El 20 de agosto fue caótico para la maestra Yivell Córdoba. Por quinto día consecutivo no recibía ni una gota de agua potable, un insumo indispensable para iniciar temprano sus labores educativas, que combina en sus horas libres con el trabajo de pastelería.
En su casa están acostumbrados a bañarse a cubetazos casi a diario. Son pocas las horas con agua corriente y cuando llega es turbia. También aprendieron a caminar por entre cubos y botellas en que almacenan el líquido y que atraviesan en el pasillo que conduce a la cocina, el baño y los cuartos. En el lavaplatos permanecen durante horas sin lavar los cubiertos y las ollas. Pero, aun así, ese viernes de agosto fue peor porque se completaban cinco días ininterrumpidos sin servicio, en medio de la pandemia y sin respuesta de los proveedores.
La maestra Yivell vive en una de las poco más de 700 casas de Montemadero, en el corregimiento de Pacora, una zona de la capital panameña donde suele cortarse el suministro a diario, sobre todo cuando llueve. Por lo general, les dan servicio en las noches, razón por la cual en las viviendas abundan las botellas, los platones y los tanques de almacenamiento. Más grave aún es la situación en el área conocida como El Anillo del Este, donde sus 15 mil habitantes se abastecen con carros cisterna. El agua hoy es un lujo cada vez más escaso para ellos y para otras comunidades de esa ciudad, al igual que para los de Panamá Norte, o de otras provincias del interior del país como Panamá Oeste, Colón y Santiago de Veraguas. Buena parte de las edificaciones fueron levantadas con los permisos en regla, las redes de suministro están instaladas y los usuarios pagan puntuales los cargos de conexión. Pero las tuberías permanecen secas con más frecuencia que la requerida por cortes programados para labores de mantenimiento o ampliación. La situación es tan crítica que el ingeniero Rutilio Villarreal, de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA), no duda en afirmar que el tema del agua está como la pandemia: en cuidados intensivos.
La paradoja de la escasez se da en el más pujante país de Centroamérica, que cuenta con insignes megaobras como la vía interoceánica, el servicio de un tren subterráneo y los puertos sobre el Atlántico y el Pacífico, además de una reconocida zona financiera. Por si fuera poco, su territorio es privilegiado con 52 cuencas hidrográficas y 500 ríos; Panamá es el quinto país del mundo donde más llueve, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación. En América es el segundo, solo después de Colombia. Anualmente, cae un promedio de 220 billones de litros de agua lluvia en el istmo.
El IDAAN surte a cerca de la mitad de los 4.5 millones de habitantes de Panamá y a agosto del 2021 tenía 695,181 clientes facturados. Además, mediante carros cisterna abastece las zonas carentes del servicio, entre ellas las más críticas: las localizadas en la provincia de Colón; en los distritos de La Chorrera y Arraiján, en la provincia de Panamá Oeste, y en Panamá Norte y Este, pertenecientes a la capital. A su vez, el MINSA debe ser garante de la calidad de los 5,397 acueductos y pozos rurales, pero el servicio es deficiente.
Iván Cano, jefe de Operaciones del IDAAN, señala que “el desarrollo no planificado en nuestra red, que se lleva de la mano con el crecimiento espontáneo, lo que llamamos el precarismo ha afectado mucho el tema de la distribución”. Es así que con la modalidad de carrotanques abastecen a 234 comunidades con 75 mil habitantes en las zonas urbanas y semiurbanas más densas, operación que le cuesta al Estado 10 millones de dólares anuales. Los beneficiarios son los habitantes de los asentamientos ilegales y también cientos de predios que, pese a su conexión legal, no reciben agua con continuidad y que, según, Cano “solo representan el 2 por ciento de los clientes”.
Para ordenar ese escenario caótico, desde febrero del 2021, el Gobierno adelanta un plan por 225 millones de dólares financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Con él brindará asistencia técnica para mejorar la gestión y beneficiar a los habitantes del área metropolitana —cerca de dos millones de personas—, mediante un mejor control del agua potable para la capital y la optimización del almacenamiento, la distribución y la continuidad del servicio.
Crecimiento Desproporcionado
Una de las causas del mal servicio es el aumento irregular y acelerado de las urbanizaciones que, a su vez, se relaciona con el aumento de la población. Hoy, según admite el director del IDAAN, Juan Ducruet, la entidad no ha actualizado los datos del crecimiento demográfico y es difícil proyectar su distribución espacial. El último censo es de 2010, cuando Panamá tenía 3.5 millones de habitantes, 28 por ciento menos que ahora, según el estimado del Banco Mundial.
