Mujeres y disidencias sexo-genéricas de distintas entidades denunciaron las violencias que sufren por parte del Estado, el crimen organizado y los extractivismos empresariales, y que se reflejan en el despojo territorial, los feminicidios y transfeminicidios y la discriminación, durante el Encuentro Regional Mujeres y Disidencias en Defensa del Territorio «El Istmo es Nuestro», realizado el pasado 26 de febrero.
Una a una, las mujeres y disidencias que participaron en el Encuentro compartieron las experiencias de violencia tanto en sus comunidades como en las ciudades, entre las que destacaron la discriminación por sus preferencias e identidades sexuales, la exclusión sistemática y persecución, los feminicidios y transfeminicidios, la violencia económica y el despojo territorial por parte de los gobiernos y empresas a través de los megaproyectos.
Durante el Encuentro, expusieron las problemáticas que atraviesan las mujeres y disidencias en los estados de Oaxaca, Veracruz, Estado de México, Morelos y Jalisco. Entre ellas, señalaron la resistencia y organización frente a la imposición del Corredor Transístmico, el Proyecto Integral Morelos, los parques eólicos, las mineras, el crecimiento industrial y el turismo.
Por otra parte, añadieron que también en los espacios comunitarios de sus pueblos son víctimas de violencia machista, que se refleja en la discriminación por sus identidades y preferencias sexuales hasta en la negación para participar en proyectos y toma de decisiones.
Frente al panorama, en el Encuentro las mujeres y disidencias acordaron la creación procesos de formación y búsqueda de información «para construir argumentos que no puedan desmentir» aquellas empresas que pretenden entrar a sus territorios, así como continuar con la organización de espacios para compartir las experiencias y estrategias de lucha desde cada comunidad.
A continuación el comunicado completo:
A LAS MUJERES Y DISIDENCIAS SEXO-GÉNERICAS
QUE LUCHAN CONTRA EL PATRIARCADO, EL CAPITALISMO Y POR LA VIDA EN MÉXICO Y EL MUNDO
C O M U N I C A D O
Marzo 2022
Este pasado sábado 26 de febrero de 2022, nos reunimos en Juchitán, Oaxaca, mujeres y disidencias sexo-genéricas de diferentes geografías y procedencias a compartir nuestras experiencias de vida y lucha, desde lo personal, hasta lo colectivo, en pequeño y en grande, desde el cuerpo y en el territorio, después de un largo día de trabajo y diálogo, hemos reflexionado lo que consideramos importante difundir y compartir:
Desde pequeñxs se nos impone la división sexual de los roles de género (la división de tareas entre niñas y niños), lo cual genera violencia al rechazar tareas de cuidado y trabajo doméstico, que se considera son únicamente solo para las mujeres; además a las niñas nos inculcan el matrimonio y la maternidad como único camino de vida. Todo esto se replica en nuestras organizaciones y luchas, limitando nuestra participación en procesos organizativos.
En nuestros hogares y comunidades, como mujeres y disidencias sexo-genéricas sufrimos discriminación por nuestra forma de vestir, de expresar nuestras identidades y preferencias sexuales. Somos etiquetadas como “rebeldes” por ser mujeres divorciadas, organizadas, por decidir dar prioridad a otras actividades que no tienen relación con las labores del hogar o el cuidado de nuestras familias. No nos permiten descansar, aportar ideas, impulsar y encabezar procesos o proyectos que surjan de nuestros propios intereses, menos aún si éstos se salen de lo aceptado.
La violencia económica es otra de las violencias que sufrimos, esta se manifiesta en las madres solteras, las casadas a las que su esposo cela porque les va mejor económicamente, las que optan por modelos de vida autogestivos y, en general, se expresa en todos aquellos ámbitos en que las mujeres y disidencias sexo-genéricas decidimos romper con lo socialmente aceptado/construido. En esta violencia también entra la dependencia económica de las mujeres con sus maridos/parejas/familias, así como a la escasa oferta laboral para mujeres y disidencias sexo-genéricas.
