Pareciera una frágil contradicción el título de nuestra columna, pero no lo es si analizamos los “pregones” de voceros de numerosas autoridades nacionales, provinciales, municipales y comunitarias, que advierten a quienes violan normas dictadas, “que se multará, se castigará o se sancionará”, lo que jamás ocurre, lo que afecta a una mayoría que sí posee valores morales, cívicos y sociales.
Cuando le duela en su bolsillo a los “cochinos” de la ciudad y a los que incumplen sus compromisos fiscales y de otra naturaleza, será diferente su conducta, pero saben que anualmente habrá moratorias, como premio al incumplimiento de sus compromisos y esto se da en todos los niveles públicos oficiales municipales y nacionales.
Prueba concreta que la aplicación de sanciones a los violadores de cualquier norma es efectiva, fue la que se le aplicó a un usuario del metro, por una suma considerable, que hizo ver al resto que el asunto iba en serio. Pero esto no se da a nivel municipal ni nacional, porque se pierden simpatías y votos.
En el pretérito se argumentaba que el diseño urbanístico vertical y no radial de la urbe metropolitana, obedecía a la existencia del cercano mar y a los límites establecidos en la antigua zona del canal. Aunque el mar no desaparecerá, si se eliminó la llamada quinta frontera y, aun así se continúa construyendo verticalmente, creándose numerosas barriadas dormitorios, lo que genera funestas consecuencias para numerosos panameños.
Se conocen diariamente múltiples denuncias formuladas por compradores de unidades habitacionales, sobre irregularidades estructurales en las mismas y/o no cumplimiento de los beneficios anunciados, sin que nada pase, como lo sabemos bien desde el 2004, cuando también nos impactó seria irregularidad en la adquisición de un apartamento en un PH ubicado en un área capitalina. Desde ese año se prometieron cambios en las leyes respectivas y sanciones que nunca llegaron. Hoy, numerosos panameños, en diversas áreas, padecen este martirio que no termina.
Múltiples son los ejemplos que observamos diariamente en esta nueva y ya vieja metrópoli capitalina, de la pésima costumbre de arrojar basura en cualquier lado, factor principal de inundaciones y pérdida de enseres domésticos de propiedad de los culpables de que ocurran estos sucesos que golpean a la mayoría de los ciudadanos
Es inadmisible que ello suceda, si se cuenta, al respecto, con suficiente tecnología para descubrir a los infractores de ordenanzas municipales. Pero no, únicamente se declara que “se multará” a los cochinos, sin que jamás cumplan su promesa de sanción, con la consiguiente afectación que padecen tirios y troyanos.
Salvo prueba en contrario, todas las oficinas que deben recaudar impuestos y morosidades en otros conceptos, por servicios que se prestan, tienen legalmente la facultad de instaurar juicios por jurisdicción coactiva para su cobro efectivo, que por mucho tiempo aplicamos en una dependencia pública. Hoy ¿por qué no se hace? ¿Qué lo impide? La respuesta es solo una: Porque se pierden simpatías y votos, aunque le cueste tanto a una colectividad adiestrada para evidenciar un individualismo crónico y para ser “pedigüeña”, y jamás educación de calidad, que la haga competitiva en un mundo globalizado.
Por otra parte, constituye una aberración institucionalizada las conocidas MORATORIAS anuales que ofrecen despachos municipales y nacionales, como premio a violadores de cualquier norma, en perjuicio de ciudadanos cumplidores de las leyes, que constituyen prueba concreta para todos, que sí paga actuar al margen de la ley.
Son múltiples y permanentes las violaciones a las leyes y normas municipales, en esta ciudad complicada en detrimento de la mayoría decente, que tiene que soportar múltiples carencias: Falta de aceras inclusive para discapacitados, aceras convertidas en talleres de mecánica y estacionamientos por todos lados (verbigracia calle 12 Este el Marañón), mientras las oficinas competentes brillan por su ausencia (la famosa ATTT), anomalías que pueden provocar conflictos de peligrosas consecuencias. Fraternal saludo y adelante, siempre adelante /indoame08).
Por: Franklin Ledezma Candanedo.
Last modified: 23/11/2019