En 1985, el Centro de Estudios y Acción Social Panameño (CEASPA) publicó un modesto, pero importante libro de Raúl Leis titulado: “Comando Sur: Poder Hostil”. Es un libro que demuestra cómo la presencia militar de Estados Unidos en el istmo es dañina, no solo para Panamá, sino para todo el continente.
En sus primeras páginas podemos leer: “¿Por qué poder hostil? Porque se inserta estratégicamente en el corazón del istmo. Se entreteje con las instalaciones canaleras. Bordea las principales urbes y localidades de la zona de tránsito del país, donde reside la mayoría de la población nacional. Apunta su maquinaria bélica hacia nuestro país y contra los pueblos hermanos latinoamericanos”.
El libro de Raúl Leis es un estudio sociológico que en su momento fue un aporte intelectual que reflejaba una preocupación de cómo la situación mundial (la Guerra Fría) hacía que la potencia mundial norteamericana extendiera sus tentáculos para reforzar sus instalaciones en Panamá y abonar el camino para asegurar su perpetuidad en nuestro territorio.
Autoridades de Estados Unidos han dicho que China quiere usar el Canal de Panamá como arma de guerra. Quisiera que alguien me pruebe cuántas veces los chinos nos han intervenido militarmente o han disparado balas contra nuestra juventud.
Sin embargo, la presencia del ejército de Estados Unidos en Panamá se remonta a 1850 cuando las primeras tropas se instalan para garantizar la construcción del ferrocarril transístmico. Más tarde, a partir de 1903 la presencia de la bota yanqui será permanente y sucesivas intervenciones (no solo la Invasión de 1989 que fue la más fuerte) se darán en nuestro territorio no sin dejar un rastro de sangre y ceniza.
Los enviados del presidente Trump, no quiero ni decir sus nombres porque la historia y la verdad se encargarán de enmarcarlos como mentirosos y viles, han dicho que China se quiere tomar el Canal de Panamá y que nosotros estamos desesperados por librarnos del comunismo de los chinos. Las palabras del secretario de defensa a su maltrecho y desquiciado jefe, son mentiras cobardes que ofenden a cada uno de los panameños y al pueblo chino.
En su libro “Condición humana y guerra infinita”, Pedro Rivera nos habla de las bases de la manipulación por parte del servicio de inteligencia del Centro (llámese Estados Unidos): “El ciclo estímulo-respuesta [provocación-reacción] es casi imposible de eludir a menos que el agredido se las ingenie para abortar la provocación, es decir, posea la suficiente habilidad como para desmantelar la secuencia estímulo-provocación programada por el Centro”. Con la ayuda de la tecnología y la neurociencia identifican el perfil y los rasgos psicoculturales de los habitantes y los gobernantes de la región donde desean garantizar su seguridad.
Más adelante escribe el escritor panameño: “Sin embargo, debe entenderse que los estrategas, no importa la fase en la cual se encuentre una operación intervencionista [sea política, diplomática, económica o bélica] toman en cuenta un sinnúmero de alternativas”. Siempre tendrán un plan A, B y hasta C, podrán esperar, postergar, pero nunca cancelarán su infame misión.
Tristemente es lo que le está pasando a Panamá en este momento. Los estrategas del Pentágono han retomado su intención primogénita que es tener presencia militar en Panamá para poder expandir su control mundial. Ellos son los únicos que quieren hacer del Canal un instrumento de guerra. A Trump y sus secuaces no les importa la salud ni la prosperidad de la población panameña. Cuando dijo: Make America great again, no estaba pensando en Panamá ni en el resto de América.
Conocedores han analizado el comportamiento y las políticas de Donald Trump que no es ningún filósofo, pero el trumpismo, en un mundo dominado por la hegemonía de la estupidez, puede tener muchos seguidores, incluso en los países que son lacerados por sus políticas.
Las decisiones del líder gringo parecen muy acordes con el pensamiento de Carl Schmitt, un controvertido pensador alemán asociado al nazismo. Mientras Trump amenaza la soberanía de países pequeños y sin ejército, como Panamá, sus políticas como el muro fronterizo, la desconfianza en instituciones humanistas, imposición de aranceles, simbolizan la defensa de una identidad cultural arraigada en una nueva filosofía liberal satánica, aunque nueva del todo no es porque los nazis ya lo hacían.
El “trumpismo” no es poca cosa, no es algo que debemos subestimar, no es solo una anomalía personal, sino una corriente política arraigada en ideas schmittianas que persistirán más allá del reino de Trump. Mientras vemos sus discursos llenos de mentiras centradas en una soberanía fuerte, una identidad excluyente y un orden mundial multipolar basado en poder arbitrario y la geografía, sin valores universales, esas mentiras pueden tener valor para muchas personas y allí está el peligro.
De darse una nueva defensa por la soberanía en el contexto actual de nuestra historia, en esta ocasión la resistencia será muy vulnerable. Creo que Estados Unidos, después de la invasión en 1989, desarticuló nuestro código genético generacional con el propósito de erradicar valores de conciencia nacional y soberanía. Solo con un pensamiento crítico, la unidad nacional y un corazón valiente podremos restaurar una nueva generación que luche por nuestra nación.
Por: Carlos Fong. Escritor, investigador, ensayista y narrador oral panameño.
Last modified: 14/04/2025