Ese incremento poblacional se refleja en las viviendas nuevas aprobadas en el país en los últimos tres años: 50 mil, según las estadísticas del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MIVIOT), cuyos permisos fueron otorgados durante los dos últimos gobiernos. El 72 por ciento de los proyectos están en Panamá capital y en la provincia de Panamá Oeste, zonas donde la falta de agua es crítica.
El Plan de Seguridad Hídrica 2015-2050: Agua Para Todos, expedido por el Gobierno como hoja de ruta para garantizar la sostenibilidad, menciona que se consume apenas el 25.8 por ciento del agua dulce que se produce en el país. Agrega que incluso con mayor demanda, al año 2050 el excedente sería superior al 50 por ciento de la disponibilidad. Es decir, el problema no está en el abastecimiento desde las fuentes naturales, sino que apunta a factores de gestión, como el mal funcionamiento de las redes con daños o fugas recurrentes, la poca capacidad de las tuberías o la proliferación de asentamientos informales. Todo ello afecta directamente los nuevos proyectos de viviendas y las zonas adyacentes.
Así ha ocurrido en barriadas de interés social de la ciudad de Panamá como Santa Librada, en el distrito de San Miguelito, donde los militares construyeron viviendas al llegar al poder en la década del setenta, y donde el boom de la construcción sigue en pie. Para el 2021, hasta julio, se tramitaron a través de la Ventanilla Única coordinada por el MIVIOT 14,153 nuevas viviendas, aunque la oferta de agua sea insuficiente para soportar la demanda de los potenciales habitantes.
La situación es tan crítica que con el paso del tiempo la presión ha disminuido hasta el punto de que la última Nochebuena fue la peor que recuerden sus habitantes porque en medio de la pandemia les cortaron el suministro.
Angelina Patterson, una de sus moradoras desde hace 39 años, todavía se indigna cuando se ve sentada sobre el inodoro de su casa esperando cada madrugada a que brotara el agua por la tubería para poder bañarse. “Había agua, pero al pasar los años hicieron una barriada que es Casa Real, y poco a poco el agua fue mermando; son cuatro barriadas y el agua se fue”, relató Patterson.
Gracias a los 100 dólares que le envió su hijo desde Estados Unidos pudo comprar una pequeña bomba eléctrica que le garantiza el suministro las 24 horas desde su tanque de reserva. Pero eso sí, pese a la carencia, paga una factura mensual de 13 dólares.
Mucha gente, viejas potabilizadoras
Otro de los factores ligados al crecimiento poblacional que inciden en la mala calidad del servicio es que la capacidad de las potabilizadoras se ha quedado corta frente a la demanda. El sistema está compuesto por 60 plantas, 56 de las cuales son del IDAAN, 3 están regentadas por la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y 1 pertenece a Aguas de Panamá. Pero, según Juan Ducruet, en los últimos 15 años no se ha construido ninguna, pese a que la economía ha crecido hasta un 60 por ciento por el aumento sostenido del Producto Interno Bruto del 6 por ciento.
El mal se extiende por todo el país. Basta una mirada a lo que sucede en varios lugares:
Hace 15 años, la provincia de Panamá Oeste tenía 60 mil personas. Hoy, según el IDAAN, supera los 120 mil clientes con las mismas potabilizadoras y los mismos sistemas de producción que deben abastecer a 180 barriadas nuevas.
El panorama para Santiago, capital de la provincia de Veraguas, marca no menos de 45 barriadas nuevas y la misma planta construida hace 26 años.
En la ciudad de Chitré, cabecera de la provincia de Herrera, hay 52 barriadas nuevas con la misma potabilizadora desde hace 35 años.
Parte de la población de las áreas Este y Norte de la ciudad de Panamá se abastece con la planta potabilizadora de Chilibre. Esta sigue produciendo los mismos 946 millones de litros diarios desde hace 15 años para suministrar el servicio a 1.1 de los 2 millones de habitantes de la capital, según el Plan Nacional de Seguridad Hídrica.
“Si los usuarios se han duplicado, cómo podemos tener la misma producción per cápita. Necesitamos nuevas infraestructuras para producir agua”, sostiene el director del IDAAN, que llegó al cargo en abril pasado.
