Costa Rica. Expansión del monocultivo de piña y la pérdida de derechos

Written by | Internacionales

Precarización laboral, contaminación ambiental y deforestación

Durante las últimas décadas, Costa Rica ha venido impulsando un modelo agroindustrial basado en la expansión de monocultivos a gran escala, que ha intensificado de forma alarmante la presión sobre el recurso tierra, agua y fuerza de trabajo.

El monocultivo de piña se enmarca en este contexto preocupante.

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La superficie sembrada de cultivos permanentes en Costa Rica es de 558 mil hectáreas, de las cuales 354 mil corresponden a los principales cultivos, en los que destacan el café con el 23,8 por ciento, seguido por la palma aceitera 18,8 por ciento, la caña de azúcar 18,4 por ciento, el banano 14,6 por ciento y la piña con el 10,6 por ciento, señala el VI Censo Nacional Agropecuario (2015).

Por su parte la producción de piña ha tenido un auge nunca antes visto en otros rubros.

De acuerdo con datos de la Secretaría Ejecutiva de Planificación Sectorial Agropecuaria (Sepsa) el área sembrada de piña triplicó entre 2000 y 2014, y actualmente tiene una extensión de poco inferior a las 40 mil hectáreas.

En este mismo período, el valor de las exportaciones de la fruta se incrementó en un 715 por ciento, pasando de 121 millones de dólares en el año 2000 hasta 865 millones en 2014.

Actualmente, el sector está en manos de unos 550 productores. El 91 por ciento del área total sembrada se concentra en 108 fincas con más de 100 hectáreas. Las restantes 1.120 tienen extensiones menores. La producción de piña genera unos 28 mil empleos directos.

La Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (Canapep) siempre ha minimizado el impacto negativo de la expansión de la piña sobre el medio ambiente y el ser humano. Sin embargo, organizaciones sociales y sindicales aseguran que la producción de piña va de la mano con la pérdida de derechos laborales y la contaminación ambiental.

Sobre los efectos de la expansión de la piña en Costa Rica, La Rel conversó con Maikol Hernández, secretario general del Sindicato Industrial de Trabajadores Costarricenses del Banano y Afines Libre (SINTRACOBAL) y de la Federación Nacional de Trabajadores de la Agroindustria y Afines (FENTRAG).

-¿Cómo ven, desde la FENTRAG, el auge del cultivo de piña en el país?
-Es algo que nos tiene sumamente preocupados. En los últimos años, las grandes transnacionales productoras y comercializadoras han venido acaparando tierra y cuotas de exportación, a expensas de cientos de productores independientes que han salido del mercado.

El grueso de la producción se concentra en el norte del país, en la zona fronteriza con Nicaragua, donde el 90 por ciento de la mano de obra es migrante y la presencia de mujeres es muy elevada.

Si tomamos en cuenta que ya en Costa Rica el sector agrícola es donde se pagan los peores salarios, las condiciones en que viven y trabajan esas personas migrantes han generado grandes anillos de pobreza alrededor de las plantaciones de piña.

-¿Cuáles son estas condiciones?
-Las y los trabajadores están expuestos a una serie infinita de violaciones de sus derechos, aún más si se trata de mujeres. Bajos salarios, jornadas extenuantes de más de 8 horas, contratos laborales temporales, muchas veces sin reconocimiento de derechos como vacaciones, seguridad social, seguro de riesgos del trabajo, aguinaldo, maternidad.

También hay casos de maltrato por jefes y administradores, persecución laboral a quienes reclaman derechos, acoso sexual e irrespeto a los derechos de la mujer trabajadora.

Por otra parte, las plantaciones de piña se encuentran en zonas muy retiradas y de difícil acceso, y todo alrededor se crean cordones de seguridad. Estos elementos dificultan el trabajo de los promotores sindicales, y hasta para las autoridades del trabajo el acceso resulta muy complicado.

Feudalismo y antisindicalismo

-¿Cómo ha desarrollado su trabajo la FENTRAG?
-Desde que nos constituimos en 2012 decidimos que el tema de la expansión del cultivo de piña en Costa Rica iba a ser una prioridad.

Con el objetivo de afiliar a trabajadores y trabajadoras de la piña y otras frutas, constituimos el Sindicato de Trabajadores de la Piña y Frutas Tropicales (Sintrapifrut) y comenzamos a trabajar en la zona de San Carlos, limítrofe con Nicaragua.

Eso nos permitió detectar y analizar algunos factores que impactan de forma más severa en las y los trabajadores, como por ejemplo el tema salarial.

Mientras las grandes transnacionales hacen sus inversiones y obtienen grandes ganancias, los trabajadores no llegan ni siquiera a cubrir sus necesidades básicas. En muchos casos son contrataciones temporales que generan una rotación constante en las fincas. Por un lado esta estrategia implementada por las empresas permite obviar el pago de cualquier tipo de prestación social, por el otro facilita la creación de “listas negras”.

Si un trabajador intentó afiliarse o conformar un sindicato ya nadie lo va a contratar. Está acabado.

-En este contexto la acción sindical resulta muy complicada…
-Efectivamente se ha vuelto muy compleja, aún más en el sector privado, donde se concentra el 86 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) pero el nivel de sindicalización es del 2 por ciento y la cobertura de negociación colectiva no llega al 0,4 por ciento.

Lo que vemos en el sector piña es una violación sistemática a la libertad sindical y a la negociación colectiva, como parte del modelo antisindical costarricense que se ha instalado en el país desde hace décadas.

-¿Qué estrategias implementan las transnacionales para contrarrestar la afiliación sindical?
-Son muchas, pero quiero mencionar algunas, como por ejemplo la conformación y promoción de las asociaciones solidaristas, los comités permanentes de trabajadores y el comercio justo.

En el caso del comercio justo, las transnacionales lo usan como elemento para reforzar estos falsos mecanismos de organización de los trabajadores, vendiéndoles la idea que de esta manera mejorará la situación de la finca y sus condiciones de trabajo.

En realidad se trata de herramientas patronales para contrarrestar la sindicalización. Las empresas despiden, chantajean, ofrecen dinero y gozan de un apoyo mediático importante para garantizar el control absoluto en sus fincas. En toda Costa Rica aún no existe una sola convención colectiva que regule las relaciones laborales y las condiciones de empleo en el sector de la piña.

La batalla donde los recursos naturales y la gente pierden

-¿Qué otros impactos tiene el monocultivo de piña?
-Hay fuertes impactos ambientales tanto por el uso masivo de agrotóxicos para el control de plagas, como por la destrucción de bosques ya que las plantaciones de piña necesitan de luz brillante o pleno sol. Hay comunidades de la región de Siquirres, Limón, cuyos acuíferos fueron contaminados por empresas dedicadas al cultivo de piña.

Estamos hablando de una 30 mil personas que desde hace años reciben agua por medio de cisternas, porque el uso excesivo y descontrolado de agrotóxicos han contaminado manantiales y aguas subterráneas.

Además, la expansión desmedida de la producción de piña ha venido ocasionando daños al suelo, deforestación, matanza de especies, desvío de ríos y riachuelos.

Fuente: Giorgio Trucchi | Rel-UITA

Last modified: 16/08/2016

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