Palabras de tributo y homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto central por el V Aniversario de su Paso a la Eternidad.
¡Qué manera más digna tiene Fidel de vivir, de respirar, soñar, luchar y vencer… de agigantarse cada día que pasa en millones de personas decididas a empuñar sus banderas, seguir su ejemplo y multiplicar sus ideas al precio de cualquier sacrificio!
Inevitablemente doloroso y triste, el 25 de noviembre es sobre todo un día de evocación, de recuento, de reflexión y unidad. Hoy, nuevamente, la necesidad de sentir la cercanía de Fidel convoca, y estamos aquí, en la mambisa Universidad de Oriente, por derecho heredera del cariño familiar que me ata a esta Ciudad Heroica.
En marcha indetenible por la senda del Comandante de Pueblos, llegamos al Altar de la Patria. Lo hacemos convencidos de que debemos venir todos los años para pensar y meditar en el tiempo con Fidel. ¿Cuánto hemos hecho por preservar su legado? ¿Hemos sido capaces de apreciar y asumir todo el valor de su ejemplo? ¿Se sentiría orgulloso de nosotros? De estas y otras respuestas colectivas depende mucho el futuro de Cuba.
Con este autoexamen de conciencia frente al amigo, compañero, maestro, guía, nuestro héroe, padre, abuelo, nuestro eterno e invicto Fidel, agregamos vida a los sueños y realidades a los que consagró sus energías e inteligencia, y avivamos nuestra antorcha moral de virtudes revolucionarias. Ante la piedra que enseña e ilumina, encontramos motivaciones, inspiración y fuerzas para enfrentar los desafíos de los que oportunamente alertó. No hay dudas de que urge regresar una y otra vez. Por eso, desde el 2016, en más de 20 ocasiones Santiago de Cuba nos ha acogido.
Es así como nace mi colaboración con esta casa de altos estudios, de ciencia y conciencia. Y de manera muy especial, con su cátedra honorífica para el estudio del pensamiento y la obra de Fidel Castro, que, en sus cuatro años de existencia, ha desarrollado una prolífica actividad dedicada a la investigación y promoción del legado histórico del Comandante en Jefe entre los miembros de la comunidad, especialmente entre sus estudiantes y jóvenes profesores. Se han desplegado acciones integradas al desarrollo de los procesos sustantivos de la vida universitaria, como la elaboración de trabajos de diploma e investigaciones de posgrado, la organización de acciones metodológicas para introducir el estudio de la vida y obra del eterno rebelde en cada uno de los departamentos de todas las carreras y de los centros universitarios municipales. Igualmente, se han creado grupos de activistas de la cátedra y cursos de formación política. De tal manera, se han realizado paneles, conferencias, eventos teóricos, presentaciones de libros, senderos, rutas históricas. Cabe destacar las actividades y coloquios en conjunto con otras cátedras homólogas de centros que son hijos de Fidel, como la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).
En cada aniversario y conmemoración vinculados al Comandante, puedo afirmar que la cátedra ha sido protagonista en los actos de homenaje que ya se van convirtiendo en una hermosa y sentida tradición.
Permítanme citar un fragmento de la reciente comparecencia del presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, cuando aseguró que “la patria es lo que nuestros padres nos dejaron como herencia, y esa no es una herencia material, no es una herencia de riquezas; es una herencia sobre todo de compromiso, es una herencia que nos obliga a juntos escalar montañas”. Que, parafraseando a Villena en su mensaje lírico civil, es la patria que nos ganaron nuestros padres de pie, y que nunca mendigaremos de rodillas.
Hemos vivido todos años muy duros de enfrentamiento a la pandemia, de incertidumbres, de cruel bloqueo y de guerra no convencional financiada y promovida por el mayor imperio de la historia. ¿Y cuál ha sido la respuesta de Cuba? Luchar por la vida, resistir y vencer. Somos el primer país de América Latina y del Tercer Mundo en desarrollar tres vacunas propias y dos candidatos vacunales, en inmunizar a su población pediátrica y en ayudar a otras naciones ante el azote de la covid-19.
Hoy podemos decir que la mayor de las Antillas se levanta y escala montañas con el consenso de sus hijos. Y estos resultados son posibles gracias a la visión estratégica de Fidel, a la coherencia de sus acciones, a la prioridad que dio siempre al conocimiento, a sembrar ideas y valores en el pueblo. Cuba también vive gracias a la decisión inquebrantable de mantener el rumbo mostrado por el “ardiente profeta de la aurora”, como lo calificó el Che Guevara.
En el año 2021, que sumando sus dígitos nos da 5, conmemoramos justamente los cinco años de diferente presencia de Fidel entre nosotros. Y encontramos, además, algunas otras curiosas coincidencias de su vida relacionadas con este número. Hoy, por ejemplo, se cumple el Aniversario 65 (13 veces 5) de la salida del Granma. Posteriormente al ataque al cuartel Moncada, tras un largo recorrido durante cinco años, cinco meses y cinco días por prisiones, exilio y lucha en las montañas, la tiranía fue derrocada. Tras el desembarco, vino Alegría de Pío un 5 de diciembre, y después el encuentro en Cinco Palmas, donde Raúl tenía cinco fusiles; como también son cinco hombres referentes de la historia cuyos nombres tienen cinco letras: Martí, Maceo, Gómez, Mella y Frank; cinco letras tienen también la gran victoria de Girón y el regreso de Elián; cinco son los héroes prisioneros del Imperio que volvieron; cinco franjas y una estrella de cinco puntas tiene nuestra bandera.
Hay cinco letras que en Cuba significan mucho más que un nombre: Fidel. Y dentro de cinco años llegará su centenario. Nos tocará ese privilegio histórico. Muy pronto seremos la generación del centenario de Fidel, responsables de no dejarlo morir.
Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!
Fidel no dejó morir a Martí. Los que compartimos el tiempo de Fidel, los agradecidos, los que llevamos sus esperanzas y sueños de justicia como ADN, no podemos dejar morir a la Revolución. Y en esa batalla, sin duda alguna, la historia nos absolverá. Las enseñanzas de Fidel están en cada acto heroico y solidario de este pueblo que sabe de libertades y de resistencia, y hoy se afana por hacer avanzar aún más su gran obra: la Revolución martiana y fidelista.
Fidel nos guió ayer con su aguda percepción de lo esencial. Hoy, ante los retos de los tiempos nuevos, tenemos que construir esa percepción e incluso entre todos. “Porque se ha ido una voz por un momento; ¡pero ahí está él y estará!”. Y, como honrar honra, qué orgullo contar con quien nos sigue guiando con el pie en el estribo, en los umbrales del centenario de su jefe y hermano.
Querido abuelo, recibe toda mi veneración y respeto tiernísimo, junto a mis besos y abrazos. ¡Este nieto que lleva tu nombre y tu sangre no te va a dejar morir nunca! Vivo con el orgullo de que mi padre, quien también es Fidel, naciendo te salvó la vida. Y eso fue lo primero que yo aprendí antes de nacer, ¡a nunca dejarte morir!
Tomando nuevamente como brújula los pasos de mi padre por los caminos de la ciencia y de la vida, hago mío este preclaro fragmento de una carta que le envió a mi abuelo en el Aniversario XXV de la Revolución: “Lo que realmente vale es el mensaje y tu enseñanza de que los revolucionarios debemos ser audaces para soñar con el futuro, y tenaces para construirlo”.
¡Viva Fidel!
¡Hasta la victoria siempre!
¡Patria o Muerte, Venceremos!
Por: Fidel Antonio Castro Smirnov
Tomado: www.cubadebate.cu
Last modified: 26/11/2021