Hace ya muchos años – o hace muchos gobiernos de turno – que se dice que el sistema educativo panameño ha colapsado. Lo mismo se puede decir de los sistemas educativos en los demás países de la región. Incluso, en EEUU que fue el modelo en el siglo XIX y XX, la educación pasa por una crisis que algunos llaman terminal. ¿A qué se debe esta situación que impacta a Panamá y a los demás países en forma tan negativa?
Existe una relación estrecha entre el desarrollo económico-social y la educación. Es una relación que funciona en ambas direcciones. Aumenta la educación – cuantitativa y cualitativamente – y se notan casi de inmediato las mejoras en la situación social y económica.
El sistema educativo panameño influyó – por lo menos entre 1910 y 1980 – sobre las condiciones sociales y económicas del país y de su población. Igualmente, el desarrollo socio-económico hizo demandas sobre un cierto tipo de educación. La educación en Panamá entre 1910 y 1980 estaba orientada a formar una clase media consumidora, cada vez más productiva y capaz de asumir los rápidos cambios. En la primera mitad del siglo XX, los colegios formaron una base social de clase media limitada que fue absorbida por el sector público (abogados, administradores, oficinistas, vendedores y otros). En la segunda mitad del siglo pasado, el sistema educativo – incluyendo la Universidad de Panamá – siguió produciendo los profesionales mencionados más arriba y, además, médicos, ingenieros, pedagogos, profesores y técnicos altamente especializados (matemáticos, físicos, químicos, biólogos, historiadores, geógrafos) y muchos más. Estos eran absorbidos por una economía industrializada y un sector de servicios cada vez más dinámico.
En la década de 1970 Panamá no pudo combinar el crecimiento económico y las demandas educativas. En la década de 1980 se introdujeron las políticas neoliberales para proteger a los inversionistas y se descuidó el sector productivo de la economía (industria y agricultura). En un principio el sistema educativo se estancó y ya en el presente siglo colapsó.
Las políticas neoliberales tenían entre sus ‘consignas’ reducir el tamaño del aparato gubernamental. En realidad, la consigna no se refería al número sino a la calidad. En el sector educativo el cambio se sintió en el deterioro de los planteles y la falta de crecimiento según el aumento de la población. La calidad también fue disminuyendo al reprimir las expresiones creativas de profesores y estudiantes. El número y calidad de los estudiantes se estancaron. Los empleos comenzaron a disminuir, especialmente los productivos.
La clase media comenzó a reducirse. La incorporación parcial del Canal de Panamá a la economía impulso el sector de servicios pero las políticas neoliberales continuaron destruyendo la planta industrial y el sector agrario. La informalidad en el empleo comenzó a convertirse en una característica del país. En los estratos de edad estudiantil, los ‘ni-ni’ se volvieron la norma.
Para conservar el status de clase media, muchos padres de familia optaron por matricular a sus hijos en colegios ‘privados’. La educación es igual o inferior a la que ofrece la educación ‘oficial’. Sin embargo, el colegio particular tiene más status. Los padres consideran que los contactos que pueden hacer el hijo o la hija en un centro educativo particular contribuyen a su futuro.
Hay que rescatar el sistema educativo. Es urgente. ¿Cómo proceder? Hay muchos modelos pero sólo hay un Panamá. Hay que diseñar un sistema que responda a los intereses del país y, a la vez, de todos los panameños. Hay que darle prioridad a lo que el país quiere en los próximos 50 años. Hay que crear la infraestructura y preparar los planes de estudio. Pero, además, hay que crear las condiciones socio-económicas. La informalidad tiene que eliminarse para garantizar la estabilidad de la familia y poner fin a la deserción escolar.
El gobierno panameño acaba de firmar 19 acuerdos con China Popular para iniciar un plan de inversiones de 500 mil millones de dólares en 20 años. El plan consiste en crear un centro de operaciones gigante para el transporte marítimo, aéreo y terrestre a escala regional. Además, iniciativas comerciales, agropecuarias y turísticas. Se necesitará producir decenas de miles técnicos y profesionales a corto y mediano plazos. Hay que formarlos. Si los gobiernos neoliberales no son capaces de seguir el ritmo que significa la inversión china, hay que reemplazar el régimen político que gobierna a Panamá desde hace 25 años.
Por: Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
Last modified: 24/01/2018