La pandemia de coronavirus es un grave problema de salud pública y el sufrimiento humano causado por la propagación de este coronavirus es enorme. Si afecta masivamente a países del Sur con sistemas de salud pública muy frágiles que han sido socavados por 40 años de políticas neoliberales, el número de muertos será muy alto. (Toussaint, marzo 2020) Traducción del autor.
Desde finales del año pasado, el mundo sufre de una pandemia viral incontrolable que amenaza mermar la población. De hecho, siguiendo a Malthus esta terrible enfermedad que puede causar la muerte se consideraría como un “freno positivo.” al crecimiento de la población. Un freno positivo es aquel que causa miseria, pobreza extrema, causas naturales, guerra, hambre y plagas.
El efecto de esta pandemia en la sociedad ha sido trascendental. Cientos de millones de personas se encuentran encerradas, sin poder salir de sus hogares excepto para comprar los suministros necesarios. La vida cotidiana de miles de millones de personas se ha visto perturbada de forma masiva debido a las medidas impuestas de distanciamiento social, incluido el autoaislamiento y la cuarentena para quienes corren mayor riesgo. La vida, tal como la conoce la mayoría de la gente, se ha detenido.
La pandemia desatada por el coronavirus SARS-Co-V2, ha causado en menos de un año cerca de un billón de muertes en todo el mundo. El problema básico es que como el virus es novel, no existe una vacuna que pueda contrarrestarlo y prevenirlo.
Aunque este peligroso coronavirus surgió por primera vez en la Ciudad de Wuhan, China, pronto se extendió por todo el mundo, causando la grave enfermedad respiratoria del COVID-19.
El coronavirus pronto llegó a Europa, donde los países que más casos informaron fueron Italia y España. Por su rápida movilidad muy pronto llegó a América, donde debido a la posición acérrima del presidente de Estados Unidos, negando la existencia del coronavirus y sus peligrosos efectos, al Igual que el Presidente Bolsonaro de Brasil, convirtieron a sus respectivos países en aquellos que más contagio con este coronavirus han reportado. De hecho es Estados Unidos el país que más caso ha informado siguiéndolo Brasil.
Debido a que una de las fuertes medidas que se han tomado, entre ellas el cierre total de la economía, los países se van a enfrentar con una fuerte depresión económica, induciendo la misma a nivel mundial.
Se espera que al final de la pandemia, los países sufran cambios estructurales en sus sistemas de gobierno. Como el capitalismo se mostró incapaz de trabajar con la pandemia, la empresa privada dejó el tratamiento y el control de la situación a los distintos gobiernos. Esta posición ha creado mucha consciencia de las fallas del capitalismo y ha surgido un ánimo de transformarlo o de sustituirlo. No se espera que la sustitución del capitalismo por el socialismo ocurra en todos los países, pero sí se esperan fuertes medidas socializantes en todos los países del mundo.
La vulnerabilidad de las principales economías, incluida la economía de EE. UU., ha aumentado a medida que el crecimiento se ha desacelerado y las expansiones de varios países ahora son menos capaces de absorber los choques. De hecho, un shock exógeno que golpeó la economía de Estados Unidos en un momento de vulnerabilidad ha sido el escenario del COVID-19.
El capitalismo de Estado podría convertirse en un estado más permanente de la economía, al menos en algunos países, debido a la naturaleza de la crisis actual, que difiere de las anteriores, principalmente por dos razones. Primero, no es una recesión “normal”. Mientras que en promedio entre el 60% y el 70% de las empresas se ven afectadas por una recesión “normal” inducida por el COVID-19.
Es muy previsible un cambio en el sistema capitalista. La intervención del estado en los asuntos económico será mayor. Surgirá un nuevo sistema con elementos propios del capitalismo y del socialismo.
Dr. Carlos Pérez Morales
Analista Geopolítico
Last modified: 06/09/2020