En los espacios comunitarios sobrevivimos a contextos de mucha violencia, que van desde las provenientes del Estado, el crimen organizado, los extractivismos empresariales, el despojo de nuestros territorios y también la violencia mortífera como son los feminicidios, transfeminicidios y toda forma de violencia contra nuestros cuerpos. En las periferias, las mujeres sobrevivimos al despojo de nuestras aguas, territorios y bienes comunes que son extraídos para las grandes ciudades, el extractivismo también incide en el aumento de enfermedades como el cáncer producto de la contaminación. Esta situación se agrava al no contar con acceso a la salud en nuestras comunidades.
En las ciudades sufrimos la exclusión sistemática y persecución al optar por formas de vidas que no se adaptan al sistema capitalista y patriarcal: cuando decidimos generar recursos económicos en planos informales se nos expulsa de espacios públicos, cuando construimos otras formas de relacionarnos con nuestro entorno y/o con otras personas se nos señala y discriminan. La pandemia del Covid-19 redujo nuestras opciones laborales y encima de eso, no nos permitían salir a vender.
También las mujeres y las disidencias sexo-genéricas sobrevivimos en territorios que están bajo el control del narcotráfico. Que no sólo empujan a las personas jóvenes a consumir sustancias sumamente dañinas para su salud, sino que evita que construyamos proyectos políticos desde abajo donde nos podamos organizar para denunciar o para construir otras formas de vivir, debido a las amenazas de muerte y atentados en contra de nuestras vidas e integridad física. Lo más complejo de ello, quizás, es que ya no hay mayor diferencia entre el Estado, el crimen organizado y la estructura militar/policial.
En el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, estamos sobreviviendo a los parques eólicos, que llegaron en 1994 y ninguna de las comunidades, mucho menos las mujeres, fueron consultadas al respecto. Esto afectó directamente nuestra flora, fauna y nuestras posibilidades para trabajar la tierra. Aumentó la contaminación y con ello afectó directamente nuestra salud. Además, con estos parques llegaron muchos hombres, obreros y trabajadores de las empresas, poniendo nuestros cuerpos en riesgo y convirtiendo a las niñas y mujeres de nuestra región en sus objetos de consumo. Tenemos pocas opciones para reproducir y defender la vida, por eso estamos organizadas.
El Istmo es un punto estratégico y generador energético para empresas privadas y trasnacionales, mientras que en nuestras comunidades padecemos la imposición de altas tarifas de electricidad a pesar de que nuestros hogares y vidas son muy austeras en el consumo energético. No sólo cargamos con el impacto sobre nuestros territorios, pareciera que además nos quieren cobrar dinero por despojarnos de nuestros territorios, aguas y vientos.
En el Estado de México y en general las periferias de las grandes ciudades, se ven despojadas de sus bienes comunes (agua, energía) para abastecer los centros. van en detrimento para abastecer zonas más privilegiadas con terribles consecuencias generadas por las grandes industrias, que fueron promesas de desarrollo que nunca se ha visto reflejado en nuestras vidas y en nuestra economía. Las afectaciones van desde el despojo de nuestros territorios, comunidades y la falta de alternativas para existir, hasta el aumento de enfermedades gracias a la alta contaminación y la imposibilidad de optar por formas más agradables para sobrevivir. Además, nuestras vidas como mujeres se encuentran en constante peligro en las calles, en las escuelas o trabajos, y muchas de nosotras, no estamos seguras ni tranquilas dentro de nuestros hogares. En todo momento vivimos bajo el yugo de la violencia feminicida y patriarcal.
En Morelos estamos en resistencia en contra la termoeléctrica, gasoductos, ampliación de autopista, minería y complejos turísticos. El turismo también es una forma de despojo, que nos quita territorio y nos arroja a servir a las personas turistas que llegan a contaminar nuestros territorios.
