Consumir productos ecológicos no sólo supone alimentarnos y vivir de una forma más saludable, también contribuye a la lucha por un futuro más digno para nuestros hijos y por un planeta sostenible, libre de químicos y transgénicos. En España llevamos un rato en camino pero si miramos a otros países de nuestro entorno, comprobamos que hay mucho por recorrer y que no es una apuesta idealista sino una cuestión de voluntad y sentido común. Según los datos de la Comisión europea, de 2000 a 2011 la demanda de alimentos ecológicos en Europa se cuadruplicó. Más del 70% de los europeos confía en los productos ecológicos aunque, de ese número, casi un 60% opina que habría que mejorar el sistema de control.
Uno de los objetivos de la certificación ecológica europea fue precisamente dar unas garantías a los consumidores y evitar la confusión al identificar un producto ecológico. Por eso, desde 2010 es obligatorio el logotipo ecológico europeo de la “Eurohoja”, el cual permite a los consumidores saber que los productos que llevan esta certificación, siguen las mismas normas de control que establece la UE. Se permitió un periodo de transición y desde julio de 2012 es también obligatorio para todos alimentos ecológicos pre-envasados y que hayan sido producidos en los Estados miembros de la UE. Desde entonces, los productos que no se elaboran de acuerdo a las normas ecológicas europeas, ya no pueden utilizar términos como bio, eco, etc…, en marcas registradas, etiquetados o publicidad.
En un estudio de 2012 del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MAGRAMA), sobre el perfil del consumidor de alimentos ecológicos en España,resultaba preocupante el dato de que, “solamente un tercio de la población española reconoce la etiqueta identificativa del producto ecológico”.
Es importante saber que al comprar un producto ecológico con el sello de la Eurohoja se nos ofrece la garantía de:
1. Que el producto está libre de productos químicos como plaguicidas, fertilizantes y antibióticos.
2. Que se ha elaborado mediante los cultivos de temporada y la rotación de cultivos
3. Que, como mínimo, un 95% de sus ingredientesse han elaboradode manera ecológica
4. Que no contiene organismos modificados genéticamente (OMG) (y si se han incorporado de manera no intencionada, que su proporción en el ingrediente sea menor del 0,9%)
5. Que el producto cumple con las normas del plan de inspección oficial: todos los operadores ecológicos han de ser inspeccionados al menos una vez al año. Se lleva a cabo una toma de muestras, análisis de la tierra, de materias primas y de producto terminado y se exige una documentación detallada de todas las entradas y salidas de producto y de materia prima.
6. Que proviene de forma directa del productor o del transformador en un envase sellado.
7. Que se identifica al productor, al transformador o al vendedor y al organismo de inspección.
8. Que se controla el bienestar animal y las necesidades específicas de cada especie: prácticas de cría adecuadas, fomento de las defensas inmunológicas naturales de los animales, que los animales pasen una serie de horas al día en el exterior y que su alimentación sea con piensos ecológicos.
En España, el control y la certificación de la producción agraria ecológica es competencia de las Comunidades Autónomas y son los Consejos o Comités de Agricultura Ecológica territoriales los responsables de que se aplique esta normativa comunitaria y de emitir sus respectivos sellos oficiales de certificación. En Andalucía y Castilla – La Mancha, la entidad certificadora es una asociación sin ánimo de lucro y, en el caso de Aragón, coexiste una autoridad de control pública con organismos de control privados.
Desde 1999, Intereco, asociación sin ánimo de lucro, agrupa a estos Comités y Consejos de producción ecológica y trabaja para mejorar estas funciones de control y certificación de los productos ecológicos amparados por la legislación europea.
Además del sello obligatorio de la eurohoja, podemos encontrar otros logotipos ecológicos en las etiquetas del producto como los logos ecológicos nacionales, (por ejemplo “AB” de Francia, “Bio-Siegel” de Alemania, “Soil Association Certification” del Reino Unido…). También podemos encontrar otros sellos como “DEMETER”, que, además de cumplir la normativa europea, incorpora los criterios basados en la agricultura Biodinámica o sellos de entidades privadas como “Ecocert” que funciona en todo el mundo.
Por Marta Gandarillas
Last modified: 30/09/2015