Panamá. El retorno del gringo norteamericano en tiempos de fábulas 

Written by | Norteamérica, Panamá

Recientemente se cumplieron 35 años de la invasión estadounidense a Panamá de 1989 es de la mayor y cruenta injerencia por parte del coloso del norte a nuestro al istmo, y 25 años de la reversión del Canal de Panamá la cual está administrada por la oligarquía panameña. En los últimos años, las relaciones internacionales entre los gobiernos de  Panamá y Estados Unidos han sido de fundamental excusa la cooperación en temas de seguridad y “guerra a las drogas”, y trampolín para expiar la región por la cercanía geográfica que han mantenido a ambos países interrelacionados de manera constante. La postura de la administración de Donald Trump hacia algunos países de América Latina, incluyendo Panamá, ha sido controvertida y amenazante (Aclarar que estas prácticas de colonialismo son impuestas por Estados Unidos desde antes de la Dotrina Monroe).

Uno de los momentos más significativos que reflejó esta tensión fue cuando Trump hizo comentarios públicos que han sembrado incertidumbre sobre la relación entre ambos países. Aunque no se trató de una amenaza directa en términos militares o diplomáticos, las declaraciones del presidente fueron interpretadas como un intento de presionar a gobiernos latinoamericanos, incluido Panamá, para alinearse con sus intereses.

Trump también fue crítico con aquellos países que, según él, no se alineaban con las políticas migratorias y de seguridad de su administración. En el caso de Panamá, aunque no fue objeto de medidas directas, las amenazas de reducir la ayuda financiera o de imponer sanciones a aquellos que no cumplieron con las expectativas de Estados Unidos contribuyeron a un clima de desconfianza en la región. 

Además, la gestión de Trump refleja una resistencia hacia el multilateralismo y una tendencia a presionar a países pequeños a seguir sus directrices unilaterales, lo que afectó la autonomía de países como Panamá, que han mantenido una política exterior independiente en algunas partes. La amenaza implícita de que Panamá podría sufrir consecuencias si no se alinea con la agenda de los Estados Unidos, evidencia las tensiones geopolíticas y el desequilibrio de poder entre ambas naciones, y mala referencia histórica relación de “cooperación” de los gobiernos de Panamá por lo menos en los últimos 35 años.

Aunque no se materialice en una amenaza directa en términos de intervención o agresión, la administración de Donald Trump envió señales claras de que aquellos países que no apoyaron su visión o no se adaptaron a sus políticas sufrirían consecuencias económicas y diplomáticas. En el caso de Panamá, esto implicó una constante incertidumbre sobre el futuro de las relaciones bilaterales y la necesidad de navegar con cautela en un entorno internacional donde el liderazgo estadounidense parecía más dispuesto a imponer su voluntad que a negociar de manera equitativa. 

Después de encontrar varias opiniones por los panameños se puede sumar el análisis escrito por el Profesor Mario Enrique de León; “Lo más peligroso hoy no son las amenazas de Trump, sino el apoyo o la indiferencia de una parte importante de la población panameña a las ideas de Trump referidas al destino del Canal de Panamá. Este sentido antinacionalista de muchos es el resultado de una fragmentación de la Nación. Ese resquebrajamiento es resultado de las profundas desigualdades que ha generado el modelo económico transitista y la concentración de las riquezas por parte de algunos cuantos grupos económicos. 

Los excluidos no pueden contener un sentido de pertenencia ni de soberanía. La defensa del territorio nacional, la posición geográfica y del Canal será posible en la medida que haya un nuevo pacto nacional, tal como se desarrolló la unidad nacional en la década del setenta y no un reordenamiento como ocurrió en 1936 y 1955. Para ello, primero, es un deber incluir a los marginados y alcanzar un mínimo digno de garantías sociales. Sin la idea de bien común la patria no se puede sostener”.

 Las amenazas verbales de Trump sirvieron como un recordatorio de la vulnerabilidad de los países pequeños ante las decisiones de las grandes potencias. Para Panamá, la urgente necesidad de refundar la nación ante las injusticias y la cultura entreguista promovida por algunos sectores de la fábula oportunista lumpen.  Urge que el Canal de Panamá sea administrado por panameño con principios y valores, fuera de la corrupción y oligarcas, sea dirigido por panameños con causa y conciencia humana y social, cuya riqueza sea distribuida de manera equitativa y justa.

Por: Pedro Silva García. Internacionalista y comunicador social. Radio Temblor Internacional

Last modified: 22/01/2025

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