La crisis que estalló en Perú con la detención del presidente Pedro Castillo, el pasado 7 de diciembre, se convirtió en un impulso para mujeres campesinas e indígenas del país, que se quedaron en la capital con una meta: defender sus derechos.
“El horizonte al que queremos llegar lo tenemos claro, vamos a exigir justicia por todos los asesinados y sobre todo exigimos la renuncia de la señora Dina Boluarte, que haya una mesa directiva verdaderamente que esté acorde con lo que la población exige, que haya una asamblea constituyente paritaria y sobre todo que las elecciones se den pronto”, dijo a El Salto la activista aymara Yuli Del Pilar.
Del Pilar es antropóloga, egresada de la Universidad Nacional del Altiplano. Nació en Ilave, una provincia de Puno, en el sur de Perú. Integra la organización feminista Auka Warmi, que en quechua significa “mujer guerrera”.
A comienzos del mes de diciembre, activistas feministas de diversas regiones de Perú, llegaron a Lima para participar en un encuentro de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (Fenmucarinap), y a los tres días Castillo anunció la disolución del Congreso y posteriormente fue detenido. Desde entonces, algunas de las integrantes de esta organización decidieron permanecer en Lima y acompañar las protestas contra la ahora presidenta Dina Boluarte.
Entre diciembre y febrero, durante manifestaciones contra Boluarte y el Congreso hubo 48 muertos en choques directos con los cuerpos de seguridad, de acuerdo con cifras de la Defensoría del Pueblo de Perú.
Denuncias de racismo
Las activistas feministas entrevistadas por El Salto aseguraron que han recibido numerosas expresiones de racismo en Lima, especialmente provenientes de las autoridades y de los cuerpos de seguridad, pero también de habitantes de la ciudad, quienes las llaman despectivamente: cholas, indias, campesinas y terrucas (en referencia a terroristas).
“El proceso de discriminación yo lo superé en Lima hace años cuando venía a capacitarme y a actividades, pero ahora ha sido más duro para mis hermanas de región (del interior del país), porque han venido con sus trajes originarios, porque cada comunidad, cada distrito tiene su traje originario, y acá la gente en Lima nos han discriminado, insultado, menospreciado, prácticamente las han humillado”, agregó la activista aymara.
En un informe publicado el 16 de febrero, Amnistía Internacional alertó sobre el uso de armas “de forma indiscriminada contra la población, especialmente contra personas indígenas y campesinas”.
“No es casualidad que decenas de personas dijeran a Amnistía Internacional que sentían que las autoridades las trataban como animales y no como seres humanos. El racismo sistémico arraigado en la sociedad peruana y en sus autoridades durante décadas, ha sido el motor de la violencia ejercida como castigo contra las comunidades que han alzado la voz”, dijo Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
En un informe publicado el 16 de febrero, Amnistía Internacional alertó sobre el uso de armas “de forma indiscriminada contra la población, especialmente contra personas indígenas y campesinas”
La exministra de la Mujer y el Desarrollo Social (julio – diciembre 2011), Aida García Naranjos, en entrevista con El Salto explicó que, en Perú, principalmente en Lima, “aún se nota el racismo y el clasismo que tienen interiorizado, que les ha dejado este sistema colonizador”.
“Desde la colonia siempre el indígena, el campesino, no tenía ese valor, no se le daba el valor como tal, eso se ha ido manteniendo en el tiempo y lamentablemente en Lima eso es lo que ha pasado y es lo que estamos viendo”, expuso.
García-Naranjo destacó que hay denuncias de mujeres que fueron víctimas de desnudos forzados y tocamientos indebidos durante la intervención de la Universidad Mayor de San Marcos, el pasado 20 de enero.
“Se buscó disciplinar a las mujeres en la lógica del patriarcado, como se busca disciplinar a las mujeres en esos espacios de relaciones de poder en el sistema patriarcal de dominación”, sostuvo.
