Como una ‘apocalipsis’, describió Mark Lowcock, jefe de Asuntos Humanitarios de la ONU, la tragedia que vive hoy más de 22 millones de yemeníes. Una tragedia que ocurre a espaldas del mundo.
Declarada en abril del año pasado por el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, como la peor crisis humanitaria del mundo, la actual situación en Yemen se mantiene en el ostracismo mediático y parece estar relegada a ser un conflicto de ‘segunda categoría’ para la comunidad internacional.
Ubicado en al sur de la península Arábiga, Yemen se mantiene en guerra desde el año 2015 e intervenido militarmente por una coalición conformada por Senegal, Sudán, Bahrein, Jordania, Emiratos Arabes Unidos, Qatar y Kuwait; todos liderados por el reino de Arabia Saudita, y a su vez, respaldados por Estados Unidos, el Reino Unido, Turquía, Alemania y Canadá.
INFIERNO EN LA TIERRA
En poco más de tres años, el conflicto interno entre grupos hutíes (vinculados a Irán) y el Gobierno yemení (apoyados por Arabia Saudita), ha tenido consecuencias devastadoras en la población del país, que antes de la conflagración ya era uno de los más pobres del Medio Oriente.
Según el último informe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA por sus siglas en inglés), publicado en enero pasado, unas 22 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, lo que representa un estimado del 75% de la población del país.
‘Alrededor de 12.9 millones de personas necesitan asistencia para proteger su seguridad, dignidad y derechos básicos, de las violaciones al derechos internacional humanitario’,
INFORME DE LA OFICINA DE LA ONU PARA LA COORDINACIÓN DE ASUNTOS HUMANITARIOS
Este mismo estudio, coloca al hambre y la desnutrición como graves problemas para los yemeníes; 8.4 millones de estos tiene seriamente amenazada su seguridad alimentaria o se encuentran en peligro de inanición, siendo dichos datos una tendencia ascendente.
La destrucción de la guerra, principalmente por los bombardeos aéreos del Estados vecinos, se ha traducido en la destrucción de la mitad de las infraestructuras de salud de 16 de las 22 gobernaciones (regiones) en las que está dividida Yemen; en cuanto a la otra mitad de la instituciones sanitarias, apenas subsisten mal abastecidas y con personal que puede estar meses sin recibir un salario. Lo mismo ocurre para las escuelas e instituciones gubernamentales.
Con ese panorama, se estima que 16.4 millones de personas requieren asistencia médica, de los cuales 9.3 millones tiene necesidades urgentes.
La destrucción de gran parte de las redes de agua potable destruidas, al igual que otros servicios elementales, ha facilitado brotes mortales de enfermedades que se pueden tratar como la diarrea acuosa aguda o el cólera, siendo la epidemia de esta última la mayor registrado en el mundo para el 2017.
‘Los enfrentamientos armados, los bombardeos aéreos y los ataques localizados contra civiles, han tenido un efecto devastador en la población de Yemen, generando amplias necesidades de protección. Alrededor de 12.9 millones de personas necesitan asistencia para proteger su seguridad, dignidad y derechos básicos, de las violaciones al derecho internacional humanitario, violaciones graves de los derechos de los niños y violencia de genero’, denuncia el informe de OCHA.
Entre los más castigados por el conflicto están los infantes. Vetados para cualquier posibilidad de escolaridad, las draconianas condiciones de vida empujan a la muerte a un niño yemení cada diez minutos, según cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef).
Para la jefa de esta institución en Yemen, Maritxell Barrero, el problemas más apremiante es nada menos que el derecho a la vida misma.
En una entrevista concedida esta semana para Diario Vasco , Barrero indicó que más de 400,000 niñas y niños, junto a sus madres, sufren de malnutrición severa aguda, mientras que 5,500 infantes han fallecido, han sido gravemente heridos o mutilados en esta guerra.
‘(Frente a la crisis) hay poca luz al final del túnel. Con las infraestructuras y el tejido productivo destrozado, sin presupuestos (…) la recuperación tardará años (…) ya se han retrocedido más de diez en indicadores sociales’, subrayó Barrero.
‘MALDICIÓN’ GEOPOLÍTICA
La estratégica posición de Yemen sobre el estrecho de Bab-el-Mandeb, un paso que conecta el mar Rojo con el canal de Suez y por donde pasan miles de millones de dólares en barriles de petróleo, por parte de las monarquías del Golfo y que abastente tanto Europa como a Estados Unidos, convierten a Yemen en una codiciada zona control en la geopolítica mundial.
Durante gran parte de la Guerra Fría, la nación árabe estuvo dividido en dos países, Yemen del Sur, apoyado por la Unión Soviética y Yemen del Norte, respaldado por Arabia Saudida, Estados Unidos y el Reino Unidos. Estos intereses complicarían el desarrollo del país, agitando guerras y conflictos internos.
Los años 90’s y el fin del orden bipolar traerían la unificación del país, dando paso a la instauración de un régimen autoritario dirigido por el presidente Ali Abdullah Saleh.
La situación de Yemen no mejoraría, incrementándose la inestabilidad, con el resurgimiento de conflictos no resueltos durante la unión entre el norte y sur. Se da un recrudecimiento de la violencia en 2004, con la aparición de los llamados rebeldes hutíes, miembros de la minoría chií del país.
Para 2011, la ola de protestas de la ‘primavera árabe’ llegaría al golpeado país haciendo caer al gobierno de Sale. Este sería reemplazado por su vicepresidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, que buscaba una sucesión ordenada y pactada con las monarquías del Golfo.
Con poco respaldo popular Al-Hadi es derrocado en 2015, lo que propiciaría el estallido abierto de la guerra civil, la intervención militar de la coalición árabe y a su vez el empoderamiento de grupos yihadistas, entre ellos Al Qaeda, siendo su existencia un argumento para el despliegue del polémico programa de Estados Unidos para bombardear Yemen con drones, una política duramente criticada por el alto número de personas inocentes fallecidas en los ataques.
Anegado en lo que parece un conflicto sin final, la última gran ofensiva militar se realizó el pasado miércoles, con la toma del puerto de Al Hudayda, señalado por Riad de ser el punto de entrada de armas para los rebeldes hutíes, y siendo al mismo tiempo, el principal puerto para la entrada de ayuda humanitaria; un escenario que podría dejar silenciosamente a la población al borde del abismo.
Por: Juan Alberto Cajar B.
Last modified: 19/06/2018