Un estudio del 2018 del Grupo Banco Mundial sobre la urbanización en Centroamérica establece que Costa Rica y Panamá son los dos países más urbanizados de la región. Así mismo, deja sentado que el crecimiento y la expansión de asentamientos informales están vinculados a mercados de vivienda disfuncionales en las ciudades.
Entre las ciudades que crecen aceleradamente en la región, están Arraiján y La Chorrera en Panamá Oeste, las cuales son abastecidas por una parte de las plantas de Miraflores, Laguna Alta y Mendoza, donde “no hay planificación”, según el secretario técnico del Consejo Nacional de Agua (Conagua), Guillermo Torres.
Torres, ingeniero hidráulico y exdirector del IDAAN en este gobierno, comenta que en la pasada administración se ampliaron las redes desde el distrito de La Chorrera hasta el distrito de Capira, pero el agua no llegó al tanque que puede almacenar entre 2 y 3 millones de galones, ni a la tubería que debería distribuirlos.
Sustenta que en este caso se cometió el error de convertir las tuberías de conducción existentes en redes de distribución, porque en la medida en que las barriadas nuevas o en crecimiento se pegan de ellas merma la presión necesaria para que el agua llegue a los tanques. También se registran falta de energía y constantes apagones que impiden almacenar el líquido. El ciclo se repite en uno y otro lugar.
Como posible solución para el problema puntual de la red de distribución de La Chorrera-Capira, el IDAAN le solicitó a la ACP aumentar en 20 millones de galones diarios la capacidad de producción de agua potable en la planta de Mendoza, pero es una construcción a mediano plazo.
Para mejorar el servicio, se requiere trabajar con los tanques de almacenamiento y combinar la actividad del IDAAN con la empresa privada. A juicio del ingeniero Torres, esta última debe cooperar haciendo los estudios de agua subterránea con los promotores de proyectos de vivienda; no debe hacer huecos, sino perforar pozos profundos que garanticen la conducción del líquido con tanques de almacenamiento para que llegue a las nuevas casas.
Alto Consumo y los efectos del Canal
La Autoridad del Canal de Panamá (ACP) es uno de los principales actores en materia hídrica y de producción de agua dulce. No solo se encarga del tránsito de buques para el comercio internacional y de facilitar el paso de océano a océano; también produce agua dulce para el 55 por ciento de la población del país, la cual vende al IDAAN en bloques. Sus embalses abastecen a dos potabilizadoras centenarias que están bajo su responsabilidad, construidas desde la época de los estadounidenses: Miraflores y Monte Esperanza, las cuales proveen de agua a Panamá y Colón. También se ocupa de la producción para la provincia de Panamá Oeste desde la planta de Mendoza con 40 millones de galones de agua.
El Canal de Panamá y la empresa Aguas de Panamá, S.A. han vendido agua dulce al IDAAN, desde el 2016 hasta abril del 2021, por un monto total de 270,103,443 dólares, según datos oficiales de la Autoridad de Servicios Públicos (ASEP).
Daniel Muschett, vicepresidente de Agua y Ambiente de la ACP, recuerda datos históricos que dan cuenta del aumento poblacional: en 1975 la demanda de agua era de 60 millones de galones para consumo humano dentro del área de producción en Panamá y Colón; a partir del año 2010 se produjeron 400 millones más de galones, debido al crecimiento urbano y económico.
Las potabilizadoras a cargo de la ACP están trabajando a capacidad máxima entregando 120 millones de galones diarios, pero son insuficientes. “El contrato con el IDAAN dice que podríamos ampliar la planta de Mendoza, pero eso no se hace de la noche a la mañana; son 3 o 4 años. El IDAAN está trabajando en la construcción de 2 nuevas plantas y habrá que ver si eso atenderá la demanda futura porque es un consumo alto el que tiene Panamá”, dice Muschet.
La capacidad de las plantas no es lo único que lo preocupa. Según él, en la medida en que el agua se siga tomando del sistema de lagos del canal interoceánico, podría afectar su operación. Y como esto no debe ocurrir, tendrán que buscar alternativas para cumplirles a los consumidores.
¿Qué agua tomamos?
