Amanece, y en la mesa de dominó las fichas están dispersas. Cada quien juega su mejor juego, mientras en el puesto de atrás, una masa de espectadores inmóviles observa.
Maquiavelo decía que “en general se juzga más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.
El 9 de enero de 2018, miles de personas salieron de sus casas con el afán que provocan diferentes emociones. Unas, con el corazón hinchado y con ganas de recordar un año más la insurrección popular del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964, junto a quienes sobrevivieron a esta gesta patriótica o bien acompañando a movimientos sociales en torno a esta manifestación; otras miles, haladas por la magia de la televisión y por qué no, indignadas por la corrupción que nos coquetea descaradamente, acudió a un “parking” para alzar su voz y quejas, entre un número de no pocos infiltrados de dudosa reputación para alzar un cartelón de no a la corrupción.
La aparición de las Tecnologías de la Información y Comunicación -TICs, enajena. Y es que vivimos tiempos apresurados y convulsionados, donde al calor del ánimo que surgió al hablar un conocido productor de televisión, muchas personas validaron el discurso de hacerle frente a la corrupción. Sin embargo, y casi sin darse cuenta, cayeron en un juego donde el sujeto en cuestión se volvió el protagonista. Noten que las personas que acompañaron la iniciativa, ninguna figuró con más tendencia mediática que éste. Y el enfoque de la manifestación, aunque obtuvo una respuesta favorable, compitió con la popularidad de dicha persona. Aunque se intentó corregir la sobre-exposición de dicha persona, el hecho estaba consumado. Entonces, debemos remitirnos a algunas teorías que se vuelven vigentes, porque como reza una frase popular, “un pueblo que desconoce su historia, está condenado a repetir los errores.”
El impacto en redes sociales de la figura de dicho productor de tv, disparó su tendencia en la opinión pública a altos niveles, en un momento fue su figura, luego la actividad y él: No tenemos que remitirnos a ningún monitoreo, con solo salir a la calle se percibía un alto posicionamiento de imagen, que entre críticas por su doble moral o apoyo, disparaban efectos que aún se conversan..
Estos hechos no son casualidad. Este sistema mercantilista lanza distractores, y es fácil caer en ese juego de vieja data, incluso algunas personas que quieren hacerle contra, ceden ante la tentación de reaccionar sin tácticas estratégicas.
La teoría de la aguja hipodérmica, tuvo su fuerza entre los años 1900 y 1940, y aunque algunos la consideran en desuso, toma calor en el día a día, en contextos diferentes. Esta teoría explica que las personas quedan impotentes para descodificar los mensajes de los medios de comunicación, se trata de una relación estímulo-respuesta. De tal forma, lo que quieran inyectar a la población expectante pasa por debajo de la piel sin problema y provoca una reacción, la que espera la parte que la induce estratégicamente.
Existen aportes de quienes perciben el poder mediático que se inyecta en las consciencias de espectadores de cualquier medio masivo. Por ejemplo, el productor de cine italiano Federico Fellini, mencionó que “La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural”. Y es que existen formas fáciles de hacerle el juego al sistema y debilitar la defensa del territorio por medio de un arma letal que va directo a impactar nuestra memoria histórica. Y si usted busca pruebas, solo basta una mirada a las fotos de dicho “parking” donde el 9 de enero queda desconocido.
Al día siguiente, las portadas de los diarios comerciales (donde intentamos acceder para poder publicar este artículo), se volcaron en una mirada fraccionada, manipulada en búsqueda de masas y de la noticia que más escándalo hiciera a toda costa.
Urge hacerle resistencia a este modelo de sociedad que nos lanza cáscaras donde con inocencia se puede resbalar o quedar bailando al ritmo del detractor. Hay herramientas sencillas para no caer en ese juego de generarles tendencias, como evitar colocar titulares, fotos y mencionar el nombre de la persona o campaña sendas veces en un escrito. Las empresas de monitoreo “halan” con facilidad estos clip o informaciones para medir las tendencias.
Nuevas formas de accionar han surgido desde los movimientos populares como herramientas de comunicación popular y otras para no generar aumento de tendencias en la opinión pública de estos detractores, como hacer nuevos hashtags, haciendo surgir una contracampaña que se revierte a favor de nuestra causa, movilizaciones con artivismo, las ideas coparían esta página y no sería necesario mencionar nombres ni regalarles protagonismo el día que otros y otras lo merecen, porque se lo ganaron a sangre.
Muchos y muchas nos seguiremos preguntando, por qué el 9 de enero. He llegado a pensar que resbalar no es el problema, sino que nos guste seguir en el piso, obedeciendo lo que manda la tv.
Por: Sharon Pringle Félix
Periodista, Educadora Popular y Miembro del Colectivo Voces Ecológicas Panamá
Last modified: 11/01/2018