En Uruguay, una veintena de agricultores familiares, productores de hortalizas a 40 kilómetros de la capital, Montevideo, se vieron afectados con pérdidas totales de sus cultivos por la contaminación de su fuente de agua para riego, generando un fuerte impacto económico y social y cuestionando la coexistencia entre el agronegocio y la vida y producción en el medio rural.
Es enero y en la zona del departamento de Canelones conocida como “La Armonía” se está en plena cosecha de tomates y pimientos. A un lado y otro de la ruta 33 pueden observarse los invernaderos que han permitido a las familias agricultoras con poca superficie lograr dos zafras de producción de hortalizas de frutos y hojas, lo cual se complementa con producciones “a campo” de calabazas y cebollas entre otras.
La cercanía con la ciudad principal del país, además de suelos profundos y fértiles, zurcados por una densa red de arroyos y cañadas hacen que, por encima de oscilaciones en los precios y la siempre onerosa intermediación, la ecuación económica sea posible y las familias subsistan viviendo en su rincón del mundo y produciendo alimentos.
Según datos oficiales, en Canelones vive una tercera parte de la población rural del país. Pero allí reina el minifundio: el promedio de las “chacras” es de unas 30 hectáreas, contra 350 que es el promedio nacional. En el caso de Canelones, algunas familias producen en apenas un par de hectáreas y al hacerlo mediante invernaderos necesitan regar constantemente, por lo que la calidad y cantidad de agua dulce es un factor decisivo.
Elevando la vista por encima de las casas bajas y estructuras de protección de La Armonía, pueden observarse grandes extensiones si árboles, ni casas familiares, ni cultivos de tomates: se trata de soja transgénica y maíz.
Son varios centenares de hectáreas adquiridas por un empresario argentino, del cual la comunidad local no maneja siquiera su nombre, quien además ha ocupado otros campos conocidos como “fiscales”.
Tras detectar algunos síntomas, el pasado lunes 17 de enero, varias de las familias de la zona que obtienen su agua de riego de una cañada cercana cruzaron informaciones y constataron que sus cultivos de pimientos y tomates estaban muriendo desde sus raíces hasta los frutos ya cuajados.
Al recorrer la zona y especialmente la ribera del pequeño arroyo del cual también se surte de agua y lava sus maquinarias agrícolas la empresa sojera, encontró vegetación ribereña y acuática con los mismos síntomas. Lo único que permanecía verde es un cultivo de maíz, en tanto se encotraron grandes depósitos de fertilizantes lixiviando hacia la cañada y envases de un fuerte herbicida genérico.
Una de las hipótesis que manejan técnicos y agricultores es que el maizal estaba siendo tratado mediante la tecnología “clear seed” que consiste en inocular a la semilla con un antídoto para el biocida, con lo cual se logra desmalezar completamente al cultivo. Los análisis que se realizarán tanto por parte del Ministero de Agricultura como por la Dirección de Medio Ambiente y la Agencia de Desarrollo Rural buscarán un conjunto de moléculas y sus resultados se conocerán en las próximas semanas.
De comprobarse la aplicación del herbicida conocido como “Zetapex” (cuyo principio activo es el Imazetapir), la residualidad del mismo podría impedir el cultivo a lo largo de hasta un año, agravando el daño económico y ambiental de las familias agricultoras y el agua disponible.
Testimonios
Radio Mundo Real recabó el testimonio de algunos de los afectados directa e indirectamente por el evenenamiento del agua de riego, reunidos con autoridades nacionales, departamentales y municipales este jueves 26.
Uno de ellos es el joven agricultor Eduardo Casanova, quien tuvo pérdidas totales de ocho módulos de invernaderos en producción. Su futuro económico es incierto, aunque cree que se trata de un aprendizaje doloroso de la comunidad que pueda impulsar cambios en cuanto al ordenamiento territorial.
En tanto Solange Chiolini y su esposo Gustavo, quienes se dedican a la producción de plántulas para suministrar a sus vecinos, vieron morirse la totalidad de las mismas, lo que los deja sin sustento económico por un tiempo aún indeterminado.
“Vivimos de la cañada”, dice Gustavo. Solange agrega que si bien las pérdidas de producción agrícola son dramáticas, debido a la generalización de los daños quedó de manifiesto la afectación diaria y cotidiana de los habitantes de la zona a través de aplicaciones de agrotóxicos que generan derrames y derivas.
La reglamentación de las distancias a mantenerse para el uso de agrotóxicos en aplicaciones terrestres y aéreas tienen en cuanta los centros poblados pero no las viviendas rurales aisladas, dijo la agricultora en la entrevista.
La contaminación de cultivos y cuencas hídricas a través de agrotóxicos tiene lugar fundamentalmente en los veranos, períodos del cultivo de soja y maíz. Varios de los vecinos reunidos para tratar el tema con las autoridades reportaron haber tenido pérdidas en su producción o lisa y llanamente la inutilización de sus manantiales para agua de consumo humano.
Esta zona del departamento de Canelones forma parte de la cuenca del Río Santa Lucía, fuente de agua bruta del área metropolitana que congrega a un 60 por ciento de la población del país,por lo cual el caso de “La Armonía” adquiere incidencia nacional.
Escuche audio aquí: Uruguay: contaminación de aguadas con agrotóxico afecta gravemente a zona granjera
Last modified: 23/02/2017