En las oficinas del IDAAN en la capital, el director Ducruet toma agua potable y para demostrar su buena calidad la bebió delante de la cámara en un vaso que llenó en el grifo. Pero en Colón no todos corren con la misma suerte, pues a los que viven en las afueras les llega turbia, con mal olor y mal sabor cuando les abren el suministro por la tubería. En esa provincia, aparte de la potabilizadora de Monte Esperanza regida por la ACP, opera la de Sabanitas, administrada por el IDAAN. Allí está en marcha un proyecto de ampliación para abastecer a 150 mil habitantes, 15 mil de los cuales están localizados en las afueras y la mayor parte del tiempo reciben agua por carros cisterna.
En ese grupo de afectados en la provincia de Colón está Moisés Rendón, un morador de los alrededores de la Medalla Milagrosa, del sector de Los Lagos, al que se le dificulta usar el servicio del cisterna por la lejanía de su residencia.
En agosto pasado, Moisés publicó su drama en las redes sociales: todos los domingos debe esperar a que el agua llegue por una hora al patio de su casa. El día en que lo localizamos, el líquido salió desde la manguera con tanta turbiedad que era color chocolate, una situación que, dice, se ha convertido en habitual, igual que la falta de presión. Incluso lo ha llevado a comprar agua embotellada, luego de sufrir quebrantos de salud.
La misma desconfianza producto de la turbiedad, el mal olor y el mal sabor se ha ido extendiendo por el país. Pese a ello el IDAAN sostiene que la calidad es buena, mientras que para el MINSA pasa todos los controles en las constantes pruebas que se efectúan a nivel nacional.
Pero no lo siente así Yasser Sarimov en su casa de Montemadero, zona residencial de Pacora. Todas las semanas compra botellas de agua para sus niños de 2 y 7 años, ya que no consumen la del grifo para evitar una enfermedad gastrointestinal; la turbiedad es constante cuando retorna el servicio, que se interrumpe a menudo. Para los otros quehaceres del hogar tiene tanques de reserva.
Para este reportaje en varias oportunidades se solicitaron a la ASEP los informes de calidad de agua, pero no los suministró. El MINSA respondió que, mediante la Ley 2 de enero de 1997, ejerce la función de salud preventiva vigilando la calidad de agua potable para la población. Esto incluye tanto a los acueductos rurales como a los pozos debido a que muchos sistemas rurales se abastecen de aguas subterráneas. Como complemento el IDAAN y la ACP llevan su propio plan de vigilancia y los resultados son reportados al MINSA. Los informes de calidad de agua desde hace 10 años a la fecha no están publicados y tampoco fueron entregados, pese a la petición expresa.
Las quejas por la calidad no son el único problema de los que reciben el servicio, el suministro es, también, muy irregular.
Entre julio del 2020 y el mismo mes del 2021 se registraron en Panamá un total de 99,648 quejas a la Línea de Atención ciudadana 311 relacionadas exclusivamente con falta de agua, interrupciones o baja presión. La frase más recurrente de los entrevistados para este reportaje es “no planificación” en la gestión pública de las autoridades, insatisfacción reflejada en el hecho de que Panamá ocupa el puesto 82 entre 140 países en cuanto a la fiabilidad del sistema de agua percibida por los habitantes, según el BID.
Para el año 2020, la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura, que ha cuestionado el modelo de gestión del IDAAN, fijó como uno de los retos urgentes la toma de decisiones para garantizar la dotación del suministro de agua potable. Tatiana De Janón, exjefa del programa de Saneamiento de la Ciudad y la Bahía de Panamá y vocera de la Cámara en el tema de agua, pregunta: “Cómo se puede seguir desarrollando la actividad económica, como por ejemplo el turismo, si no tengo suficiente agua, si no tengo donde desechar las aguas servidas o tengo el río contaminado, todo depende de esto”.
Para la gestión del agua, la propia Cámara plantea una estructura de gobierno corporativo que trascienda los ciclos políticos, con planes a largo plazo y autonomía presupuestaria. Así puede asegurar la transparencia y el suministro continuo y de calidad, de modo innovador, para mantener una buena reputación como la ostentada por la administración del Canal de Panamá.
La economista y catedrática universitaria Maribel Gordón sostiene que atribuir a la mala gestión la causa del problema del agua es incorrecto. En su criterio los gestores del recurso —entidades que producen, distribuyen y ven la calidad de agua— no están coordinados y velan por intereses distintos. “Allí hay un problema, no hay un proyecto, un plan nacional de desarrollo que involucre el uso del recurso hídrico de manera integral”, explica y añade que en el 2017 se definió que el agua era el ordenador del proceso territorial en Panamá por su magnitud, pero los proyectos no se ejecutan.
