Los grandes periódicos del país, y también los de las regiones; las cadenas radiales que les trazan línea a los colombianos todos los días desde las cuatro de la mañana; los espacios periodísticos en los canales nacionales y regionales, y sus extensiones en la Internet, andan sumidos en una profunda crisis de credibilidad.
Urge el debate ético, la reflexión, el análisis sobre el ejercicio pleno del oficio, menoscabado por el mercantilismo, la sumisión a los poderes políticos y económicos; horadado por la falta de sentido crítico, por el oportunismo, la superficialidad y la farandulización de la profesión; sumergido en el deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores comunicacionales, sin que estos reaccionen como corresponde, con unidad gremial desprovista de clientelismos, personalismos y politiquería.
No hay democracia en una sociedad cuando la población está excluida de información veraz e independiente, y, por el contrario, se halla sometida a una visión única, a un discurso hegemónico (con una que otra variable insustancial), sometida a los intereses de unas clases dominantes que se reciclan periódicamente y se intercalan en el poder desde hace 199 años para mantener el statu quo, y que tienen convencida a la mayoría de que la “alternancia” en los gobiernos es la democracia.
En lo fundamental, las clases dominantes usan sus medios para que estos contribuyan en el mantenimiento de la iniquidad y las diferencias abismales existentes en la sociedad colombiana.
Luis Althusser decía que los medios de comunicación son aparatos ideológicos del Estado. Cierto. Pero ello no significa que nos tengamos que resignar.
No podemos estar condenados a la dictadura de los medios de las élites dominantes por los siglos de los siglos.
Quienes hacemos comunicación crítica y tenemos una visión diferente del Estado, de la sociedad y de la realidad, estamos en la obligación de ejercer el otro periodismo, el alternativo, el que confronta la visión imperante, hegemónica, dominante.
Sin este ejercicio, no habrá posibilidades de cambio ni de democracia. Ese es nuestro reto, el más difícil y más empedrado, pero el más urgente y necesario.
En ese camino estamos en Periodismo Libre Cali, una brizna en la respuesta al imperio comunicacional colombiano, que esperamos se pueda multiplicar, con la contribución de muchos en nuestra sociedad, y recogiendo el legado de miles de expresiones periodísticas de resistencia desde abajo que han dejado huella a lo largo de la historia de Colombia.
Urge que tantos y tantos sectores excluidos de nuestra sociedad entiendan que la comunicación es un asunto estratégico, que ella hace parte del poder o, en sentido alternativo, combate el poder, es contra poder, crea poder.
Urge entender la necesidad de unir esfuerzos para generar verdaderos medios sociales, para dotar de poder a los existentes e incidir en los grandes conglomerados, subsumidos por la incultura política y la desinformación que irrigan los medios de las élites.
Creemos, con Rodolfo Walsh, que “el periodismo es libre, o es una farsa”.
Por: Luis Alfonso Mena S. / Prensarural.org
Gráfico: E L E N A . ospina
Last modified: 13/08/2018