(Cebaldo) En su lectura de la naturaleza, en su mapa de memorias, los kunas denominaron al mes de febrero Ari Nii, mes de la iguana. Son días de lluvias ligeras, algunas lloviznas, en honor a la Ari, que pronto bajará de su sagrado árbol y quiere un suelo fértil, una tierra fresca donde depositar sus huevos. Días estos de breves visitas de las aguas del cielo que la tierra agradece.
Esas son cosas que los adultos cuentan a los críos, son cosas que el pueblo vive. Son lecturas del cielo, gramáticas ambientales que viajan de cuerpo en cuerpo, de boca a boca, de aldea en aldea.
Y pronto empezará la limpieza de los montes, la tala de árboles, después se quemará el terreno y se sembrará el coco, el plátano, el guineo, la yuca, el ñame, el cacao, el café, los aguacates, el otoe, la caña de azúcar y el maíz, según la necesidad e interés de los comuneros y las familias.
(Jorge) Retratas muy bien un febrero en tu aldea, en Usdup, Cebaldo. Tuviste la suerte de crecer rodeado por el mar Caribe (que no Atlántico), allá en Kuna Yala. Con la cordillera al frente, a la vista siempre, constante, plena de selvas tropicales y de significado de soberanía para tu pueblo. Porque todo el paisaje que rodea la niñez de un kuna (o guna si quieres), está vivo y le habla. Y le dice que es parte de él o de ella en la manera en que “tierra” y “territorio” son y significan para un indígena.
(Cebaldo) En febrero en muchas islas, en la plaza central, los coreógrafos, los tocadores de flauta, las lindas bailarinas, ensayan todos los días, y el sonido de tantos instrumentos invade la isla. Ensayan diariamente porque se acerca la Gran Fiesta, la Fiesta Mayor, Bila Inna. La fiesta de la alegría, el Inna, la ceremonia más completa de los ritos dules, en homenaje a la paz construida, a la tierra protegida. Paz y Tierra que costaron mucha sangre, mucho dolor.
Ilustraciones de Ani M. Ventocilla King
Recuerdan y cantan a los hechos ocurridos en un febrero de hace ya 95 años. Cuando cansados de tanto dolor, sufrimiento y agresiones, el Pueblo Dule se levantó en armas contra el Estado panameño de ese entonces, que a la fuerza y de forma violenta trató de acabar con su cultura, su forma de entender la naturaleza, de gobernarse y construir su mundo.
(Jorge) Te he contado antes cómo fue que llegamos por primera vez a Kuna Yala con nuestro padre, Eleodoro. Era febrero de 1975 y estábamos invitados a la conmemoración de los 50 años de la gesta. Nos alojamos en casa de mis queridos amigos Efraín Castillero y su esposa Graciela. Lúcido, siempre sonriente y con todos los años posibles encima, Efraín sigue en este mundo; y me repite cuando nos vemos allá en Koskuna, donde Delio Guerrero, que no tiene ningún interés en mudarse. William Smith era el sahila de la comunidad en aquel primer viaje – y en la Casa del Congreso los ex-combatientes del 25, sentados en las primeras bancas, aun sumaban dos o tres decenas.
Me has dicho, años después, que en ese febrero tú también estabas en Usdup. Y que nos viste – a Eleodoro y sus críos – por las calles de la aldea. Vueltas que da la vida hermano, quién iba a pensar que un día terminaríamos escribiendo textos a dos manos, para cantarle a la Luna Llena como hacen los coyotes.
(Cebaldo) En los febreros, en una esquina de la aldea, algunos jóvenes ensayan una obra teatral comunitaria donde se cuentan esos días de violencia, los días clandestinos, las horas duras de los combates y la batalla final de aquel febrero de 1925. Memoria del pueblo, reconstruida cada febrero por los nietos de los que un día pintaron su cara de achiote indignado. Teatro que se repite en varias aldeas de la Comarca.
(Jorge) …El poeta Turpana me dijo una vez que ese era “el teatro pobre más grande del mundo”. ¡Qué ganas de celebrar! ¡Qué ganas de no olvidar! La Revolución Kuna de 1925: sin ella otra hubiera sido la historia. No solo de tu pueblo Cebaldo sino también en una medida de la República de Panamá. Y no exagero si digo que también de los otros pueblos indígenas de “Abya Yala” (termino kuna usado ahora para nombrar mejor a todo el continente). Válido es cualquier esfuerzo por entender la Revolución Kuna, que tuvo que ser y que se recuerda sin odios ni revanchismos.
Creo que todos hemos crecido un poco gracias a febrero de 1925.
(Cebaldo) Desde que tengo memoria, soñaba que un día participaría en la obra teatral que revive la revolución. Y así fue; en tantos febreros fui policía colonial, secretario de Nele, creo que una vez Intendente (otra figura colonial), alguna vez simple comunero. Lo que nunca fui – y era el mayor de mis sueños – fue capitán de los guerreros o soldado en el último asalto al cuartel policial. O interpretar a Nele Kantule: ¡el sueño de los sueños!
Estoy (cebaldo, sentado primero de izquierda a derecha) con amigos y cómplices de la obra teatral, escuela común, en algún febrero lejano (1975?) y en en el centro, Rengifo Navas, hoy Sagla Dummad (Cacique General) de la Comarca Kuna.
Y muchas de las alegrías y las sorpresas de febrero, llegaban en barco, por el mar. Un febrero de los años 70 nuestro barco comunitario “Ualalé”llegó con un hermoso cargamento. Este año seria único, inolvidable, por que llegaba un querido amigo, un nuevo hermano que hacia poco había conocido en la ciudad; llegaba a nuestra Casa Grande y nunca más nos abandonaría porque siempre llevó en su piel, en su alma y en su memoria, a sus queridos “anais” dules. Era Káncer, nuestro querido Ignacio Ortega Santizo, con su enorme cabellera, su sonrisa permanente y su guitarra que parecía extensión de su cuerpo.
Y con él llegaron además de muchos músicos, un mimo, un actor del silencio. Y cuando bajó del barco ya tenia la cara pintada de blanco, los labios muy rojos, un suéter de rayas – y no hablaba. ¿Cual sería su nombre? Nunca llegué a saberlo, ni de que país venía ¿Dónde quedará el país de los mimos? El mimo “anónimo” encantó a la aldea, hechizó aquellos días de febrero: perseguía mariposas, lloraba, un globo lo secuestraba, se abraza a si mismo, navegaba en un mar imaginario…
Por eso cada febrero, las aldeas recuerdan esos días de 1925, pero sin rencores, sin rabias, con los brazos abiertos, con las danzas compartidas, con músicas diferentes. Así han sido estas fiestas, estos días, estos febreros, que nos han ofrecido poetas, cantores, pintores, actores, amigos y viajeros de tantas partes del mundo.
Y por todo eso, febrero es para mí un mes germinal. ¡Mi mes inicial!
“Nele Kantule, el gran estratega y líder de la Revolución de 1925”
Ilustraciones de Ani M. Ventocilla King
Febrero 2020
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Por: Cebaldo Inawinapi y Jorge Ventocilla
Fuente: https://www.inawinapi.com
Last modified: 17/02/2020