En ningún otra parte del mundo el cierre de la “Puesta en Escena” habría sido de esta manera, sin duda, eso solo es posible en Teatro La Fragua. Juana Pavón, la loca para muchos, la poeta, la artista diversa y compleja volvió a las tablas en la voz y canto de un grupo de personas – jóvenes emergentes la mayoría – que reconocen en ella, con profundo respeto por lo que otros y otras hacen, la más grande expresión de la libertad y el verso, de la palabra y la luz como un solo elemento, esa sujeto, su poesía.
Las tablas viejas y llenas de memoria del Teatro La Fragua se abarrotaron, se llenaron de rostros y un momento después de aplausos. Aplausos por la vida, por la cultura, por el arte, por la poesía, por nuestra cordura que para otros es locura, por Juana Pavón que para muchos es loca y para nosotros y nosotras es la poeta. Esa combinación de luz, sonidos de guitarras, de poemas y el rostro permanente de Juana dieron el toque perfecto a la propuesta. Fue tan perfecto que unas horas después, cuando todo había pasado, me compartieron una foto en la que una de las personas, parte del publicó, enmarcó y colgó el afiche conmemorativo al homenaje en una de las paredes de su casa. Eso no tiene precio.
La puesta en escena es la postemporada que se organiza en el Teatro La Fragua para dar el último apretón al bagazo de caña de donde se extrae el arte con el que – después – se hará la rapadura cultural que nos sustentará hasta diciembre, tiempo en el que vuelve a la escena “Navidad Nuestra”. Nada es casualidad, en este escenario y con esta compañía cultural la casualidad no existe, lo que hay es un proceso histórico, erudito, digno y comprometido de hacer arte liberador, de hacer cultura desde con y para el pueblo, de reinventar Honduras más allá de los asesinos de la identidad y exponentes de la idolatría pueril que da el poder y el dinero.
Atrapada entre las redes
Al fondo y con la magia de las luces podía verse el rostro de Juana. Así como solo ella puede ser, atrevida y autentica. Atrapada entre redes, entre nubes, entre las tablas. Unas horas antes un grupo de nosotros y nosotras comandados por Luis y Kevin – miembros de la compañía Teatral la Fragua – fuimos acomodando, como se nos ocurría, los enceres de lo que pensamos la escenografía, desde donde cuidamos siempre el centro fuera Juana Pavón.
Con ellos colocamos sillas, mesas y manteles con un toque tan sephia que inevitablemente evocó las nostalgias. Esas que – entre tablas – marcaron la vida de muchos, se tejieron recuerdos, se cruzaron caminos y definieron proyectos compartidos de los muchos que ahí llegaron para hacernos compañía. También colgamos las redes y se proyecto la luz azul que, evocando a Rubén Darío, definió casi exacto el Atrapados en Azul. Y ahí atrapamos la autenticidad de Juana Pavón.
Pero Juana también estuvo atrapada en otras redes desde donde muchos y muchas que la malquieren han querido desmeritar su talento. Las redes del guaro y el tabaco, por ejemplo, le hicieron tambalear sus pasos pero jamás su convencimiento de ser poesía, de generar con esa poesía esperanza y luchar por que en Honduras, esta eterna tierra de feudos patriarcales, Golpes de Estado y dictaduras eternas la vida sea un verso que, desde el verbo mismo, reconfigure este modelo de sociedad y construya otro menos dividido y más equitativo.
Juana se hiso red con muchos artistas en donde encontró amistad y odio, pero como ella misma dijo “me valió ver… todo”. Supo desde siempre que lo suyo era hacer el verso y decirlo. Y aunque incomprendida por muchos y muchas hoy Juana es Juana y su poesía es grande y profunda y su nombre suena en distintas latitudes. Lo he confirmado yo cuando me ha sido posible.
Por mucho tiempo Juana ha visto su vida entre redes y como puede se desenreda para seguir adelante. Ella me contó, con dolor de esos que aprietan el alma, que el machismo ha sido la más dura de todas las redes en las que se ha visto atrapada. Este puto patriarcado, expresó con indignación profunda, socaba cualquier posibilidad que se genere para nosotras esas sujetas. Nos convierte en simples brasieles (desconozco la forma correcta de escribir esta palabra si la hay) que tapan tetas y en culos que deben estar disponibles para asumir la hegemonía atómica que sobre los cuerpos tienen los hombres. Juana sabe del machismo desde sus primeros días, pero asegura que se irá sabiendo que, más de alguna logrará vivir mejor sus últimos días y más de alguno sabrá que ser mujer no es una simple expresión en la vida sino, aunque duela, la vida en su máxima expresión.
