Latinoamérica es una mina que puede ser explotada y posee la materia prima necesaria de la cual puede brotar grandes ganancias culturales y artísticas. Los latinoamericanos somos herederos de una generación rica en arte y cultura que ha luchado durante años por subsistir bajo la presión de los poderes políticos y económicos.
La pintura ejecutada en cerámica indígena es sólo un ejemplo de ese arte que se conserva en las hermosas creaciones y la naturaleza del artista latinoamericano. Poseemos riqueza cultural invaluable en nuestro idioma, la belleza de nuestras tradiciones y obviamente en nuestras creaciones artísticas.
De esa manera, todos esos elementos culturales le dan una riqueza artística a los latinoamericanos que es posible potenciar por medio de la formación académica en artes. Sin embargo, en muchos países de Latinoamérica aun existe para los practicantes del arte una desventaja; al contrario de los profesionales que se gradúan de las diversas universidades, estos no poseen una formación que les respalde con un titulo dentro o fuera de sus fronteras.
Para nuestros artistas hay conocimientos de calidad, pero no títulos. Aún existe esa deuda de permitirles un desarrollo pleno como profesionales que les dé además las prestaciones inherentes como todos los empleados. Actores, bailarines y músicos son los principales afectados en dicha situación al carecer del respaldo legal para integrarse al mundo laboral que cada día se estrecha más.
Son estos artistas los que obligatoriamente optan por otras profesiones u oficios para solventar sus necesidades básicas, reprimiendo de esa manera sus sueños artísticos ante la falta de formación y espacio laboral. También, están otros más temerarios que luchan y se arriesgan en una batalla incansable entre los reducidos espacios artísticos y culturales tanto en formación como laboralmente.
Es una lucha encarnada, ya que es una batalla contra los intereses económicos y aplastantes del sistema voraz que implica el capitalismo que no ve en las artes mano de obra para acrecentar su capital económico.
Tras una larga lucha por formarse como artistas y sin posibilidades laborales, muchos se introducen al ámbito artístico y tocan puertas que en su mayoría están cerradas en un ámbito tan reducido y excluyente ya que no poseen un título que los catapulte como profesionales y les coloquen como opciones prioritarias entre los aspirantes a vacantes laborales.
Sin embargo, hay ejemplos notables como Costa Rica y Colombia, que ya pueden definir cuanto del producto interno bruto proviene de este tipo de rubro que incluye audiovisuales, teatro, la producción literaria, la producción musical, cinematográfica, es decir, toda un área de desarrollo económico.
Sin embargo, estos artistas que pueden contribuir al desarrollo económico se encuentran con puertas cerradas al no poder ocupar puestos que otros han tomado pese a no tener la formación profesional en la mayoría de países. Otros son bloqueados por considerarse “no profesionales” ya que no poseen un titulo como otros que los han obtenido en el exterior.
Ante esta negativa muchos ven la solución en una puerta de escape que consiste en abandonar el país y probar suerte tras las fronteras. Llevándose con ellos la oportunidad de contribuir al desarrollo social, cultural, artístico y económico de su país de origen.
Tal parece que en la actualidad no se ha creado una lucha real por apostarle al crecimiento del artista, y mientras no se aporte un verdadero presupuesto a las artes la situación dista de mejorar.
Es importante que se abran esas brechas para los estudiantes con visión artística, que se dé la oportunidad real de una educación superior en artes para todos aquellos que aspiran a dedicarse a una vida bajo los reflectores, sobre las tablas y entre aplausos al final de cada función.
Francisco Javier Iraheta (El Salvador)
Equipo editorial del Programa Radial Días y Flores (Radio 10/Panamá)
Last modified: 25/06/2019