En Jalisco sobrevivimos al despojo por la industria y uno de nuestros ríos ha sido reconocido como uno de los más contaminados de Latinoamérica e incluso del mundo, según Naciones Unidas. Hace 40 años el municipio fue declarado de vocación industrial, conforme ha crecido la ciudad de Guadalajara ha crecido la contaminación porque el río sirve como desagüe de sus drenajes. Hay incineradores biológicos infecciosos. Es considerada una ciudad industrial porque produce mucho dinero, pero genera más daños a largo plazo por la contaminación. Hace dos años querían instalar una termoeléctrica y al momento de oponernos, el presidente dijo: “¿por qué se quejan de tener un enfermo renal en su casa si les da para trabajar?” En todas las casas hay enfermos renales, de cáncer, toda la industria produce múltiples enfermedades. Nos enfrentamos ante un monstruo que ha impuesto enfermedad y muerte y ha diluido nuestra identidad y fuerza como comunidad. Las empresas van de la mano con el gobierno y el crimen organizado, han fomentado todo este infierno medioambiental. No es casualidad, que Juanacatlán sea el que tiene mayor número de feminicidios, desapariciones, fosas. Esto hace que la gente viva con miedo y hace muy difícil que pueda organizarse.
En el Istmo, ahora tenemos también la amenaza del interoceánico. El cual va a afectar todo: van a derribar varias partes de bosque para ampliar las vías, contaminarán las aguas y con ello vendrán más enfermedades. Todo eso viene desde Chiapas hasta toda la región, todo el estado, y también el de Veracruz, en la parte de Oaxaca se están abriendo carreteras más grandes donde se van a conectar todos los megaproyectos. El interoceánico es una puerta para el gran capital y un muro de contención para las personas migrantes que intentan llegar a Estados Unidos. Por ello es clave compartir nuestras experiencias, para que las compañeras que resisten en el Istmo tengan referencia de la historia de los corredores industriales y los efectos negativos sobre las comunidades, la naturaleza y las mujeres. Los megaproyectos vienen acompañados de procesos de muchísimas violencias.
Ante todo, este contexto de despojo y muerte, hemos decidido y acordado lo siguiente:
– Construiremos redes de contrainformación para compartir experiencias sobre los distintos procesos que atravesaron nuestras comunidades, territorios y nosotras: las mujeres y las disidencias sexo-genéricas. Para esto, crearemos procesos de formación y búsqueda de información sobre las empresas que quieren entrar en nuestros territorios para construir argumentos que no puedan desmentir.
– Necesitamos más encuentros para compartir información y experiencias. Es necesario pensar en un encuentro nacional de mujeres en contra del despojo territorial y en repudio a la violencia que acompañan los megaproyectos de muerte y de desarrollo. En él, debemos hablar de lo que nos duele con otras compañeras, no juzgarnos entre mujeres y disidencias sexo-genéricas y generar redes de cuidado entre nosotrxs.
– Continuaremos movilizándonos en contra del gobierno y las empresas extractivistas.
– Es indispensable generar espacios socio educativos, lúdicos, de enseñanza y aprendizaje mutuo que sirva como espacio para compartir información y posibilite procesos organizativos.
– Convocamos a todos los procesos organizativos de mujeres, disidencias sexo-genéricas indígenas, rurales, urbanas y de quiénes viven todos los tipos de opresión a continuar creando alianzas de conocimientos, saberes y acción.
Desde Juchitán, Oaxaca:
¡CONTRA EL PATRIARCADO Y EL CAPITALISMO!
¡NUESTRAS LUCHA ES POR LA VIDA!
¡NI NUESTROS CUERPOS NI NUESTROS TERRITORIOS, SON MERCANCÍA!
¡SOMOS GUARDIANXS, DEFENSORXS, GUERRERXS, SOMOS TIERRA Y TERRITORIO!
¡AQUÍ ESTÁ LA RESISTENCIA TRANS Y TODA IDENTIDAD QUE NO SE APEGUE A LA NORMA ESTABLECIDA!
FUERA PROYECTOS EXTRACTIVISTAS Y NEOLIBERALES DE NUESTROS TERRITORIOS
¡EL ISTMO ES NUESTRO¡
NO DEL INTEROCEÁNICO
Tomado de: desinformemonos.org
Last modified: 06/03/2022