Hace más de un mes se declaró un estado de emergencia para enfrentar la pandemia del coronavirus en Panamá. El Gobierno tomó dos decisiones sobre la base de orientaciones que recibía de organizaciones internacionales: 1. Se le dio seguimiento a la evolución de la epidemia sobre la población, tratando de contener la expansión de la infección. 2. Se destinaron algunos fondos a mitigar el impacto de la política de quedarse en casa que obligó a los trabajadores a abandonar sus empleos. No se tomó acción alguna para organizar a la población en sus barrios o comunidades. No se pensó en un plan para incorporar a la gente a las tareas de contención del coronavirus.
Los resultados de las políticas son cuestionables. Los casos de infección siguen aumentando, los casos de cuidado intensivo también, al igual que las muertes. El Gobierno, tratando de mostrar transparencia, convoca a una conferencia de prensa diaria dando a conocer las estadísticas de la enfermedad, así como las medidas represivas de contención. Los epidemiólogos ven con preocupación la expansión del virus. Los médicos incorporan hoteles al plan de atención a los infectados. El Ministerio de Seguridad –que se ha convertido en una Policía– no se explica por qué priva de su libertad cada día a más personas por no cumplir con la orden de quedarse en casa. Si el Gobierno incorporara a las comunidades a las tareas de mitigación no habría tantos problemas.
El Gobierno nacional creó cinco mesas de trabajo para ejecutar las políticas de contención del virus. La primera mesa es la de salud, la segunda es la de seguridad, la tercera es comunicación, la cuarta es economía y la quinta es la de trabajo social. Si el doctor José Renán Esquivel (creador del Ministerio de Salud en 1969) estuviera vivo cada una de estas mesas tendría que trabajar en coordinación con las comunidades organizadas del país. El equipo de Seguridad (la Policía Nacional y los estamentos militarizados) se integraría a las comunidades para que estas hicieran cumplir las medidas de restricción de movimiento. La Mesa de Comunicación tendría equipos comunitarios repartidos en las comunidades de todo el país. El equipo de economía estaría preparando a la población informal para integrarse a una nueva economía “para el día después”. Explicarían el funcionamiento de la suspensión de los cortes de servicios urbanos por falta de pago. La Mesa de Trabajo Social trabajaría a través de las organizaciones comunitarias para entregarle a cada familia -sin ingresos fijos- bolsas de comida y bonos para adquirir artículos de primera necesidad.
¿Conocen los expertos de las diferentes mesas y los altos funcionarios del Gobierno la población panameña? Las encuestas de hogares anuales que realiza la Contraloría no son parte de la información que manejan los equipos que forman las mesas de trabajo. Esta herramienta que produce el INEC constituye la materia prima que debe manejar el Gobierno. Por ejemplo, dónde y cómo viven las familias: hasta el nivel de los segmentos censales. Cómo organizan las comunidades los servicios de salud, la educación y el acceso al agua.
Lo fundamental en un caso como la pandemia, es cómo se organiza la población para producir los bienes que consume y cómo funciona el sistema de distribución. En Panamá, el 60 por ciento de la población económicamente activa es informal. Es decir, su ingreso es inestable, no cuenta con seguro social ni contrato de trabajo. La informalidad tampoco es pareja. El Gobierno considera a los informales como una población peligrosa que debe ser reprimida. Por ejemplo, cualquier joven que busca alimentos para su familia es reprimido. En cambio, una familia acomodada que quiere celebrar una fiesta o salir a pasear en yate recibe un permiso especial o simplemente se hace la “vista gorda”.
El trabajo comunitario a nivel de la salud se abandonó hace varias décadas. No existe –con pocas excepciones- una estructura que le permite al Gobierno coordinar con la gente a esos niveles. Los comités de salud, creados por el doctor Esquivel en la década de 1970, fueron destruidos por los Gobiernos de turno y las juntas locales son inoperantes. Esta coyuntura creada por el coronavirus es un momento propicio para recrear los comités de salud, en cada calle, cada comunidad rural o urbana. Hay que organizar y movilizar a los jóvenes, mujeres y familias de todas las comunidades del país para derrotar al coronavirus.
Por: Marco A. Gandásegui, hijo. Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA).
Fotografía: Archivo Radio Temblor Internacional
Last modified: 20/04/2020