Por: Julio Yao Villalaz
La Escuela de las Américas fue fundada para adiestrar a las fuerzas armadas de América Latina al son de la Doctrina de Seguridad de EE.UU., que las considera como fuerzas de ocupación de nuestros pueblos.
El presidente Jorge Illueca, exprofesor y ex colega nuestro en el Ministerio de Relaciones Exteriores, rechazó su prórroga el 31 de julio de 1984, con estas palabras: ‘Las áreas e instalaciones de la Escuela de las Américas y el Fuerte Gulick a partir del 1 de octubre de 1984 quedarán bajo la exclusiva soberanía y jurisdicción de la República de Panamá y en ellas ondeará en forma única y absoluta la bandera de Panamá’.
Illueca puso fin así a lo que era una ‘Escuela para Asesinos y Dictadores’ (diario La Prensa), diseñada para que EE.UU. no perdiera el control sobre su ‘patio trasero’.
Según el New York Times, la Escuela es ‘la base más grande para la desestabilización en América Latina, una institución tan claramente por fuera de los valores americanos (que) debe ser cerrada sin vacilación’.
Desde 1984, la Escuela opera en Fort Benning, Georgia, con el nombre de Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (Western Hemisphere Institute for Security Cooperation o WHINSEC).
Más de 60,000 soldados de 23 países de la región han pasado por la Escuela. Los cursos más objetados (torturas, técnicas de interrogatorios, ejecuciones sumarias) han sido disfrazados gracias a las críticas del Observatorio de la Escuela de las Américas (School of the America’s Watch – SOAW) con un barniz sobre derechos humanos y ética.
De la Escuela salieron algunos de los más notorios violadores de derechos humanos. Galtieri y Videla (Argentina), Hugo Banzer (Bolivia), Pinochet (Chile), Montesinos (Perú), D’Aubuisson (El Salvador), Ríos Montt (Guatemala), Juan Melgar Castro (Honduras), Elías Wessin y Wessin (República Dominicana) y Luis Posada Carriles (CIA), pasaron por sus aulas, o jaulas según el caso.
Algunos se salieron del libreto (Velasco Alvarado, Omar Torrijos, Vladimir Padrino López). Otros nunca lo leyeron (René Schneider y Juan José Torres, ambos asesinados, al igual que Torrijos).
Como declaró el comandante Joseph Blair, un antiguo instructor: ‘En mis tres años de servicio en la Escuela nunca escuché nada acerca de objetivos tan excelsos como los de promover la libertad, la democracia y los derechos humanos’ (Columbus Ledger Enquirer, 20 de julio de 1993).
A instancias del Observatorio, liderado por el sacerdote Roy Bourgeois, algunos países decidieron no enviar soldados ni policías a la Escuela, entre ellos: Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. Costa Rica, bajo Oscar Arias, se retiró en 2007 y luego retrocedió por presiones del embajador de EE.UU. Colombia (862 cursillistas) y Honduras (261) encabezan la participación en WHINSEC.
Colombia y México, dos narco estados, tienen récords mundiales con miles de asesinatos, desapariciones y ejecuciones sumarias. Allí se han ejecutado activistas sociales, de derechos humanos, ambientales y líderes políticos. En México, 5,700 policías y soldados fueron entrenados por EE.UU. tan sólo entre 2013 y 2014, según John Lindsay-Poland.
En 2016, la Escuela entrenó a 1749 uniformados de América Latina, a 15 civiles y 190 policías. El aumento de la militarización y represión de las Fuerzas del Orden hacia el movimiento social puede adjudicarse a la doctrina de EE.UU., que todo lo justifica en aras de la ‘seguridad nacional’.
Desde la invasión de 1989 que nos robó la independencia, Panamá no puede tener ejército a tenor del Artículo 310 de la Constitución (Acto Legislativo de 2004). Sin embargo, de acuerdo a cifras de WHINSEC, entre 2012 y 2016, se han graduado163 policías panameños.
En 2007, una delegación del Observatorio, integrada por Roy Bourgeois, Lisa Sullivan, Pablo Ruiz, Linda Panetta y el suscrito, instó al gobierno para que no enviara a nuestros policías a la Escuela, pero no tuvimos éxito a pesar de que enviamos una Carta Abierta a varios mandatarios de la región, incluido Martín Torrijos.
Después de ocasionar entre 4,000 y 10,000 víctimas durante la horrorosa invasión de 1989 sin contar a los heridos y desaparecidos, ningún presidente de EE.UU. ha pedido perdón ni nos ha indemnizado, aunque tampoco ha sido demandado ante la Corte Internacional de La Haya.
Como exprofesor de la Escuela de Oficiales de Policía ‘Dr. Justo Arosemena’, ideólogo de la Nacionalidad, invito a sus alumnos a reflexionar sobre esta interrogante: ¿Cómo permitir que hijos de campesinos, indígenas y obreros, que son la reserva moral de la Patria, sigan siendo tutelados ideológicamente por EE.UU., enemigo histórico de nuestro pueblo, y participen en maniobras militares del Comando Sur?
EL AUTOR ES ANALISTA INTERNACIONAL Y EX ASESOR DE POLÍTICA EXTERIOR
Last modified: 23/07/2018