Hay un cambio climático y está impactando en nuestra cotidianidad: veranos sofocantes, olas de calor, sequías prolongadas… con su contraparte de grandes temporales, heladas, lluvias torrenciales.
La causa directa de estas sacudidas climáticas es la actividad industrial del ser humano, la sobre-explotación de los recursos y su depredación masiva, que han reducido las posibilidades de regeneración que tiene la propia naturaleza. Ya en los años setenta, científicos alzaron su voz para alertar de la amenaza global que suponía este frenesí de desarrollo extractivista muy por encima de las posibilidades materiales de nuestro planeta. No se podía tener un crecimiento infinito en un planeta finito, con materias primas y recursos limitados. Fueron ignorados. Décadas más tarde vemos como sus avisos y predicciones se hacen reales.
Ahora tanto científicos como ecologistas nos siguen alertando que los excesos del capitalismo tienen fecha de caducidad: o reducimos el nivel de consumo de materias primas y recursos naturales o llegará un momento en que se acaben y no habrá forma de mantener el actual sistema económico. A esto lo llaman colapso, a la imposibilidad material de generar recursos nuevos para poder mantener en nivel de consumo, por ejemplo de energía, suficiente para mantener nuestra forma de vida actual.
Más allá de escenarios que parecen apocalípticos -los polos se derriten, podrán liberar virus congelados para los que los humanos no estamos preparados…- el hecho es que ya padecemos los efectos de un cambio dramático global: la reducción de parajes naturales vírgenes hace que animales salvajes contacten con humanos y puedan propagar enfermedades nuevas para el ser humano como ha ocurrido con el COVID.
Sin embargo en las sociedades del Norte rico parece que nos resistimos a darnos cuenta de que el cambio climático no solo ya está sacudiendo la vida de millones de seres humanos sino que la está limitando: la imposibilidad de habitar ciertos territorios ya ha creado refugiados climáticos; vivimos guerras por los recursos; se está generalizando la escasez de agua dulce…
Muchos de los y las científicas ya dan por imposible revertir este deterioro global y plantean que la única opción realista y factible es cambiar ya de modelo económico y social. Que no hay más salida para el conjunto del planeta que decrecer, que consumir menos. Por ejemplo numerosos estudios plantean que es imposible sustituir nuestros actuales usos masivos del petróleo con «energías limpias», que no hay más opción que reducir nuestro gasto energético…
Ante la evidencia de que el cambio climático ya está aquí, pensamos que tenemos que hacerle frente, y como prmer paso necesario hablar de él, nombrarlo. No podemos ignorar la realidad, tenemos que entenderla. Y la mejor forma de hacerlo es adquiriendo conocimientos, debatiendo, aprendiendo. Por eso, este sábado 8 de julio os proponemos y os invitamos a dialogar con Asier Aries, vecino del barrio, ecologista y profesor en la UCM.
Fuente: asambleadecarabanchel.org
Ilustración: Arcadio Esquivel
Last modified: 11/07/2023