“Este libro es una mirada hacia parte de las raíces de la agroecología en América Latina. Son raíces en el sentido de que sostienen procesos que están ocultos y sin embargo disponibles para el cuidado de las personas de las comunidades y de la naturaleza. Los artículos nombran muchas de estas raíces, asumen que no logran nombrar a todas, describen las interrelaciones entre ellas y el suelo que las acoge o que las impide de crecer.”
En todo el mundo las mujeres se organizan, ocupan las calles, inventan nuevas maneras de manifestarse. No parece razonable pedir que las mujeres sigan siendo razonables. Para quien tiene alguna duda en cuanto a ello, la lectura de este libro es más que necesaria. En la economía feminista la imagen de un iceberg demuestra que los trabajos considerados productivos, aquellos visibles en el circuito del mercado, son apenas la punta de un enorme bloque que oculta el trabajo doméstico y de cuidados, en su mayoría realizado por las mujeres. Liliam Telles, para aproximar esta figura del imaginario de las quilombolas (mujeres de comunidades negras tradicionales en Brasil) ha adoptado la imagen de un árbol, situando en la copa los trabajos visibles y en la raíz los trabajos invisibles que realizan. Este libro es una mirada hacia parte de las raíces de la agroecología en América Latina. Son raíces en el sentido de que sostienen procesos que están ocultos y sin embargo disponibles para el cuidado de las personas de las comunidades y de la naturaleza. Los artículos nombran muchas de estas raíces, asumen que no logran nombrar a todas, describen las interrelaciones entre ellas y el suelo que las acoge o que las impide de crecer.
Este libro es también necesario para todas aquellas personas que han convergido en este camino y para aquellas que lo han tornado menos penoso. No para complacernos con lo mucho que hemos hecho sino para recordarnos que si los tiempos ahora son de crisis; nosotras, las mujeres populares de nuestra América siempre nos movemos y proponemos en las crisis. Y a ellas reaccionamos creando y fortaleciendo vínculos y puentes entre las trabajadoras en la agricultura, enseñanza, educación popular y/o investigación, y entre todas estas. Estos vínculos han constituido colectivos regionales, como es la Alianza de Mujeres en Agroecología (AMA-AWA) y el grupo de trabajo Mujeres, Agroecología y Economía Solidaria del Consejo Latinoamericano en Ciencias Sociales (CLACSO); así como en los países mediante grupos de trabajo de mujeres de la Articulación Nacional de Agroecología (ANA) de Brasil, de la Asociación Brasileña de Agroecología (ABA), y en los territorios, como son las asociaciones de mujeres rurales en Colombia, cuyas trayectorias son acá compartidas. Las experiencias que vienen de Uruguay, Nicaragua, México, y Bolivia son tan solo unos ejemplos que muestran desde el terreno los potenciales de la agroecología para la organización de las mujeres, pero también las dificultades que ellas afrontan.
La creciente potencia de este colectivo ha ido más allá de la fórmula “añade a las mujeres y revuelve”, porque, por ejemplo, no se trata solamente de proponer mujeres en las conferencias magistrales, pero de preguntarse si las conferencias magistrales son la mejor manera de traer reflexiones que oxigenen el pensamiento, la práctica y el movimiento agroecológico. La potencia de este proceso está en la comprensión del ineludible conflicto entre el capital y la vida de modo tal que la agroecología y el feminismo que construimos son siempre molestos al orden establecido.
De este modo, así como bell hooks1 nos ha recordado que “el feminismo es para todo el mundo”, este libro es para todas y todos que hacen —y las y los que todavía van a acercarse para hacer— de la agroecología un conocimiento, una práctica y un movimiento que abarque a más y más territorios en los campos y las ciudades. Para iniciar una inspiradora lectura, es bueno recordar que uno de los momentos clave para la articulación regional masiva de las mujeres en la agroecología y desde las bases ha tenido lugar en el Encuentro de Mujeres Zapatistas en la Selva Lacandona. Allí recordamos que el cielo estrellado es el mismo que tenemos sobre nuestras cabezas donde quiera que estemos, por lo que es apenas cuestión de saber ver por detrás de las luces artificiales y los humos para poder encontrarlo. De cierta forma, este libro y sus relatos nos ayudan a redescubrir ese cielo.
Por: Miriam Nobre
Marcha Mundial de Mujeres
Descargue aquí: Agroecología en femenino. Reflexiones a partir de nuestra experiencia
Last modified: 14/12/2018