Las agresiones racistas contra las poblaciones rurales, aseguró Del Pilar, “para nada desaniman a las mujeres que decidieron quedarse en Lima” desde el mes de diciembre, y a las que regresaron en marzo, para participar en diversas protestas convocadas por el Día Internacional de la Mujer.
Participación femenina
En Lima, Del Pilar cumple diferentes roles, entre ellos, apoyar a las brigadas de salud y capacitar a mujeres en la desactivación de bombas lacrimógenas y en atención de primeros auxilios, para que puedan cuidarse durante las manifestaciones.
“Sigo aquí, porque estoy segura de que no podemos retroceder y es así, han sido las mujeres quienes han encabezado el proceso de lucha”, afirmó.
La activista sostiene que el proceso de organización de las mujeres mejoró debido a la fuerza que han tenido en los últimos años los procesos de empoderamiento femeninos.
“Nosotras como hijas y nietas de estas mujeres guerreras que han empezado la lucha, hemos tenido el privilegio de educarnos y hemos hecho nuestro aporte empoderando, capacitando a más hermanas, desde niñas hasta adultas mayores, enseñándoles cuáles son sus derechos, por qué tenemos que defender la tierra, por qué tenemos que superarnos, que la educación es fundamental, pero sin perder el horizonte”, agregó.
Las agresiones racistas contra las poblaciones rurales, aseguró Del Pilar, “para nada desaniman a las mujeres que decidieron quedarse en Lima” desde el mes de diciembre, y a las que regresaron en marzo
La presencia de la mujer del denominado Perú profundo en las manifestaciones ha sido destacable, dijo la exministra. “Hay un protagonismo donde indudablemente resulta resaltable la presencia de mujeres de los departamentos de Puno, Cusco, Ayacucho, Abancay, Andahuaylas, en menor medida mujeres del centro, aunque también tienen una gran trayectoria, y mujeres de la selva”, planteó.
García Naranjo, quien ha escrito más de 14 libros, la mayoría sobre paridad de género, sostiene que este cambio es consecuencia de que “el movimiento femenino más importante que ha tenido Perú en las últimas décadas ha sido el de las organizaciones femeninas populares, indígenas y campesinas”.
Representación identitaria
Aurora Coronado Ugarte es vicepresidenta Fenmucarinap, y desde diciembre se encuentra en Lima, donde se encarga junto a sus compañeras de llevar las riendas del centro instalado en la sede de Nuevo Perú, en el corazón de Lima, en el que reside junto a más 50 personas del sur del país.
Ella explica que, si permanece en la capital, lejos de su chacra, es porque cree que la participación de las mujeres es vital para defender la democracia y especialmente el voto de las comunidades indígenas y campesinas.
La figura de Castillo, explicó la exministra de la Mujer a El Salto, se convirtió en una representación identitaria de las comunidades que se han sentido marginadas
“Yo creo que la lucha es por la reivindicación de la democracia, el respeto al voto indígena al voto campesino, porque el profesor Pedro Castillo ganó las elecciones con el voto de nosotras, de las indígenas, del pueblo, y por eso no lo respetan”, afirmó.
La figura de Castillo, explicó la exministra de la Mujer, se convirtió en una representación identitaria de las comunidades que se han sentido marginadas.
“Yo creo que el triunfo de Castillo le identifica con el ser humano del mundo rural, campesino, de los distritos más pobres, de las provincias más alejadas, de los distritos más pequeños, y efectivamente de esos espacios de carencia que representan también para ella misma”, destacó.
En medio de la crisis que se desató en Perú tras la detención de Castillo, y la llegada a la presidencia de Boluarte, cobró fuerza la demanda de una asamblea constituyente.
En una nueva constitución las mujeres peruanas exigen, aseguraron las entrevistadas, que se respete la paridad, la alternancia y la interculturalidad.
Fuente: El Salto Diario
Last modified: 10/03/2023