Juana en el Teatro La Fragua
Me encontré con Juana viendo una obra de teatro – que retrataba su vida – entre las gradas del escenario más lindo del mundo, el Teatro La Fragua. Estaba sentada, quieta, solo observando. Con ese dejo imperdible de duda en su mirada y la inevitable marca del tiempo definiendo rutas en su ya bien ajetreada piel.
La obra fue como una clase de historia y humanidades en una sola. Aprendimos de Juana en su lucha, en sus andares, con sus plegarias y dudas. De Juana en verso, en las lecturas, de sus poemas y de cuando ella siendo ella jamás deja de sorprender. Y en las tablas de la Fragua esa historia parecía como sacada de una guión medieval, dolorosa y épica, con heridas de muerte pero inconclusa. Juana tiene un legado escrito en esas tablas y todos de alguna manera se lo reconocemos. Su autenticidad no tiene limite alguno. La recuerdo leyendo un poema y entre el mar de gente, cuando el poema terminó decir con absoluta libertad, “si le cambié algo al decirlo y alguno/a entre ustedes se dio cuenta me vale ver… el poema es mío”.
Sin ella saberlo en el Teatro la fragua le guardan mucho más que respeto, le tienen cariño eterno. Me di cuanta cuando en los preparativos del evento de lectura de poesía en su honor Edy director artístico y Jack Sj director general dejaron que los muchachos y muchachas de la compañía se metieran de lleno y aportaran cuanto pudieran. Y entonces se les podía ver a Luis y Kevin haciendo magia para que las cosas que pedíamos fueran posibles, Ángel, María, Jazmín en la administración de ingreso, manejo de recursos, boletería; Chito, Edilberto y Fabricio trapeando las gradas y controlando luces, sonido y video, además a Jimena Cartagena – bella y rebelde – ofreciendo café con la sencillez suficiente que una actriz de su calibre tiene y no le ahueva servir o pensar que una acción como esa le desvaloriza.
Un momento: dos honores
Sin haberlo programado me he dado dos enormes placeres en este momento de la vida. Saludar, con sombrero ajeno por que el trabajo lo hicieron Alexandra Prudencio y Juan Francisco Andrade, al Teatro La Fragua con un cuadro alusivo a la vida y obra de Juana Pavón y con el homenaje que sobre ella, con los versos y canciones de todos las y los miembros del Colectivo Cultural Atrapados en Azul le tributamos.
Con el primero dejo en manifiesto que el Teatro la Fragua es, sin dudarlo un instante, el encuentro oportuno que necesita este proyecto artístico llamado Atrapados en Azul para girar en torno a la gestión cultural. Proyecto que permitió el encuentro de muchos y muchas desde los primero días hasta los de ahora y que no hubieran sido posibles sin las tablas llenas de memoria del escenario cultural más grande que pisaré el Teatro La Fragua. Ningún colectivo por si solo tiene el éxito que este tiene a no ser por la fortaleza que la da la existencia de un ente institucional mayor como el Teatro La Fragua.
Con el segundo es como reconocer en mi – en estas dinámicas culturales – lo que hay de los otros y otras. Y eso es Teatro La Fragua, Jorge Federico Travieso, Roberto Sosa y la mismísima Juana Pavón. En su regazo fue emergiendo mi verso y se perfilaron mis ambiciones literarias. Fueron, sin duda, estos acercamientos los que hoy definen mejor lo que culturalmente he podido ser.
Acá se nace actor y de eso dan fe Jack, Edy y Chito que han visto generaciones y generaciones de jóvenes llevar a escena su vida en esas tablas. Se amplían las otras dimensiones artísticas como las de músico, bailarines y poeta viendo o compartiendo el escenario con personas tan queridas como Marco Tulio del Arca, Odgar Mendoza, Guillermo Anderson, Mito Castillo, Gustavo Cardoza, Fernando y Carlos Alvarado, Joaquín Mejía, Héctor Lezama, Joksan Flores, Rigo y Guillermo Fernández entre muchos otros más. Y hoy, después de muchos años, en esas mismas tablas que alimentaron mis pensamientos, aporto para abrir en otros y otras algo de lo que en mi fue posible.
Por eso unos días después puedo decir con absoluta certeza que saludar a Juana Pavón y su obra desde las tablas del Teatro La Fragua y sus incontables memorias fue la combinación perfecta para decir, con absoluta satisfacción “Tierra, fuego, Aire, Agua” por favor apoyemos al Teatro La Fragua, y que a pesar de esta horrible crisis que nos mantiene en cuarentena sigan habiendo muchas “Puestas en Escena”.
Héctor “Chaco de la Pitoreta” Flores
Last modified: 12/11/2018