Lo sucedido el Primero de Mayo en Tegucigalpa y en ciertos sectores de la República, debe llamar profundamente a la reflexión al gobernador de Honduras y al séquito de adláteres que le acompañan, aunque claro está, eso es como pedirle a la transnacional MacDonal’s que deje de vender su comida chatarra, que las hidroeléctricas devuelvan los ríos hondureños o que los rateros del erario público reintegren lo robado y vayan a la cárcel.
El martes Primero de Mayo, todo comenzó en forma normal como todos los años. Los trabajadores lucían sus bellas camisetas y repetían las consignas de siempre como en un mercado persa, los dirigentes de las Centrales Obreras, ya tenían afinado su mamotreto de discurso, bueno, el mismo de todos los años, sólo con ciertas modificaciones de forma, pero no de fondo; pero gracias a Dios no lo pudieron decir en la concha acústica del parque central.
De sobra es conocido, que hubo serios enfrentamientos entre manifestantes y la policía, dejando como siempre sucede en estos casos golpeados, intoxicados, lesionados, encarcelados y hasta un incendio en la municipalidad capitalina, mismo que fue controlado.
Los medios de comunicaciones tarifados ya tienen nombre para lo sucedido y sus causantes, pues el día de hoy les ha llamado de todo, desde terroristas, incendiarios, desalmados, comunistas –siguen insistiendo en este calificativo-, hasta el “sutil denominador de todos”, pero, que es lo mismo, vándalos.
En cuanto a los culpables, dicen que Libre infiltró al MEU y los mandó a las calles para que hicieran relajo, aseveración más que idiota. Que la marcha del Primero de Mayo está politizada, otra salvajada, si eso no es política ¿Entonces qué diablos es?
Lo que sucede en nuestra Honduras de tortillas llevar, es que los políticos, empresarios, la jerarquía de la iglesia católica y protestante, los policías y militares con el visto bueno del Tío Sam, encendieron una llama el 28 de Junio 2009 y jamás pensaron que no la podrían apagar, por eso, ahora se aporrean el pecho, vociferan a moco tendido que es la oposición que comete esos actos y que deben de estar presos cuanto antes.
Actualmente se habla de fraude post electoral y sus consecuencias, pero la verdadera raíz del problema, lo grueso del iceberg está en lo sucedido en el 2009, en toda la ratería que trajo consigo y sigue existiendo en todos los nieles del Estado hondureño, en la impunidad galopante a vista de todos, y esto no lo pueden ocultar, mucho menos arreglar ya que todos terminarían con sus huesos en la cárcel.
No cabe la menor duda, que este tipo de manifestaciones se volverán más constantes, ya que el pueblo aporreado por el Estado no puede seguir ocultando su indignación, menos meter la cabeza bajo tierra, pues su beligerancia morazánica y sus ansias de vivir en un país libre, sin discriminaciones y en donde se pueda trabajar en paz como seres normales, así se lo exige.
Estas fuerzas antagónicas pueblo-Estado corrupto, por su esencia misma terminará cuando alguno de los dos arríe la bandera, y en este caso, será el Estado y su gobernador, pues el pueblo siempre tiene la razón, y porque también, quienes sembraron los vientos fueron los corruptos y ahora recogerán sus frutos.
Texto de Jorge Miralda
Tegucigalpa, Honduras
Last modified: 15/05/2018