Los ex miembros de la Armada Jorge Eduardo “El Tigre” Acosta y Alberto Eduardo González, “alias “Gato”, o “González Menotti”, fueron condenados a 24 y 20 años de prisión, respectivamente. El pedido de la fiscalía había sido de 25 años de prisión. Las condenas serán unificadas en prisión perpetua e inhabilitación absoluta y perpetua por sentencias anteriores. Los fundamentos se conocerán el 12 de octubre.
El juicio
El debate surge de la causa ESMA unificada. Comenzó el pasado 27 de octubre. Fueron juzgados los genocidas Jorge Eduardo “Tigre” Acosta y Alberto Eduardo González por delitos sexuales cometidos en la ESMA. El Tribunal Oral Federal Nº 5 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires estuvo integrado por Daniel Obligado, Adriana Palliotti y Adrián Grünberg.
En este juicio fueron juzgados los hechos de violencia sexual cometidos contra Silvia Labayrú, Mabel Lucrecia Luisa Zanta y María Rosa Paredes, quienes prestaron el consentimiento a la fiscalía para la difusión pública de sus nombres. Se registraron otros casos de violencia sexual, pero todavía permanecen en la etapa instructora.
Los delitos sexuales de los genocidas
Los testimonios de sobrevivientes, el trabajo de las querellas y fiscalías, y el avance de las causas permitieron que ese tipo de delitos sean considerados autónomos de otros cometidos por los genocidas. Así, las agresiones sexuales pudieron ser distinguidas de las torturas, lo que permite dimensionar la violencia de género en los crímenes de lesa humanidad.
Los delitos sexuales fueron parte del cotidiano en los centros clandestinos que funcionaron en el país. Llevó muchos años poder dimensionar la funcionalidad de esta práctica en la planificación del terrorismo de Estado y poner en palabras no solamente la memoria, sino también la denuncia. Los crímenes de violencia sexual no estuvieron aislados del plan represivo general de los genocidas: fueron parte. Pero diferenciada.
En 2010 se conoció en la Argentina el primer fallo que reconoció a la violencia sexual del terrorismo de Estado como un crimen diferenciado de otros y dio inicio a un recorrido que permitió dimensionar judicialmente que la violencia sexual fue parte del cotidiano en los centros clandestinos. En estos once años, el Poder Judicial recibió denuncias, testimonios y pruebas del accionar sistemático de las violencias sexuales en los centros clandestinos, operativos y cárceles de la dictadura.
Parte de las violencias contra las mujeres fueron los partos en cautiverio y el robo y apropiación de bebés. Hasta ahora, las Abuelas de Plaza de Mayo pudieron encontrar 130 verdades, en su mayoría nietos y nietas a quienes se les restituyó su identidad. Pero la búsqueda continúa y toda la sociedad debe participar.
Los hechos y los acusados
Fueron juzgados por delitos de lesa humanidad cometidos durante el transcurso de 1977 y principios de 1978 en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio que funcionó en la ESMA.
Jorge Eduardo Acosta
Integró la patota genocida de la ESMA. Fue condenado a 30 años de prisión por el Plan sistemático de robo de bebés y dos veces a perpetua en la Megacausa ESMA. En este juicio fue considerado coautor penalmente responsable de los delitos de violación agravada, abuso deshonesto, privación ilegal de la libertad e imposición de tormentos.
Alberto Eduardo González
El ex capitán de corbeta e integrante del Grupo de Tareas de la ESMA fue condenado a perpetua en la Megacausa ESMA. En este juicio fue considerado coautor penalmente responsable del delito de violación agravada.
Fuente: http://www.laimposible.org.ar/
Tomado de: argentina.indymedia.org
Last modified: 14/08/2021