“El Acuerdo está lleno de declaraciones de buenas intenciones (se mencionan 19 “deberían” en sus 40 páginas) pero casi ningún compromiso firme que avance hacia las respuestas que los pueblos necesitan con urgencia”.
El día domingo 13 de diciembre los grandes medios periodísticos publicitaron el “Histórico Acuerdo de París” producido el día anterior en una frenética jornada. Mientras tanto los comunicados de la mayor parte de la sociedad civil tildaron al mismo Acuerdo como una farsa y de absolutamente decepcionante.
Mucha personas quedaron desconcertadas ante lecturas tan diferentes de la realidad. En las siguientes líneas trataremos de explicar las razones para esta última perspectiva partiendo de los objetivos que debería cumplir un Acuerdo de estas dimensiones: enfrentar realmente las causas de la Crisis Climática que ya ha llamado a las puertas de nuestros territorios.
Los cinco ejes principales de la crítica al Acuerdo pueden sintetizarse en:
1- En primer lugar el Acuerdo se ha planteado como “Legalmente Vinculante”, lo que hace parecer que los países adquieren compromisos firmes y obligatorios en la reducción de las emisiones. Sin embargo esto no es así. Los objetivos de reducción de emisiones de cada país serán voluntarios y sólo pasarán por “contribuciones” nacionales a partir de la presentación de planes de reducción de sus emisiones que de ninguna manera garantizan la supuesta intención de no ir más allá de los 2 °C en el aumento de la temperatura a nivel global y muchos menos los 1,5 ° C “sugeridos” como ideales.
2- El Acuerdo no cuestiona la principal causa de las emisiones de gases de efecto invernadero que es la quema de combustibles fósiles y por lo tanto no da ningún paso para la “descarbonización” de nuestras sociedades, ni en la transición hacia una sociedad en la que se disminuya el consumo de energía, se logre una justicia energética y se reemplacen los combustibles fósiles por energías renovables. La meta propuesta por la Sociedad Civil de dejar el 80 % de los hidrocarburos bajo tierra ni siquiera fue considerada.
3- El Acuerdo no cuestiona ni replantea el modelo agrícola industrial que es el responsable de por lo menos el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero a partir de la incidencia de toda la cadena de producción industrial de alimentos. Frenar este cadena de destrucción climática es imprescindible si se quieren tener verdaderas soluciones. Avanzar en una transición hacia un modelo agroecológico campesino centrado en la protección de los suelos y la biodiversidad, en mercados locales y cadenas cortas de comercialización es la única alternativa posible. Esta problemática no tuvo una sola mención en las 40 páginas del acuerdo.
4- El Acuerdo plantea un “equilibrio” entre las emisiones y la capacidad de absorber esos gases, principalmente el dióxido de carbono. Este último punto abre la puerta de forma clara a los mecanismos de secuestro y almacenamiento de carbono, una vía que defienden los países petroleros para no cortar ya con los combustibles fósiles. De esta manera se habilita a que algunos países sigan contaminando mientras en otros se apliquen los mecanismos de mercado (bonos de Carbono, REDD++) que se han ido imponiendo en la última década y que solo han profundizado la destrucción y privatización de los territorios.
5- El Acuerdo sigue abriendo las puertas a las falsas soluciones tales como la geoingeniería (Captura y Almacenamiento de Carbono, CCS, por sus siglas en inglés), que supuestamente capturará las emisiones de CO2 y las “almacenará de forma segura” en profundas formaciones geológicas. Estas propuestas generarán nuevos problemas socioambientales sin hacer ningún aporte a las soluciones reales que nuestra sociedad necesita.
Como lo han venido planteando los movimientos sociales en París, que valientemente tomaron las calles de la ciudad a pesar de las muchas restricciones que encontraron: ¡la respuesta es cambiar el sistema y no el clima!
Por Carlos A. Vicente, GRAIN y Acción por la Biodiversidad.
Last modified: 29/12/2015