Dos niñas mártires fueron asesinadas el 9 de enero de 1964, Maritza Alabarca Ávila y Rosa Landecho. La primera, una infante Kuna, de apenas seis meses de nacida, vivía con su familia en Colón, provincia que también se insurreccionó contra la masacre del ejército más poderoso del mundo. Los gases lacrimógenos bombardearon a esta provincia e intoxicaron sin piedad, a la mártir más joven de esta gesta heroica.
La segunda niña mártir apenas llegaba a los 13 años, cuando una bala infame del agresor colonialista le apagó su inicial adolescencia en el barrio de San Miguel, donde vivía, en el mero centro de la ciudad de Panamá, al calor de la lucha por la dignidad de la patria mancillada.
Los diecinueve mártires varones, entre los 14 y 70 años de edad, fueron avasallados en la lucha por la soberanía nacional, eran estudiantes en la flor de su juventud, obreros y trabajadores de distintos oficios, un guardia nacional y un pugilista, cayeron en el campo de batalla como estrellas luminosas de la dignidad: Ascanio Arosemena (19), Ezequiel González Meneses (28), Estanislao Orobio (18), Víctor Manuel Iglesias (26), Gonzalo Crance Robles (14), Teófilo de La Torre (38), Alberto Oriol Jr. (36); Rodolfo Benítez Sánchez (33), Víctor Manuel Garibaldo Figueroa (29), Ricardo Murgas (40), Rogelio Lara (70), Jacinto Palacios Cobos (23), Vicente Bonilla (15), Jorge Enrique Gill (17), Alberto Nicolás Constante (35), José del Cid (17), Ovidio Lizardo Saldaña Armuelles (25), Renato Lara () y Celestino Villarreta ().
Centenares de personas heridas que combatieron la agresión con valentía, aún relatan las atrocidades vividas y persecuciones en los aciagos días del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964. Otras miles, de las multitudes de patriotas que salieron a las calles en distintos puntos del país, dan fe de la ignominia, el ruido ensordecedor de las balas y el enfrentamiento que hicieron al agresor armado, sin el menor temor. El pueblo dio la talla, movilizándose y exigiendo la defensa de un país que no permitía un día más de humillación, ni extranjera, ni de los vende patria de adentro.
A esa generación que ya traía un cúmulo de ejemplos de luchas anteriores contra el enclave colonial, que ofrendó su vida, que salió herida en sus cuerpos, que marchó indignada y defendió al país a pesar de no tener armas, pero que tuvo el valor de poner la semilla para que se multiplicaran las conquistas obtenidas, se ganó el honor y la gloria de la patria agradecida, que simbólicamente le ha encendido la llama eterna en la antigua escuela de Balboa.
Conocer la historia de la gesta heroica de 1964, hará comprender a las nuevas generaciones, que este es un día de homenaje y recordación a los verdaderos héroes, heroínas y mártires de la patria que abrieron el camino de la soberanía total que hoy se disfruta en todo el país. Sólo por ello, el 9 de enero se respeta.
Panamá, 9 de enero de 2018.
Por: Briseida Barrantes Serrano
Last modified: 09/01/2018