Las recientes inundaciones en Valencia han dejado a la vista mucho más que las devastadoras secuelas de un desastre natural. Han puesto en evidencia fallos en la gestión política, una falta de coordinación institucional y la alarmante manipulación de la crisis por parte de sectores de extrema derecha, que buscan capitalizar el dolor y la frustración de la ciudadanía. En un momento en el que la unidad debería ser el objetivo común, ha surgido una narrativa de odio en la que se señala falsamente a los inmigrantes como responsables de la falta de atención hacia los damnificados, fomentando una fractura social que impide el avance y la recuperación.
Errores en la gestión regional
La gestión inicial de la crisis por parte del gobierno regional de Valencia ha sido objeto de fuertes críticas debido a errores graves que, según muchos, empeoraron el impacto de las inundaciones. La Generalitat Valenciana recibió alertas de nivel rojo emitidas por la Agencia Nacional de Meteorología, las cuales advertían sobre la peligrosidad de la situación y la necesidad de medidas preventivas inmediatas. Sin embargo, las autoridades optaron por no activar de manera efectiva los protocolos de emergencia y priorizaron, en cambio, la actividad económica. Esta decisión obligó a miles de ciudadanos a acudir a sus lugares de trabajo bajo condiciones climáticas extremas y peligrosas, lo que los dejó atrapados y expuestos en un momento de alto riesgo.
La reacción tardía de la Generalitat se manifestó en la emisión de alertas a la población cuando el desastre ya había alcanzado una magnitud alarmante. Muchas personas quedaron atrapadas en sus vehículos o en zonas de riesgo, sin medios de escape, enfrentando una vulnerabilidad extrema. La situación caótica y la falta de previsión se vieron agravadas por decisiones políticas previas que habían debilitado los sistemas de respuesta a emergencias: en los últimos años, bajo la influencia de posturas que niegan o minimizan el impacto del cambio climático, la Generalitat desmanteló varios mecanismos de respuesta temprana y contención, reduciendo significativamente la capacidad de reacción ante fenómenos climáticos extremos.
La combinación de una mala planificación, la falta de coordinación y una respuesta tardía evidenció la urgente necesidad de revisar y reforzar los protocolos de emergencia regionales. Los fallos en la respuesta ante esta catástrofe dejan claro que los sistemas de emergencia deben ser evaluados y adaptados a los riesgos actuales, considerando que los fenómenos extremos son cada vez más frecuentes debido al cambio climático.
La postura del gobierno central de evitar el conflicto político dejó sin una respuesta rápida y eficaz a los ciudadanos afectados
Una respuesta insuficiente del gobierno central
Por su parte, el gobierno central también ha sido criticado por su limitada intervención. Si bien el gobierno central tiene la facultad de actuar en situaciones de emergencia para proteger a la ciudadanía, optó por no intervenir directamente en esta ocasión, en un intento por respetar las competencias del gobierno regional y evitar conflictos políticos. Este enfoque buscaba preservar el equilibrio y la autonomía de las regiones, pero la falta de una intervención clara y contundente en un momento de crisis ha sido interpretada por algunos sectores como una muestra de inacción y abandono.
La postura del gobierno central de evitar el conflicto político dejó sin una respuesta rápida y eficaz a los ciudadanos afectados. Esta decisión, aunque motivada por el respeto a la descentralización y a los roles administrativos, ha sido criticada porque prolongó la sensación de desprotección en la población afectada. En lugar de actuar de forma unida y coordinada, los niveles regional y central han mostrado una desconexión que solo ha alimentado el descontento y el malestar social.
La manipulación de la crisis por sectores de extrema derecha
En este contexto de errores y fallos institucionales, sectores de extrema derecha han aprovechado la oportunidad para fomentar una narrativa de odio y desconfianza, utilizando la tragedia de las inundaciones para promover su agenda anti-institucional. A través de redes sociales y plataformas digitales, han lanzado ataques al gobierno central, presentándolo como insensible e incapaz de responder a las necesidades de la ciudadanía, y han evitado señalar los problemas en la gestión regional, focalizando su discurso en desacreditar a la administración central y a la clase política en su conjunto.
Al no abordar los problemas de fondo en la gestión regional, estos grupos intentan capitalizar el descontento y redirigirlo hacia su narrativa de desprestigio político. Con esta estrategia buscan fortalecer su base de apoyo, promoviendo la desconfianza en las instituciones y desviando la atención de los problemas estructurales de la crisis. Así, mientras el gobierno central intentaba evitar conflictos, la extrema derecha ha manipulado la tragedia para fomentar la desconfianza, erosionando la credibilidad de las instituciones y socavando los esfuerzos de cohesión social necesarios para enfrentar una crisis de esta magnitud.
