En reciente entrega sobre la Escuela Itinerante de Ecologismo Popular, realizada en marzo de 2021, unas de las herramientas de incidencia socializada para la defensa de los ecosistemas y cultura de los pueblos en Panamá fue la Cartografía Popular. Diversos actores entre mujeres e infantes, de la escena de la resistencia contra el extractivismo, se replantearon desconstruir la convencional forma de observar pasivamente los conflictos como la minería, hidroeléctricas, extracción maderera, hasta la ingobernabilidad local como nacional a una práctica más consciente y ecologista.
Las comunidades participantes de esta convocatoria, con una diversidad de experiencias de luchas, concentró sus habilidades y debilidades, que han trascendido en la búsqueda de la justicia socioambiental; descubriendo que muchas de las razones por la que impera lo injusto e irracional, se debe a la carencia de formación e instrumento que los propios gobernantes o administradores de justicia interpretan bajo teorías y métodos de desarrollo que no contienen otra forma de participación popular, otros elementos epistemológicos y hasta otra forma de economía fuera de las clásicas dinámicas capitalistas.
La cartografía popular, genera un desconcierto a partir de las colectividades, cuya génesis se enfoca también en los diálogos de saberes, pero con el prisma de la memoria, la acción popular y el estadio al cual aspira el ser humano junto a la naturaleza. Un espacio interactivo, productor y orientador en la interpretación de las formas impositivas que el capital industrial viola las territorialidades ancestrales, culturales, alimentarias y paisajísticas. Toda una riqueza que se emula, entre la herencia de los abuelos, la inocencia de la niñez por saber fuera de la educación convencional, pero la rabia de las juventudes que apuesta por la reorganización y esperanza de negarse a ser útiles de su propia autodestrucción.
Nuestro recorrido abarcó la comunidad de San San Druy del pueblo originario Naso Tjër Di, que recientemente gozan de una nueva ley comarcal, pero que se mantienen en la lista de los grupos panameños excluidos de la asistencia gubernamental, hasta de la rezagada gobernación de las autoridades tradicionales. Sus mujeres guerreras transmiten el espíritu de lucha tal como las conocimos contra la empresa Ganadera Bocas y el blindaje opresor en el año 2010; mapeando diversas actividades agroecológicas como una forma de subsistencia y conservación ancestral.
Posterior a esta primera parada de la Escuela Itinerante de Ecología Política, intercambiamos los conocimientos bajo el café y las aguas del río Santa María en la provincia de Veraguas, donde sus riberas tejen los saberes y luchas campesinas, como lo realiza la Red Ecológica, Social y Agropecuaria de Veraguas RESAVE. Inspirados del cooperativismo del desaparecido sacerdote Héctor Gallego, se promueven diversos instrumentos de defensa legal como ha sido el pacto de caballero (no venta de sus tierras) y una ley para proteger sus ecosistemas de las concesiones extractivas de agua y minerales. Entre uno de los proyectos: Minera Remance.
A dos horas del campesinado veragüense, nos asentamos sobre las coordenadas de la península de Azuero, una región amenazada por el cambio climático y la minería. Entre educadores y defensores ambientales, desglosamos el panorama minero, la deforestación y prácticas adversas a la conservación de las fuentes hídricas. Aquí, bajo el calor también de la industrialización de los bienes ecológicos, campesinos resisten un proyecto minero denominado Minera Cerro Quema, tras varios lustros no ha operado, pero si activo en el mercado especulativo financiero.
Nuestro recorrido incluyó la provincia de Coclé, específicamente El Copé; por décadas, estas comunidades rurales forman parte de la Coordinadora Campesina en Defensa de las Tierras y Aguas de Coclé CODETAC. Una de las riquezas es el Corredor Biológico Mesoamericano CBM. Útil en el estudio científico de especies de flora y fauna, patrimonio monumental natural y purificador del clima. Dos latentes acciones industriales persisten sobre estas áreas, las hidroeléctricas y la minería. La cual se disputa el capital humano sustentable versus un estado libre asociado extractor.
En este trazado de las conflictividades socioambientales del istmo, el cambio climático fue el punto focal de debate como provocador de acciones comunitarias. Y el pueblo originario Guna Yala, víctima de este genocidio global ha presentado una serie de alternativas para no desaparecer, ante la escalada del nivel del mar sobre sus islas y costas. Un territorio ancestral, que también ha sido víctima de la especulación financiera a partir de las falsas soluciones al clima (REDD+, otros) la cual ha propuesto un plan de ordenamiento territorial que facilite y ampare adecuadamente la tenencia de las tierras por cada familia, como un derecho de herencia y accesibilidad a su territorialidad.
Y la última parada de este mapeo ecológico popular, fue la provincia de Darién. Especialmente, en el poblado de Sansoncito, finca el Roblecito de la familia Bravo López. Entre mujeres Emberá y representantes de la juventud campesina, intercambiamos las amenazas que sufre esta región del país. Pero una singular experiencia de vida como es el Agroturismo, que representa una alternativa participativa, sustentable junto a la ecología y fuera de las ofertas explotadoras de maderas, monocultivos y corredores multimodales.
Esta cartografía comunitaria, invita a organizaciones sociales y gobernantes, a dar un vistazo de la riqueza que nos ofrece la madre tierra y madre agua, para sostenerla bajo otro sistema de vida. Y en donde incidimos colectivamente a reparar, restaurar y judicializar la acumulación de daños y degradaciones por las mega obras en nuestros territorios panameño. Consideré estos conflictos en mención, sin dejar de visibilizar otros de carácter emergentes.
Esta iniciativa colectiva, no es una herramienta inédita, es proceso que involucra a diversos actores tomando la participación de género, entre generaciones, sin soslayar los aportes de cientistas sociales y las transformadas escuelas de la economía clásica que abogan por diseñar otro sistema de vida a partir de la incidencia popular, las tradiciones pueblerinas y la racionalidad socioambiental. Más allá de coordenadas y puntos limítrofes que tiene un territorio, la cartografía popular, expresa las cualidades y las virtudes culturales como los pueblos expresan una vivencia, un inventario de asimetrías conflictivas, que proporciona una lectura a partir de dibujos y representaciones propias de las identidades de los pueblos. Y que opta por un mundo solidario, ecológico y justo.
Nuestro agradecimiento a las familias y comunidades participantes. Y a las abuelas y abuelos que abrieron su entorno social y saberes.
Equipo gestor
Margarita Rodriguez Santana
Indira Javilla
Conzuelo Hooker Taylor
Olmedo Carrasquilla Aguila
Colectivo Voces Ecológicas COVEC
Last modified: 06/02/2022