Pese a los largos siete días que lleva caminando sigue sonriendo con la misma intensidad que el primer día. Lo sé porque veo sus fotos, lo sigo en las redes y voy midiendo su andar con cada publicación que esta haciendo desde donde puede y cuando puede. Mi más grande temor desde que supe que él andaba en esos caminos es que pase un día y no vea sus publicaciones, por que en esas rutas y con las condiciones en las que está la humanidad actual, un día de silencio presupone siempre lo peor.
Perdón. Hablo de Oscar Javier y tengo su permiso para escribir esto y publicar sus fotos. Fue lo primero que hice. No quiero caer en el juego mediático de muchos que hablan y se indignan pero, solo es en estos espacios, no son capaces de articular las calles o renunciar a los privilegios del ego que genera el poder para solidarizarse con sus hermanos y hermanas que van en el camino. Por eso este artículo quiero que se sienta como Oscar Javier, que huela a él y que en cada palabra se vaya esa sonrisa de esperanza que Oscar Javier está dando a los y las que con él escapan de la pesadilla juanorlandista.
Le pregunté como estaba la cosa y su respuesta fue hay de todo, como siempre. Pero más allá de lo que hay en los medios de comunicación una cosa que sí es cierta es que el pueblo mexicano ha sido maravilloso. El día que las más de tres mil personas decidimos ignorar a las personas que se atribuyen el liderazgo y saltar el río, al otro lado nos esperaba Ciudad Hidalgo, nos convecinos de ello. Para las autoridades los Derechos Humanos van a la mierda pero el pueblo, desde la pobreza misma de los pueblos y la solidaridad con el que camina, es otra historia, nos dieron agua, comida y confianza de poder llegar, eso a mi gusto es esperanza. Asumo que cuando dijo esto sonrió.
Me dice que lo de los buses todo fue un engaño y un montaje para desmentir lo que ahora se dice de la crisis migratoria en Honduras y la enorme y única responsabilidad que el estado, en el gobierno nefasto de Juan Orlando Hernández, tiene a la población. Que a lo largo del camino hubo muchos que – haciéndose pasar por caminantes aunque sin duda era activistas de partido nacional – se acercaban a la gente y le ofrecían dinero para que se regresaran. La gente tomaba el dinero pero regresarse ya no, esa ya no es una opción para que los que iniciamos este recorrido, me dijo. Asegura que este grupo de personas manipularon tanto la situación que llegaron incluso a dividir la caravana y la mejor prueba de ello es que a Tapachula, donde ahora él esta descansando han estado llegando en grupos pequeños por que estos les hicieron creer que les encontrarían otras maneras de pasar.
Me asegura que han experimentado el desprecio, la traición y manipulación de algunos liderazgos establecidos en el camino y de las autoridades de todo tipo, pero que prevalece el amor y la solidaridad y que ver esa gente caminar, cansados, casi sin vida pero con tanta esperanza le recuerda que seguir vale la pena. Acá hay sobre todo amor, me dice, y eso lo hemos sentido cuando tocó saltar al río, asirse de un lazo para pasar, arrebatarle un niño al policía migratorio, dejar de comer para dárselo a otro que tiene más hambre y cargar en hombros al que, por alguna razón, sus pies no dan más en el camino. Es otra historia en su vida dice – escríbala le digo – que después de esto, independientemente del desenlace su vida no será igual.
Me aconsejó que no me creyera todo lo que dicen los medios de comunicación incluso, me insistió, aquello que están publicando algunos y algunas en las redes sociales. Para que te hagas una idea incluso la palabra, cuando algún medio se nos quiere acercar para entrevista, nos es negada bajo el alegato de que mejor que solo unos tengan y abracen la opinión de todos y todas las que caminamos. Acá las cosas son mucho más que un asunto ideológico, más que un condición migratoria regulada.
Al final de la plática, aunque fue virtual, yo espero que Oscar Javier siga conservando la sonrisa con la que salió de acá y, con ella, contagie alegría a la gente que camina. Espero que llegue a su destino y que estando ahí siga sonriendo y haciendo sonreír a los y las que hoy están con nostalgia y miedo por la angustia que supone ese camino asumido.
Espero que juan orlando, esa mente criminal detrás de este gobierno expulsor y discriminatorio, reconozca el mal que le hace a esta Honduras y tenga vergüenza, y se someta a la justicia y nos deje de joder. Espero como dice Melo, si ese el Padre, que ojalá los que nos quedamos hoy seamos capaces de articular la gran caravana interna que nos lleve a Tegucigalpa y le arrebatemos el poder a quienes en los últimos años no han hecho otra cosa que no sea jodernos.
Texto de Héctor “Chaco de la Pitoreta” Flores
Fotos de Oscar Javier Córdova
Last modified: 22/10/2018