre como un abrazo, como un saludo:
“Heme aquí en el Pont des Arts/Quemado de beaujolais y gauloises/Lejos de mazorcas tiernas/ Sin flautas de pelícanos ni sol/Pero sobre mis pupilas/Está de pie el archipiélago/Y no hay sombra y no hay niebla/Que lo oculten como al Pont des Arts”.
¡Gracias Turpana, amigo querido, por tus palabras, tus luchas y tus sueños!
Por: Cebaldo Inawinapi
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Last modified: 18/04/2022