A un año del gran robo a la democracia hondureña y la instalación de la más violenta etapa de pacificación hacia la población opositora, Honduras se despierta hoy como un país menos Estado, más pobre y sometido a la política neoliberal impulsada por los Estados Unidos y avalada por la comunidad internacional, desde donde se condena a los pobres y no a los generadores de pobreza que se erigen impunes en el país.
La estrategia pacificadora impulsada por Juan Orlando Hernández para sostener su descarado asalto a la democracia desde aquel 27 de noviembre del 2017, nos hizo recordar aquella dolorosa e indigna época de los ochentas, marcada por el encierro, entierro o destierro. Esta pacificación que tiene como principal actor a las fuerzas desalmadas (ffaa), como en aquellos ochenta, salió con todas sus armas, con toda su saña y la impunidad otorgada contra los que piensan, actúan o viven distinto al modelo del amo que les da de comer: el Partido Nacional.
Y por eso un año después hablamos de muerte, de persecución y criminalización, de presos políticos, de exilio, de caravanas de migrantes de los y las que ésta represión define como sus objetivos. Pero también hablamos de corrupción, de crimen organizado, de falacias y discursos en boca de personas e instituciones que asumen la tarea de hablar de los oprimidos sentados y comiendo en la misma mesa con los opresores. Del crimen organizado, del narcotráfico, de la falta de institucionalidad, del sometimiento de los operadores de justicia a los poderes oscuros que tantos tentáculos mueven en la sociedad hondureña.
Hoy 10 de diciembre día en que celebramos los Derechos Humanos la gran pregunta es: los derechos de cuales humanos son los que celebramos. Por que en esa Honduras de JOH y sus fuerzas armadas, solo tienen derecho aquellos que tienen dinero, que pueden comprar armas o instituciones castrenses (militares y paramilitares al servicio de la oligarquía) y con ello imponerse por sobre la voluntad de la ley y la soberanía del pueblo.
Insistimos en que se hace necesario hacer un reclamo por los derechos humanos de Edwin Espinal y muchos otros y otras más (presos políticos de la dictadura de joh, el Partido Nacional y las fuerzas armadas), por justicia verdadera a favor de los familiares de las y los mártires, por una real y verdadera educación pública, salud integral, servicios básicos, bienes comunes y el respeto a la vida humana en toda su expresión.
Solo hay en todo este engranaje de muerte y dolor en que celebramos Derechos Humanos, una forma digna de hacerlo: exigiendo y logrando la salida inmediata y no negociada de JOH del control del gobierno y la abolición total y definitiva de las asesinas fuerzas armadas. Solo así lograremos volver al camino de la justicia social y enmienda humana y romper con este proceso de involución al que nos llevan los enemigos de la libertad que dirige JOH y sus fuerzas armadas.
Los ochentas nunca más…
Foto y texto de Héctor “Chaco de la Pitoreta” Flores
Last modified: 10/12/2018