El gobierno del presidente Laurentino Cortizo le presentó a la Asamblea Nacional un proyecto de ley que promueve las empresas público-privadas. La idea ya la está desarrollando la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Una nota de Alma Solís, que apareció en Noticias de Panamá, dice que la junta directiva de la ACP aprobó en enero de 2019 una nueva normativa en materia de concesiones que privilegia la figura de lo público-privado.
Según los promotores de la iniciativa, la normativa “facilita el desarrollo de miles de hectáreas aledañas a la vía que tienen potencial para negocios logísticos, los cuales se podrán desarrollar en conjunto con el sector privado”.
Leroy Sheffer, ex-Presidente del Consejo Empresarial Logístico de Panamá (COEL), asegura que el nuevo reglamento le da luz verde a las actividades económicas que se podrían desarrollar en la zona de explotación exclusiva del Canal. Sheffer señala que bajo el título “Propuestas de Iniciativas Privadas”, la ACP acepta proyectos comerciales, industriales o de servicios en las áreas que son reservadas para el funcionamiento del Canal.
Según Jorge Quijano, administrador de la ACP “el nuevo reglamento de concesiones facilita los acercamientos al sector (privado), que tiene interés en desarrollar negocios dentro de estas áreas”. El nuevo reglamento permitirá que una empresa o empresario proponga un plan de negocios para que la ACP lo evalúe. Antes que entrara en vigencia el nuevo reglamento la ACP tenía que licitarlo y poner todos a competir sin reconocerles el derecho de propiedad de la idea a quienes tuvieron la iniciativa. Ahora puede evaluar directamente la concesión o de ser necesario llevarlo a licitación, compensando a la empresa que hizo la propuesta, concluye Quijano.
La iniciativa es comparable a la audacia que tuvieron los próceres en 1903. Pasaron cien años y los bis-nietos de aquellos audaces “próceres” han vuelto con venganza. En aquella época, EEUU se interpuso a sus objetivos que era apropiarse de las rentas que arroja la posición geográfica del istmo. Un siglo más tarde y seis gobiernos neoliberales pos-invasión, elegidos en procesos electorales cada cinco años, han establecido las reglas para que los especuladores se apropien de las riquezas que genera la posición geográfica de Panamá. El instrumento para que los rentistas sientan sus reales a orillas del Canal es la ACP. Las figuras que facilitan la operación son la concesión y la iniciativa ‘publico-privado’.
Los herederos de los audaces ‘próceres’ pueden cantar ‘por fin llegamos a la victoria’. La invasión militar norteamericana de 1989 les entregó la posición geográfica del istmo, aseguró que el Canal de Panamá cayera en sus manos y puso a su disposición las áreas (incluyendo la cuenca) que rodean la vía interoceánica. Todo fue colocado cuidadosamente en una caja envuelta en papel brillante. Sólo falta el lazo. ¿Cómo puede la audacia de un puñado de personas arrebatarle a un pueblo las riquezas que han logrado crear durante varias generaciones?
Con la reforma de la estructura de negocios de la ACP y la promoción de alianzas público–privadas, se ha puesto en marcha un gigantesco movimiento que le permite a la clase rentista apropiarse del Canal de Panamá y las áreas que rodean la vía interoceánica. El Canal de Panamá no estará al servicio del desarrollo nacional. Será la pieza central de un gran plan de apropiación privada de las rentas que genera la posición geográfica de Panamá.
Hace poco la opinión pública fue testigo de las luchas de los residentes que colindan con la avenida Omar Torrijos, entre Albrook y el acceso al puente Centenario, para detener la destrucción de su ambiente. El gobierno estaba creando, para provecho de unos pocos rentistas, un área de varios centenares de hectáreas para facilitar el desarrollo urbano, sin plan y en beneficio de un puñado de inversionistas. La avenida Omar Torrijos es sólo la punta de un iceberg que se levanta poco a poco en torno al Canal de Panamá.
Los residentes de las áreas revertidas del Pacífico han decidido enfrentar la arrogancia y audacia de los rentistas. Delante de sus viviendas han pasado los tractores de los rentistas que se creen dueños del Istmo. Afortunadamente, los residentes de las áreas revertidas han dicho: ¡No pasarán! Se han colocado en la vanguardia de una lucha que es de todos los panameños. ¡Ascanio está presente y su sacrificio no será en vano!
8 de agosto de 2019.
– Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
Last modified: 10/08/2019