En algunas ocasiones me preguntaron si iba a presentar mi postulación para Defensor del Pueblo, ya que mi labor diaria, está vinculada al cargo y consideran que podemos realizar una buena labor.
La respuesta ha sido la misma. Sabe quién elige al Defensor del Pueblo? Los diputados. Yo no tengo ningún voto ni los tendré, de parte de ellos.
En el 2014 presenté mi postulación para dicho cargo, ya que a los egresados del campo socialista, se les cerraba las puertas en este país, sólo por haber cursado sus estudios superiores en diversos centros de estudios de estos países.
Un grupo de compañeros deciden apoyar nuestra candidatura, con objetivos claros. Nosotros también somos panameños y tenemos los mismos derechos que los demás nacionales.
Pero no nos hicimos ilusiones. Los diputados siguen las líneas de sus partidos, por lo que sabíamos que no llevaríamos ninguna opción, pero si teníamos un mensaje que enviar a la sociedad panameña. Tanto la Constitución Política en su artículo 19, como los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, prohíben la discriminación y en Panamá, a cientos de panameños, la mayoría, provenientes de hogares humildes, se nos discriminaba por el sólo hecho de habernos graduado en la Unión Soviética y en otros países del campo socialista, incluyendo Cuba.
Esa discriminación se implementó incluso, en la Universidad de Panamá.
Efectivamente, aprovechamos la campaña para visitar diversos medios de comunicación y dar a conocer nuestros planes de trabajo, logrando una gran aceptación.
En la Asamblea, la Comisión de Derechos Humanos nos seleccionó entre los 7 finalistas.
Recuerdo que se nos invitó, de manera imprevista, a la Asamblea para hacer nuestra presentación ante el Pleno y exponer el plan de trabajo.
Casi 2 horas después de la espera, se nos informó que el Pleno, controlado por el Pacto META-PRD Y DEMOCRACIA CRISTIANA-que llevó a la presidencia a Martín Torrijos Espino, negó la cortesía esperada, con excusas infantiles, pero en realidad, ya dicho pacto había escogido a Juan Tejada Espino.
En estos momentos sería una pérdida de tiempo, pero sobre todo, una deshonra aspirar a ocupar un cargo en el Estado, cualquiera que fuese. La sociedad panameña no cree en sus autoridades ni en sus instituciones.
La crisis que vive el país, exige de sus hijos, los mayores esfuerzos y sacrificios. La salida popular a la misma, pasa obligatoriamente por la convocatoria de una Asamblea Constituyente Originaria. Es a esa lucha, a la que le dedicamos nuestros esfuerzos, porque se trata de construir un país, para todos y todas.
Además, de que hoy cumplo con un sagrado compromiso de ejercer lo mejor posible, el cargo con el que me ha honrado el Consejo General Universitario de nuestra primera casa de estudios, Defensor de los Derechos Universitarios, único en el país.
De la Defensoría del Pueblo, consideramos que igual que el resto de las instituciones, independientemente de quien sea escogido, no va a jugar el papel que la sociedad panameña espera y necesita, porque quienes dirigen el país, no escogen necesariamente a los mejores, además de que le han limitado sus funciones como defensoría de los derechos humanos.
Recordemos que la discriminación con los gobiernos post-invasión se ha mantenido e incluso profundizado, tanto es así que todos los que han ocupado la silla presidencial, desde Guillermo Endara hasta Laurentino Cortizo, han realizado estudios o se han graduado en Estados Unidos, requisito no consagrado en nuestra Constitución.
Agradecemos todo el apoyo, confianza y solidaridad, sobre todo los buenos de deseos de quienes consideran que desde ese cargo, defenderíamos sus derechos, frente a las injusticias de las autoridades de este país.
La lucha por una Asamblea Constituyente Originaria nos permite conocer el país que tenemos y construir el país que queremos. Ese es nuestro compromiso.
Por: Raúl González R. Catedrático de la Universidad de Panamá
Last modified: 26/11/2019