Además, atribuye a los organismos internacionales la insistencia para cambiar lo público, que relacionan con lo malo, por lo privado, que para ellos significa eficiencia.
Panamá sin planificación económica
La eliminación del Ministerio de Planificación a finales de los noventa, ha incidido en el crecimiento desordenado de las urbanizaciones, según Rutilio Villarreal, secretario general de la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos (SPIA). Con la creación de un viceministerio de Planificación, no se llenó aquella función de, justamente, planificar proyectos en los que deberían invertir conjuntamente el gobierno y los inversionistas privados, que apuntalan la política económica del país.
Los desarrollos deben garantizar no solo la infraestructura física habitacional, sino también de carreteras, acueductos, electricidad, el sistema pluvial y la infraestructura social; así lo percibe el viceministro de Ordenamiento Territorial, José Batista González. En este reportaje se reconoce que una de las zonas con muy poca planificación es Altos de los Lagos en la provincia de Colón, un conjunto con más de 500 apartamentos de interés social entregados en el pasado quinquenio.
Recuerda que “la planificación no es hacer un poco de casas y ver cómo la gente resuelve”; por ello, está consciente de que el Plan de Ordenamiento Territorial debe corregir los errores, garantizando que las urbanizaciones no sean afectadas por los asentamientos informales que se pegan a las redes de acueductos y en consecuencia merman el servicio.
Para Batista y para Iván Cano, jefe de operaciones del IDAAN, el talón de Aquiles son los asentamientos informales. Sin embargo, Batista exime al MIVIOT y su Ventanilla Única de la responsabilidad en el crecimiento irregular de las barriadas. Dice que esta entidad no firma la autorización de proyectos urbanísticos deficientes y que el promotor debe sustentar de dónde va a salir el agua y demostrarlo técnicamente para proveer del líquido a los futuros clientes.
“La primera misión es detener las invasiones por las malas condiciones y por ser un obstáculo para la planificación; todas las urbanizaciones planificadas se quedan sin agua porque otros intervinieron la línea de manera irregular. Esos empates y telarañas que botan agua no son un sistema formal; no solo se pierde el líquido, sino que se quita presión donde el agua se desperdicia”, critica el alto funcionario del MIVIOT.
También hay que ampliar la capacidad del sistema. Más de 900 millones de dólares han salido de las arcas del Estado para garantizar el presupuesto de inversión y funcionamiento del IDAAN en los últimos 5 años. En el pasado gobierno se invirtieron más de 1,200 millones de dólares solo para proyectos de infraestructura de nuevas potabilizadoras y ampliaciones en las zonas mayormente afectadas como Panamá, Colón, Veraguas, Panamá Oeste y Chiriquí. Sin embargo, la queja de la actual administración es que estas estructuras no pueden operar porque la red de viejas tuberías no soportaría la presión del agua. Las obras requeridas quedaron sin respaldo financiero y es necesario acudir a los presupuestos de inversión anuales del IDAAN que se quedan pequeños para el desarrollo de trabajos de esta magnitud.
Aun así, en este quinquenio el IDAAN afirma que no tiene una crisis sino un reto. Las obras en marcha para nuevas potabilizadoras y para ampliaciones son infraestructuras ya planificadas y que buscan dar cumplimiento al Plan Agua para Todos hasta el 2050 como una acción de Estado, sin banderías políticas que produzcan una mayor crisis a las zonas deprimidas sin agua.
Según Guillermo Torres, secretario técnico de Conagua, en el 2024 el Gobierno se propone culminar los proyectos de nuevas potabilizadoras que mantienen un retraso de 2 años por la pandemia. Mediante el censo, también pretende proyectar las políticas de planificación para garantizar la disponibilidad de agua en Panamá.
Mientras tanto, los más afectados por las interrupciones diarias del servicio no ven una solución a corto plazo. El BID, por su parte, ha proyectado que para el 2030 se espera que el 100 por ciento de los hogares tengan agua potable con continuidad las 24 horas al día y la totalidad de los hogares urbanos tendrán acceso al alcantarillado.
Hasta que esto suceda, Yivell, Angelina, Moisés, Yasser y miles de panameños como ellos mantienen la esperanza de llegar a sus casas, abrir el grifo y que las tuberías ya no estén vacías.
Por: Zaida Herrera y Grisel Bethancourt.
Tomado de: grissb.wixsite.com
Last modified: 24/10/2021