A través de la historia hemos conocido de los esfuerzos de tantas mujeres que han permitido que otras generaciones siguientes disfrutemos de derechos que han sido negados. Sin embargo, esa historia también ha sido salpicada de atrocidades que están ahí para recordarnos que deben convertirse en un nunca más.
El 8 de marzo de 2017, América Latina se estremeció con el caso de las 41 niñas de Guatemala que murieron calcinadas en el incendio, en el denominado “Hogar Seguro” Virgen de la Asunción, cuando éstas decidieron protestar por el Día Internacional de la Mujer y fueron encerradas en una habitación de 4 por 4 metros y una colchoneta se incendió en el interior, mientras nadie abrió la puerta. La mayoría murió en aquella habitación, otras lucharon por sobrevivir de camino a los hospitales y no lo consiguieron, unas 15 sobreviven, con heridas físicas y sicológicas. Muchas de estas denuncias habían sido comunicadas a sus familiares y autoridades, sin embargo, no se les creyó, por diversos motivos.
Para la feminista Breny Herrera, quien milita desde hace 33 años, y es directora del Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer -IMU de El salvador, el caso de las niñas de Guatemala, es un símbolo latente de la violencia hacia las mujeres en América Latina, por lo que expresa, baña de luto muchos corazones, a la vez que debe encaminarnos a las esperanzas de mejores días para las mujeres.
El 25 de noviembre reciente, miles de mujeres en América Latina salieron a visibilizar nuestro derecho a una vida sin violencia. En algunas avenidas de Ciudad Guatemala, contamos mujeres que se desplazaban en la marcha que exigían una vida más segura para las mujeres guatemaltecas, entre ellas estaba Vianey Clareth Hernández Mejía, con una camisa blanca que en serigrafía cubría toda la parte frontal de la mitad superior de su cuerpo, el rostro que plasmaba era el de su hija Ashly, una de las niñas de Guatemala, entre las presentes caminantes se esparcía el llanto y los ojos cargaban la impotente desesperación.
Radio Temblor Internacional conversó con Vianey (escuchar audio).
Ese 25N, se sumaban casi tres años de ese terrible femicidio, nombre que recibe la muerte de forma de violencia extrema contra las mujeres por el hecho de ser mujeres. En Guatemala las calles vieron decenas de fotografías por parte de manos de mujeres que rogaban justicia. Ashly, era una de esas fotos, y como coreaban las consignas de ese día, “No murió de amor, fue el Estado el que la mató”.
En Guatemala, durante el gobierno de Jimmy Morales, han muerto de forma violenta más de dos mil 500 mujeres.
Mariela Arce, de la Red de Derechos Humanos de Panamá y quien fundó la Campaña de la Cinta Chocolate que lucha por la Mala Praxis y promueve el Anteproyecto de Ley 74 en dicho país, considera que el caso de las niñas de Guatemala es un detonante claro de lo que nos aqueja como región y debe verse como un signo del malestar que acontece y que nos debe llamar a reaccionar. La Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas, viene dando acompañamiento al caso de las Niñas de Guatemala, y viene exigiendo justicia.
Ada Valenzuela, directora ejecutiva de esta organización habló a RTI cómo evoluciona el aspecto de justicia en este caso.
Habitualmente, UNAMG acompaña a las familias que se hacen presente en el parque central, ahora denominado la plaza de las niñas de guatemala, para solidarizarse con todas las mujeres que sufren violencia en Guatemala.
Para este 25N, junto a las Madres de las Niñas y la colectiva Mujeres del Fuego, colocaron un barrilete gigante en la Plaza, con los rostros de las 41 niñas, para exigir justicia y posicionarnos ante un Estado incapaz de proteger la vida de las niñas, y para decir que no las hemos olvidado. En el barrilete se ve reflejado un girasol, sobre tejido de petate, de los pueblos originarios, sus flecos de colores impulsan este barrilete al cielo hacia los vientos de justicia.
Redacción de Sharon Pringle Félix
Fotos de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas –UNAMG
Last modified: 05/12/2019