Desde el inicio de las protestas, no tienen miedo, no están cansados. Sin mirar procedencia, edad, clase ni tendencia, los ciudadanos continúan resistiendo y peleando por la defensa y el retorno de la democracia. Los sectores sociales e indígenas luchan por el cambio, la justicia social y la inclusión que se visibilizó, desde hace ya doce años, con la presencia del MAS en el poder. Bolivia vivió una transformación que no debía postergarse. El proyecto político, apoyado por la bonanza económica, dio resultado.
Ya más de dos semanas, después de la renuncia de Evo Morales al cargo, todas las capitales de los diferentes departamentos bolivianos se han sumado al descontento ante la presencia de un gobierno de facto que, invocando la religión y denotando resentimientos étnicos, solo logra recrudecer odios ancestrales.
No está en duda la capacidad que tiene el autoproclamado gobierno para sembrar miedo entre la ciudadanía. Jeanine Áñez firma un Decreto con el que da poder a las Fuerzas Armadas para recurrir a todas las armas que posean y, de esta manera, “restablecer el orden”. Este escenario únicamente consigue aumentar la violencia por encima de la confusión que sus discursos provocan cuando señala que se está llamando a la paz. Con este Decreto, las Fuerzas Armadas bolivianas tienen libertad absoluta para reprimir las manifestaciones ejecutando, parecería ser, una purga ideológica donde el que no tenga a Dios no es parte de la población y, por ende, de la “democracia”.
Con la “biblia en mano”, Bolivia cuenta hasta el día de hoy, martes 19 de noviembre con más 20 personas asesinadas y masacradas, más de 500 heridos (entre mujeres, hombres, niñas, niños, adolescentes, adultos mayores y personas con discapacidad) y 40 detenidos que continúan esperando sus respectivos procesos. Es decir, ¿eximir a las fuerzas de seguridad y militares de cualquier consecuencia judicial por sus actos tiene, necesariamente, que justificar los excesos?
Ante la intimidación a miembros del Gabinete de Morales, con amenazas de muerte a sus familiares como mecanismo de presión política, para que renunciaran; ante la ruptura del orden constitucional y las normas legales de sucesión; ante el asalto del poder político, el ingreso al Palacio con “una espada y una biblia” y ante el silencio de la OEA solo se puede entender que la resistencia del pueblo boliviano tiene un fin: la recuperación de la dignidad, de su cultura, de sus símbolos y, fundamentalmente, del Estado democrático que visibiliza todas las formas de expresión en la sociedad.
Es importante señalar, que además de la represión ejecutada por la policía y militares, como un elemento en el escenario de la lucha social en Latinoamérica, la guerra cibernética, es el complemento de la discordia sobre la veracidad de los hechos. Los fake news, la censura, y las cuentas falsas por doquier se presenta como instrumento de ocultamiento de la coyuntura. Sin embargo, la gente ha despertado, movilizándose, denunciando y rompiendo el cerco mediático. Ya que las corporaciones de comunicación masiva, y call center son serviles a los golpistas, a los lacayos financieros y grupo de poder aliados a sectas religiosas.
Al cierre de esta nota informativa, se registraba el ingreso de grupos masivos de campesinos e indígenas a la Ciudad de La Paz en rechazo al golpe de estado en Bolivia.
Redacción Radio Temblor Internacional
Last modified: 18/11/2019