El discurso de odio como herramienta de manipulación
En este clima de desconcierto, la extrema derecha ha encontrado un terreno fértil para su agenda de odio, aprovechando la frustración de la ciudadanía para redirigirla hacia el colectivo inmigrante. Estos sectores han impulsado un discurso que acusa al gobierno de priorizar la ayuda a los inmigrantes sobre el apoyo a los damnificados, una narrativa infundada y sin base que busca canalizar el malestar de la población hacia un colectivo vulnerable.
Además, han difundido rumores falsos de saqueos y robos, atribuyéndolos a personas migrantes sin aportar pruebas. Estas acusaciones, que no solo son infundadas, buscan explotar el miedo y la frustración de la ciudadanía, desvirtuando el foco de la crisis para promover una imagen de caos y descontrol en la que la inmigración es percibida como una amenaza. Esta estrategia de manipulación del odio, a través de la propagación de estereotipos negativos y la criminalización de un colectivo ajeno a la gestión de la crisis, revela cómo los sectores extremistas utilizan las crisis para promover su discurso xenófobo.
En un escenario en el que la información puede salvar vidas y orientar la respuesta ciudadana, la propagación de noticias falsas y discursos de odio es un peligro añadido
La desinformación como peligro añadido en tiempos de catástrofe
Las inundaciones en Valencia han subrayado la importancia de contar con políticas ambientales y de prevención adecuadas, pero también han evidenciado el riesgo de la desinformación en tiempos de crisis. En un escenario en el que la información puede salvar vidas y orientar la respuesta ciudadana, la propagación de noticias falsas y discursos de odio es un peligro añadido. Los mensajes de desinformación en redes sociales y medios de comunicación amplifican la fractura social, promoviendo desconfianza y rechazo hacia la comunidad migrante.
La instrumentalización de la crisis para fines políticos revela un aspecto profundamente preocupante: ciertos sectores no solo buscan ganar apoyo en momentos de dificultad, sino también erosionar el tejido social y socavar la confianza en las instituciones. La narrativa xenófoba que han promovido ataca a las personas migrantes y fragmenta la sociedad, debilitando la solidaridad en un momento en que la unión y el esfuerzo conjunto son esenciales para la recuperación.
La importancia de la transparencia y la responsabilidad
La crisis de las inundaciones en Valencia nos recuerda la importancia de la transparencia y la responsabilidad en la gestión pública. Los errores cometidos, tanto a nivel regional como central, no solo han intensificado el impacto del desastre, sino que también han alimentado un discurso de odio que ha dividido a la ciudadanía. Es fundamental que tanto la Generalitat Valenciana como el gobierno central reconozcan sus fallos y se comprometan a mejorar sus sistemas de respuesta ante emergencias.
Por su parte, los ciudadanos tienen un papel importante en la lucha contra la desinformación y el discurso de odio. En tiempos de crisis, es esencial que mantengan una actitud crítica frente a las fuentes de información y rechacen los mensajes que intentan dividir y manipular sus emociones. La instrumentalización del sufrimiento y el uso de la xenofobia como herramienta política no solo agravan la situación, sino que también erosionan los valores de solidaridad y unidad, indispensables para superar los retos que las crisis climáticas nos presentan.
A pesar de los discursos de odio y desinformación que algunos intentan promover, debemos recordar las imágenes que realmente capturan el espíritu de solidaridad en tiempos de dificultad: personas españolas y migrantes trabajando juntas, limpiando calles, apoyando a los damnificados y ayudando a devolver la normalidad a las comunidades afectadas. Estas escenas de colaboración y esfuerzo común son el verdadero reflejo de una sociedad que, en lugar de dividirse, elige unirse para enfrentar la adversidad.
Las inundaciones en Valencia han dejado una lección clara sobre la importancia de la responsabilidad, la preparación y la cohesión social. A medida que enfrentamos un futuro en el que estos desastres pueden volverse más comunes, es esencial que la sociedad y sus líderes trabajen juntos, no solo para prevenir nuevas catástrofes, sino también para garantizar que ninguna agenda política utilice el sufrimiento como herramienta de división.
Por: Aziz Allaouzi.
Foto: Gabriel Rodríguez
Este material se comparte con autorización de El Salto
Tomado de: desinformemonos.org
Last modified: 09/11/2024