A partir del 13 de mayo, el gobierno ejecuta la llamada “Ruta hacia la nueva normalidad”, con la reapertura de las empresas enunciadas en un “primer bloque”, de un total de 6 que reiniciarán más adelante. Se mantiene el confinamiento y movilidad controlada, para el resto de los habitantes del país.
El MINSA había definido 3 criterios para la desescalada: la tasa de transmisión real del virus (RT); la disponibilidad de servicios de salud; y el riesgo de la actividad económica.
Sin embargo, estos criterios requieren un análisis integral, más que una simple verificación de lista (checklist).
Según la Facultad de Medicina UP, el RT aumentó a 1.5, cuando se recomienda que sea uno o menos. La tasa de letalidad por covid-19 es de 2.9%. La tasa de mortalidad por cada 100,000 habitantes es la segunda más elevada de América Latina. Ni hablar de que el pasado 12 de mayo, llegamos “al peor escenario” descrito por Rodrigo de Antonio, epidemiólogo del MINSA, por contar con un número cercano a los 9,000 contagiados.
De otra parte, aún no llegamos al pico de contagios, calculado para el 27 de junio, según Jafet Cárdenas, investigador de la UP, el cual nos advierte que si las autoridades de salud “no hacen nada para disminuir tasa diaria, lo más probable es que los rebrotes, que obviamente ocurrirán, serán más graves de lo que se cree”; y que la llamada inmunidad de rebaño no puede usarse como estrategia.
Lo importante, dadas otras experiencias, es el seguimiento exhaustivo de casos y la masificación comunitaria de las pruebas, en lo cual no hemos hecho el énfasis necesario.
El aumento de la capacidad del sistema sanitario (cerca del 50%) se ha debido al desempeño de nuestro personal de salud y también a la efectividad parcial de la cuarentena. Sin embargo, dejan un amargo sabor de boca, las denuncias de corrupción en la construcción de un Hospital modular que aún no despega.
En materia económica no se trata simplemente de medir la concentración de personas en el trabajo, hay que fortalecer la empleomanía y acudir a políticas económicas keynesianas.
La “nueva normalidad” no puede darse sobre la base de la desigualdad social y corrupción existentes; ni otorgando bonos de hambre para que la población desesperada clame por la reapertura, a riesgo de producir brotes más graves.
Por: Anayansi Turner. Defensora de los derechos Humanos y docente en la Universidad de Panamá
Last modified: 24/06/2020