Sirve de título al presente aporte periodístico, la certera afirmación del Arzobispo de Panamá, en el marco de la Cita Eucarística No.48, efectuada el pasado domingo 15 de abril, 2018, en presencia de miles de jóvenes que, con entusiasmo, se preparan para la Jornada Mundial de la Juventud.
Sostuvo, además, que “la dignidad del pueblo panameño se ve pisoteada cada día con los escándalos de corrupción, con la ausencia de una sólida institucionalidad y de un desarrollo económico inclusivo”.
En abierta contradicción con el formidable contenido de la Homilía del Arzobispo Ulloa, el mandatario de la nación, en la VIII cumbre de Las Américas, en Perú, afirmó que “en Panamá se cortó de raíz la corrupción”. Debe ser que vive en otro planeta, aunque nada es raro en “el país del no pasa nada”.
Nadie debe asombrarse de esa absurda afirmación del presidente de la república, ya que el propio mandatario y subalternos suyos han pregonando que todos los males de Panamá son producto de la “percepción ciudadana” y no de la realidad.
Reza el refrán popular que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, lo que lleva al equipo oficial a negar las carencias que sufren la mayoría de los panameños, entre otras, ausencia de equidad en la distribución de la riqueza, falta de agua potable, salud confiable y oportuna y servicios públicos eficientes.
Súmese el empleo de un lenguaje vulgar, contra todo el que proteste o denuncie irregularidades en el manejo del Estado y de los impuestos que pagamos los panameños. El léxico oficial, contrario a la riqueza del idioma cervantino, suma palabras que ofenden a la población, entre otras, “ñañecos, mentecatos y marginales”, a lo que se agrega la descarada afirmación de quien no ve huecos en las calles de Panamá, como si todos fuéramos ciegos y no sufriéramos las consecuencias de una falta absoluta de políticas de mantenimiento vial en el país.
Cuando se prometió en la pasada campaña política agua potable 24/7, nadie pensó que sería realidad en un futuro no determinado, mientras se pierden diariamente miles de galones y barriadas enteras tienen décadas sin el vital líquido. Son crónicas las falencias en materia de educación, canasta básica accesible, transporte público seguro, hospitales oficiales debidamente equipados con personal calificado y medicinas eficaces.
Todo lo descrito y muchísimos otros males reales –no percepción, sigue padeciendo el pueblo panameño, a pesar de que el Fondo Monetario Internacional (FMI,) planteó que Panamá es el país más rico de América Latina por habitante, según informe publicado el pasado 18 de marzo.
Destacamos, para concluir, que esa fabulosa riqueza sigue en muy pocas manos y, principalmente, en los bolsillos de corruptos, mientras se gastan millones en subsidios sin control, ni término de duración, en la promoción turística mundial en una nación sin cultura de servicio y en el país del “no pasa nada” a los delincuentes de cuello blanco, y únicamente los hijos de la cocinera sufren prisión, sin un juicio en derecho, ni el beneficio de medidas cautelares.
Por: Franklin Ledezma Candanedo
Last modified: 17/04/2018