Guilla, como le dicen sus vecinos, habla clarito y sin correr. La presentación que mejor le queda, reconoce, es la de diseñadora gráfica y comunicadora visual. Nació en Buenos Aires, en el conurbano oeste, pero eligió San Antonio de Arredondo, al sur del Valle de Punilla (Córdoba), para vivir y formar su nido, que también es trinchera. Forjó un estilo propio basado en la síntesis y el uso de metáforas visuales. Mucho de la artista que es hoy tiene origen en su familia de poetas y escritores.
Cuenta que no le costó acomodarse —hace ya veinte años— a ese pueblo envuelto en sierras, monte nativo y aire puro. Fue cuestión de enamorarse del entorno natural.
Noelia Gaillardou es una artista multifacética, una jugadora de toda la cancha que pinta murales en escuelas, diseña logos para tapas de discos y también ilustraciones para remeras de impronta local. Fue encargada de contenidos gráficos hasta el 2022 de Sala de Prensa Ambiental, un espacio de comunicación digital con perspectiva ambiental que nace y crece desde el centro de la Argentina. También es autora de piezas gráficas inolvidables como el retrato de Ramona Bustamante, la abuela que supo ser ejemplo de lucha, de resistencia y también semilla por la defensa del territorio y los derechos campesinos desde el campo donde nació y creció, en el paraje Las Maravillas, al noreste de Córdoba. Una ilustración que se volvió bandera para muchos. Como la que realizó en el 2017, reuniendo a Julio López y a Santiago Maldonado para sintetizar todo lo que implica la defensa del territorio en clave de derecho humano fundamental.
Lo que la distingue entre el hormiguero de diseñadores gráficos argentinos es su marca registrada, una suerte de hilo conductor que atraviesa su obra despertando conciencias. La comunicación visual de problemáticas socioambientales la convierte en estrategia ineludible para concentrar atención y transformar el dibujo en herramienta de lucha. Algo así como “en caso de emergencia, recurra al arte”.
—¿Cuándo identificaste que lo tuyo era comunicar las problemáticas socioambientales?
—Sin lugar a dudas tiene mucho que ver el lugar que uno habita, conocer el territorio con otra mirada. Cuando llegué a las sierras, al poquito tiempo me vinculé con Adarsa, una organización no gubernamental ambientalista que trabaja en la protección de la cuenca del río San Antonio, hace unos 25 años. Es una ONG muy prestigiosa y respetada en la provincia de Córdoba. Empecé a colaborar con la comunicación y como voluntaria. Seguramente que también esa tarea me conectó muchísimo con toda la cuestión socioambiental.
—¿De qué se trata tu trabajo y cómo elegís qué comunicar?
—Mi tarea es variada, desde el diseño para un libro, una cartilla sobre yuyos del monte, hasta el arte para un disco multi premiado. Actualmente estoy trabajando en proyectos de músicos independientes, de Argentina y del exterior. El vínculo con las problemáticas socioambientales hace que se acerquen solicitando mi trabajo personas con un fuerte compromiso en estas temáticas. He trabajado en varias campañas de concientización; para fundaciones, ONG y organizaciones sociales. Es una tarea que me nutre porque puedo aplicar el compromiso de responsabilidad social a través del diseño. Creo que la definición que más encaja con cómo encaro mi trabajo es “disparos gráficos”.
—¿Cómo sería eso?
—Cuando algo me conmueve o moviliza, intento plasmar una editorial visual y la subo a las redes. El proceso es instintivo, no es algo que me proponga como quien ilustra efemérides. Simplemente sucede, mientras estoy trabajando en otra cosa. Más allá de lo que me encargan, siempre estoy trabajando en producciones que tienen que ver con noticias o situaciones que nos movilizan, que nos conmueven. Podría decirse que son paréntesis necesarios que me mantienen conectada con la realidad que nos atraviesa. Lo que publico en redes sociales es de todos. Cuando una obra pasa a dominio público, la gente se apropia del mensaje y se multiplica.
—¿Cuánto influye la situación socioambiental en tu trabajo?
—Creo que los clientes me eligen por tener esa mirada que involucra la cuestión ambiental porque entienden que puedo traducir esos mensajes al lenguaje visual. Los comunicadores tenemos una responsabilidad muy grande y también un compromiso con la verdad. Entonces desde ese lugar, lo que intento hacer es traducir al lenguaje gráfico mensajes que por ahí a través del mensaje escrito no llegan de manera tan veloz. Este tipo de lenguaje visual permite crear imágenes imposibles.
—Entonces la comunicación artística puede ser también activismo…
—El arte como lenguaje y como método de llegar a varios hogares es muy interesante. Quizás la gente se engancha con una imagen que dice un montón de cosas al mismo tiempo. Por ejemplo, el póster que hice después de los incendios del 2020 que arrasaron con gran parte de la provincia. Lo que hice fue convertir el mapa de la provincia de Córdoba en una bolsa de carbón. La ilustración o el lenguaje gráfico nos permite crear esas imágenes imposibles, recargadas de mensaje. Creo que desde el arte estamos casi obligados a involucrarnos con la cuestión ambiental, no sólo los que vivimos en espacios naturales, también desde las ciudades.
—¿Se puede construir una agenda ambiental que no ahuyente y, por el contrario, sume pensamiento crítico?
—El ambientalismo tiene mala prensa. Creo que esto es, en parte, porque se viene haciendo una comunicación hacia adentro, con un lenguaje que le habla a los que ya estamos convencidos. Así las cosas, el rubro —por llamarlo de alguna manera— no es rentable. Pero no hay que olvidar que se hace comunicación ambiental por un ánimo resuelto de contar las historias que otros no quieren contar. El compromiso último no es con anunciantes, sino con la historia. Somos los comunicadores quienes debemos poner en agenda los hechos, y el lenguaje gráfico permite que los mensajes lleguen con mayor velocidad e impacto. Entre comunicación y ciudadanos debe darse una dinámica de retroalimentación. Los comunicadores somos agentes de cambio social desde nuestro rol de ciudadanos comprometidos.
—¿Una forma distinta de comunicar?
—Creo que en realidad el cambio de paradigma está en modificar el cómo comunicar las problemáticas socioambientales. Estamos en un tiempo en el que hay que hacer una revisión profunda de cómo decimos para justamente llegar a todos porque si seguimos comunicando hacia adentro, como suele suceder desde las asambleas socioambientales o el colectivo feminista, va a costar mucho llegarle al que no está convencido. Nosotros tenemos que hablarle al que no está convencido. En ese sentido, el rol del periodismo ambiental es fundamental.
—¿Sería el arte como herramienta política?
—Sigue habiendo una diferenciación entre el arte decorativo u ornamental y el arte que comunica desde otro lugar. Y creo que esto tiene sus orígenes en el muralismo. El muralismo no es un dibujo grande adherido a una pared, es un soporte enorme a cielo abierto que comunica un mensaje para todo público. Entonces, si tomamos al muralismo como origen de este tipo de arte que puede ser en un formato de póster, o la tapa de una agenda, una serie de postales, unos calcos, una remera, este tipo de trabajos convierten el arte en comunicación visual, son como editoriales gráficas.
Por: Jésica Bustos
Ilustración: Noelia Gaillardou. Diseñadora gráfica, comunicadora visual y entiende el arte como una herramienta de transformación social. Cordobesa por adopción, sus imágenes sobre la vida campesina, el desmonte y las causas socioambientales circulan por redes sociales y de mano en mano. “Los comunicadores tenemos un compromiso con la verdad”, afirma.
Tomado de: agenciatierraviva.com.ar
Last modified: 02/08/2023