El neoliberalismo como doctrina política y económica se ha configurado como el gran enemigo de las mujeres. Es la denuncia que constantemente realizan progresistas y revolucionarias en cada espacio de militancia. Este mismo sistema es el que ha llevado al límite de pauperización las condiciones vitales de las mujeres, quiénes estamos más expuestas ante los patrones de desigualdad de este sistema, por ejemplo.
La pandemia generada por la COVID-19 ha visibilizado lo que equivale estratégicamente el Trabajo Reproductivo (TR) y doméstico para el sistema económico, un trabajo que se mantuvo en un anonimato en su conceptualización como una forma de trabajo no remunerado, pero que en definitiva tiene rostros de mujeres precarizadas a lo largo de la historia, añadiendo que la cuarentena a la que nos han sometido tiene rasgos de clase muy marcado, lo que se traduce en que muy pocas personas puedan estar más protegidas y en condiciones aptas.
Entender el TR, es clave para comprender lo que las mujeres significamos para este sistema y es que el TR no se refiere únicamente a la reproducción humana en términos biológicos, sino a la reproducción de la vida que conlleva la circulación de las mercancías dentro del sistema capitalista, integrando las tareas del trabajo doméstico, cuidado a infantes, adultos mayores o personas con discapacidad. La garantía de la realización del TR trae como consecuencia que las/los trabajadores tengan resueltas sus necesidades básicas y puedan seguir produciendo para el sistema.
Silvia Federici, filósofa marxista, feminista y teórica del Trabajo Reproductivo apunta: “debemos admitir que el capital ha tenido mucho éxito escondiendo nuestro trabajo. Ha creado una obra maestra a expensas de las mujeres. (…) El capital ha matado dos pájaros de un tiro. Primero, ha obtenido una cantidad increíble de trabajo casi gratuito, y se ha asegurado de que las mujeres, lejos de rebelarse contra ello, busquen obtener ese trabajo como si fuese lo mejor de la vida.”
Lo vinculante del TR con el orden biológico parte desde la división sexual del trabajo donde las mujeres hemos permanecido por siglos confinadas como trabajadoras reproductivas por nuestra capacidad biológica para gestar y parir nuevos trabajadores, es decir este orden biológico pasó a ser de carácter social o colectivo.
Esta realidad durante la pandemia no ha variado, sino que se ha profundizado aún más, pues ha incurrido en la mezcla del teletrabajo con la sobrecarga del TR en las mujeres.
Para Federici, estas condiciones han conllevado a una escalada de la violencia machista hacia las mujeres, además de estrés, crisis en la salud mental, y aumento de la precariedad, de millones de mujeres.
La abrumadora carga a las mujeres en el hogar basado en el TR, durante la pandemia, primero nos obliga como pilares fundamentales del funcionamiento de este sistema, a tomar conciencia sobre el rol que se nos ha impuesto en la sociedad y lo que para el capital este trabajo no remunerado significa.
Segundo a proponernos como agenda política, las siguientes palabras de Federici: “Nos rebelamos para destruir el rol que el capitalismo ha otorgado a las mujeres, papel crucial dentro del momento esencial que supone para el capitalismo la división del trabajo y del poder social de la clase trabajadora, y gracias al cual el capital ha sido capaz de mantener su hegemonía.
Por: Ileana Corea. Economista
Last modified: 13/08/2020