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Desde su concepción era evidente que la diferencia en los niveles de desarrollo, y el tamaño de ambas economías favorecía a Estados Unidos.

Hace cinco años (31 de octubre de 2012) entró en vigor el denominado Tratado de Promoción Comercial entre Panamá y los Estados Unidos (Tratado de Libre Comercio, en adelante TPC).

Transcurrido el quinquenio de ejecución de este instrumento normativo de las relaciones comerciales entre ambos países, resulta obligante realizar unas anotaciones.

Desde su concepción era evidente que las diferencias en los niveles de desarrollo, y el tamaño de ambas economías, favorecía a los Estados Unidos. Y es que las grandes empresas norteamericanas preservaban un papel dominante en la economía mundial que les otorgaba una capacidad diferenciada para disponer de los recursos mundiales y les concedía a sus productos acceso irrestricto a los mercados que tradicionalmente estaban reservados al capital nacional. En esas condiciones, nunca fue cierto que nuestros productores y empresarios tendrían acceso a un mercado de más de 300 millones de personas, lo esencial fue que las firmas estadounidenses podrían colocar sus excedentes en nuestro país.

El TPC no sólo intenta regular el movimiento de bienes, servicios y capitales, sino que pretende erigirse en un modelo de apropiación/expropiación, ya no sólo de la renta sino también de los recursos. (Regueiro Bello, Lourdes M. 2008: 15).

Corporaciones norteamericanas y los socios locales

La ejecución del Tratado permitió elevar la magnitud del intercambio favorable a las corporaciones estadounidense y las commodities alimentarias: The Raice Food (arroz), TS International Ltd (carne de cerdo), Hoogwegt U.S. Inc (lácteos), CB Services Inc (tomate); son algunas de las empresas que comandan el intercambio. Sus nombres se reiteran al ordenar las transacciones realizadas a través de la Bolsa Agropecuaria e Industrial S.A. (Baisa).
Sin embargo, allí también aparecen los grandes comerciantes locales que obtienen grandes utilidades, con la expansión de las importaciones de alimentos.

Los grandes productores

Al unísono los grandes productores de arroz, maíz, café, poroto, cebolla, papas se han movilizado con sus tractores en David, Los Santos, Divisa. Sus demandas incluyen el control definitivo y eficiente de las importaciones de varios productos, lo que mantiene decaído el sector agropecuario; la seguridad al productor de contar con una comercialización sana y a un precio justo; solución al problema del mercadeo del frijol chiricano, cuya producción se pierde por falta de mercado. Todo esto es el resultado de la implementación de la lista agrícola del TPC.

Trabajadores agrícolas

La rebaja arancelaria implementada desde el ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC, 1998) y, la ejecución de este acuerdo comercial con los Estados Unidos, ha significado para los campesinos un incremento del desempleo en el sector.

Las cifras del séptimo Censo Nacional Agropecuario (2011) mostraban que un poco más de un tercio de los productores (35.6%) tenían parcelas de menos de 0.10 hectáreas y sólo disponían de una superficie de 0.10 de toda la tierra para usos agropecuarios en toda la República. Allí se concentran los damnificados de estos tratados de libre comercio.

Es evidente que esta crisis permanente que enfrenta el sector agropecuario, presiona a mantener los salarios deprimidos que reciben estos campesinos por su trabajo en las fincas.
Dos casos concretos:

Arroz

En primer lugar, veamos el comportamiento de una sola partida arancelaria, en el caso del arroz.

Como ve el lector, en la tabla # 1, se ha conservado el registro de 1997, antes del ingreso a la OMC y se han presentado solamente un solo aforo arancelario, y los años cubiertos ya bajo el manto del TPC Panamá – Estados Unidos.

También se ha preservado el dato de 1997, antes del ingreso a la OMC y exclusivamente se presentado una sola partida arancelaria, y los años que se encuentran cubierto con el TPC Panamá – Estados Unidos.

El volumen de las importaciones de ambos rubros destruye en regiones concretas de Panamá, a los productores, incluyendo a los más eficientes, que no pueden competir con las rebajas de los impuestos de introducción acordados, en los tratados de libre comercio, fundamentalmente el firmado con Estados Unidos.

Sin embargo, las nuevas realidades agrarias, donde los fondos de inversión, toman presencia en el sector agropecuario, profundizan la crisis en el sector agropecuario, que está huérfano de una vigorosa política de estado, que en definitiva defienda nuestra soberanía alimentaria.
El agroparque de Volcán del grupo Bacalia (fresas en invernadero) y las inversiones del grupo Meyer’s, en el sector lácteo, son ejemplos que adelantan la presencia de esos fondos globales de inversión, en el sector agropecuario panameño.

En definitiva, el TPC ya da muestra que brinda muchas ganancias a un selecto sector de comerciantes importadores locales y a unas pocas empresas norteamericanas. El pueblo de Panamá, y con ello los campesinos, los trabajadores ngobe -buglé se quedarán con el pasivo ambiental, con el desempleo y la pobreza.

Por: Iván Quintero

Gráfico: Fernando Peña moran

Last modified: 13/11/2017

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