Panamá ha formado parte de la política exterior de EEUU de hace más de siglo y medio. El primer objetivo del imperio con el istmo fue asegurar “la expansión de los capitalistas norteamericanos”. Para esto la construcción del Ferrocarril Transístmico (1850-1855) y el Canal de Panamá (1904-1914) lograron convertirse en el paso obligado entre el Océano Pacífico y el Atlántico, de Asia a Occidente y la escala de norte a Sudamérica.
Más tarde, la apropiación (1904-1999) de la Zona del Canal por parte de EEUU permitió que Panamá fungiera de base militar para las guerras del Pacífico (EEUU vs Japón). También, de laboratorio para formar dictadores latinoamericanos (Leopoldo Fortunato Galtieri, Manuel Antonio Noriega, Manuel Contreras, Vladimiro Montesinos, Hugo Banzer, Jorge Videla, Manuel Letelier) y los respectivos golpes de estado por parte de militares de la región. Pos-segunda guerra mundial Latinoamérica estaba infectada de dictaduras, organizadas desde las bases sitiadas en la Zona del Canal. No faltaron las invasiones realizadas por el ejército de EEUU a distintos países de la región. Ni mucho menos la dirigida por el Comando Sur a Panamá.
Como consecuencia social de la Invasión de Panamá podemos encontrar la violación del derecho legítimo a huelga de los trabajadores del Canal de Panamá. Quién proponga y haga un intento de paralización de operaciones del Canal está automáticamente despedido. Esto viola el propio código del trabajo de Panamá. Éste último ni siquiera es válido para los trabajadores del Canal. Se rigen por uno propio, emulando el enclave colonial de la centuria pasada.
Segundo, la excesiva compras de armas por parte del Estado panameño a las industrias armamentísticas de EEUU. Armas que son utilizadas contra el propio pueblo durante las manifestaciones sociales. Tercero, la militarización del país con más de 12 bases militares en toda la república. Bases que están al servicio y bajo directrices del ejército de EEUU; dejando en duda la soberanía del suelo patrio. Los agentes fronterizos son los más temidos por la población panameña. Son conocidos por las frecuentes violaciones de los derechos de la población fronteriza.
Cuarto, la privatización de los servicios públicos; dejando a miles de panameños sin empleos y sin acceso a ellos. Quinto, el recorte del aparato gubernamental en base a la tercialización de los servicios. Esto último genera desempleo, informalidad y un espacio amplio para la corrupción y el enriquecimiento ilícito por parte de un sector muy reducido (mafia) de la población; principalmente por parte de los más allegados y socios de los partidos tradicionales (PRD, Panameñista, Molirena, Cambio Democrática, Partido Popular).
Sexto, la destrucción por completa del sector industrial y la agro nacional. Los productores panameños han sufrido los planes neo-liberales que trajeron los TLC.
La desaparición de las barreras de protección y la disminución al mínimo de los aranceles, dejó al campesinado panameño y con ellos al pueblo a merced del juego de la especulación de los comerciantes.
Séptimo, la pauperización de los servicios de salud y educación. Encontramos hospitales sin medicinas, ni médicos que puedan satisfacer la demanda nacional. A poco de treinta años hay más escuelas ranchos que en los primeros cien años de república. Profesores sin devengar meses de salarios, edificios en pésimas condiciones y una calidad que no está ni cercano de competir con los países más pobres de la región.
Octavo, la aculturización de la población. Nos venden desfiles traídos de Disney, nos canjean Black Friday (viernes negro) por el día de la independencia. Nos empaquetan la propaganda de Hollywood y CNN sin ningún tipo de cuestionamiento. Noveno, la proliferación de las drogas, el pandillerismo y el tráfico de armas. Negocios que son sostenidos por la Guerra Contra las Drogas que dirige las agencias de inteligencia norteamericana y Wall Street como centro mundial del lavado de dinero. Décimo, el lavado de dinero en el centro bancario de Panamá y en el desarrollo inmobiliario. El boom inmobiliario del centro urbana es inaccesible para la clase trabajadora panameña. Ésta queda marginada a la periferia y en mano de los pésimos sistemas de transporte y vías de accesos, por mencionar algunas.
Por: Mario Enrique De León, Estudiante de Sociología, Universidad de Panamá
Last modified: 13/12/2017