La izquierda y la derecha son dos formas de hacer política. Los términos fueron acuñados con motivo de la convocatoria de la Asamblea Nacional en el contexto de la Revolución francesa hace 230 años. Los 500 delegados se reunieron en un gimnasio de Versalles (en las afueras de París).
Los partidarios de la creación de la República se apostaron a la izquierda y los monárquicos a la derecha. Los que impulsaban los cambios y los que luchaban por conservar el pasado se enfrentaron en dos campos muy bien definidos. Ha pasado mucho tiempo y aún en muchos cuerpos legislativos en el mundo sus miembros toman las mismas posiciones: Los que promueven los cambios a la izquierda y los que quieren detener el progreso a la derecha.
En la actualidad, los términos siguen muy en uso, especialmente en América latina. En el siglo XX, la izquierda era asociada con las distintas variantes de socialismo donde los trabajadores jugarían un papel preponderante. La derecha, en cambio, se vinculaba con los proyectos capitalistas que promovían los sectores sociales asociados con las potencias imperialistas.
La organización de la producción capitalista en la región latinoamericana fue impuesta a sangre y fuego. (En el resto del mundo fue igual). La política agro-minera exportadora tuvo que recurrir a la fuerza, con gobiernos de derecha de corte militar o civil. Igual ocurrió con la instalación de gobiernos que promovieron la industrialización mediante la sustitución de importaciones.
A fines del siglo XX, con el agotamiento del crecimiento capitalista a escala mundial, se adoptaron políticas neoliberales (es decir, una renovación de las políticas liberales anteriores). La derecha se recicló y asumió un papel también renovado con gobiernos represivos.
La izquierda – en gran parte de la región – estuvo durante un par de décadas o más resistiendo o conteniendo la ofensiva neoliberal promovida por una derecha insaciable. A fines del siglo pasado y principios del actual surgieron alternativas de izquierda cuyo discurso era en contra de las políticas neoliberales y a favor de alternativas que favorecieran a los sectores más pobres de la población.
La izquierda no planteaba transformaciones radicales, más bien proponía una redistribución parcial de las enormes riquezas que producían los trabajadores de cada país. La derecha se opuso a estos cambios y logró con éxito derrocar los gobernantes de izquierda en Paraguay, Honduras y Brasil. En otros países como Argentina, Uruguay y Chile se desarrollan políticas neoliberales.
Según las definiciones más acertadas, “la ideología neoliberal se sustenta en la creencia de que los mercados abiertos, competitivos y ‘no regulados’, representan el mecanismo óptimo para el desarrollo socioeconómico”. Cualquier gobierno que disiente de un programa que no sigue esta línea es considerado dictatorial y totalitario por la derecha en Washington y en la región.
Es en este marco que hay que analizar el conflicto ente la derecha y la izquierda a principios del siglo XXI. Nik Theodore y sus asociados señalan que “la reacción del mundo industrializado, aunque vacilante al comienzo, fue comenzar a desmontar los componentes institucionales básicos de los acuerdos de posguerra, para poner en marcha un conjunto de políticas orientadas a fortalecer la disciplina del mercado y la competencia”.
En países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, la propaganda de la derecha (apoyada por EEUU) acusa a los gobiernos de dictatoriales por no poner en primer lugar la ‘disciplina del mercado’. La izquierda es demonizada. Incluso, se buscaron viejos ‘izquierdistas’ para criticar a los gobiernos que proponían la construcción de Estados de bienestar a lo Keynes.
Recientemente, en torno a la violencia desata por la derecha (y Washington) en Venezuela, una carta de intelectuales supuestamente de izquierda criticó al gobierno chavista por sus errores administrativos. Sin embargo, no mencionó las tácticas terroristas de la derecha. Todos los ‘viejos’ izquierdistas, que se fueron a la derecha quedaron descalificados por sus exabruptos.
En la Asamblea Nacional, en el centro de la Revolución francesa, muchos delegados del ‘llano’ y de la ‘montaña’, que conformaban la izquierda, se pasaban a menudo al lado de la derecha, formada por nobles y burgueses. También se daban casos de deserciones de la derecha para enriquecer las filas de la izquierda. No hay que perder de vista, sin embargo, que la izquierda quería la República y no la monarquía. Igual en el siglo XXI, la izquierda lucha por una democracia participativa. En cambio, la derecha defiende el neoliberalismo.
Por: Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA
Gráfico: Mauricio Parra
Last modified: 08/06/2017