La crisis militar en la península coreana tiene más de 60 años. Es el resultado del fin de la segunda guerra mundial y la repartición del mundo por parte de los ejércitos victoriosos. Corea es una sola nación dividida en dos Estados. A principios del siglo XX fue colonizada por Japón. Derrotado el imperio del ‘sol naciente’ por EEUU (en 1945), éste se consideró heredero de la colonia coreana. Sin embargo, fuerzas de resistencia armada locales ya existían en la península y crearon su propio gobierno. A fines de la década de 1940, EEUU invadió a Corea y obligó a los ‘partisanos’ a retirarse poco a poco hacia el norte.
A principios de la década de 1950 intervino el Ejercito Rojo de China y detuvo el avance norteamericano en Corea. Las partes dividieron a Corea en dos repúblicas. El norte bajo el gobierno de una alianza popular (con el apoyo de China y la Unión Soviética) y el sur con un régimen plutocrático (ocupado militarmente por EEUU). Para alcanzar este objetivo, se firmó un cese de la guerra pero no un fin al conflicto (Tratado de Paz).
Lo más importante en este caso es tratar de entender que caracteriza – en la actualidad -el enfrentamiento entre la República Democrática de Corea (Corea del Norte) y EEUU. También analizar el papel de la República de Corea (Corea del Sur), China, Japón y Rusia.
Desde 1953, Corea del Norte pone sobre la mesa de negociaciones con EEUU tres puntos:
1. La firma de un Tratado de Paz entre Corea y EEUU.
2. La evacuación de todas las bases militares y tropas de EEUU de la península coreana.
3. La unificación de las dos Coreas (Sur y Norte).
EEUU nunca ha aceptado sentarse a negociar con Corea del Norte. En años recientes, Corea del Sur ha mostrado interés en negociar con su contraparte del Norte pero ha sido desautorizado por Washington. ¿Qué proponen los políticos norteamericanos? Una rendición incondicional de Corea del Norte y su integración al Sur. Esto significaría una ocupación militar norteamericana del norte de Corea.
Una alternativa como esta es inaceptable por parte de Corea del Norte. Tampoco es bien vista por China y Rusia. Incluso, Japón y Corea del Sur tampoco apoyarían una solución de este tipo. Corea del Norte optó desde el fin de la guerra con EEUU, en 1953, por una defensa militar. Dejó en manos del los chinos y soviéticos (de aquel entonces) la diplomacia. Han pasado más de 60 años y EEUU no ha cambiado su posición: rendición o destrucción total.
Corea del Norte tampoco ha modificado sus propuestas: Paz, desmilitarización y unificación. Al mismo tiempo, ha promovido constantemente su preparación militar. A principios de siglo XXI entró en la carrera nuclear. En pocos años ha creado la capacidad de fabricar bombas de destrucción masiva y cohetes para transportarlas. Los coreanos del norte dicen que este armamento sirve como un disuasivo contra EEUU que tiene bases en Corea del Sur y Japón con capacidad nuclear. También tiene una Armada que rodea a la península con capacidad de destruir de un solo golpe a la parte norte.
China ha sido el aliado de Corea del Norte desde 1949. Rusia después de 1989 no ha abandonado su viejo aliado pero ahora lo hace más por razones geopolíticas. Japón no ve con buenos ojos la constante intromisión de EEUU en la región noreste de Asia. Es un juego geopolítico entre todas las potencias para controlar uno de las áreas más estratégicas – económica y militarmente – de la tierra. Como consecuencia de la segunda guerra mundial, se dividieron Alemania y Vietnam. Pero ya se reunificaron. Le falta dar el paso a Corea. Corea del Norte tiene que dar un paso adelante en el mundo diplomático y llevar su caso a la comunidad internacional. El mejor ejemplo de este tipo de diplomacia la dio Panamá en el siglo XX. Expulsó a las tropas norteamericanas de la ‘Zona del Canal’ y acabó con el colonialismo con una campaña mundial que terminó arrinconando a EEUU. Panamá también amenazó con el uso de la fuerza al señalar que el Canal de Panamá no podía sobrevivir en un país ocupado por fuerzas extranjeras.
Corea del Norte ha demostrado que tiene determinación, fuerza y una identidad inquebrantable. Ahora le falta ocupar el escenario mundial con su diplomacia.
Por: Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.
Gráfico: Vasco Gargalo
Last modified: 17/09/2017